La adaptación infantil recrea la historia de un oso que vive en los caños de un edificio, y cuyo contacto con sus vecinos humanos es apenas circunstancial. Lo que el animal percibe/entiende de mujeres y hombres adultos evoca la distancia física y emocional que existe entre chicos y grandes.
Para deleite de los amantes de felinos, los dibujos del artista español también incluyen a un gato. El minino es testigo silencioso de una convivencia por momentos accidentada y sin indicios de prosperar.
A principios de 2007, los medios especializados y no tanto anunciaron la traducción de Final de juego al árabe. De esta manera confirmaron que Cortázar fue (es) un escritor de envergadura universal, o por lo visto capaz de franquear los límites de la literatura occidental.
Un año más tarde, la aparición del libro de Urberuaga trasladó la extensión cultural y geográfica al dominio espiritual/existencial. Es que Discurso del oso prueba que su (primer) autor no sólo tiene predicamento en Oriente; también puede conquistar a los habitantes de esa otra patria que Rainer María Rilke describió como la única o verdadera del hombre: la infancia.