Según Rajoy, todo lo que ha hecho Sánchez en este mes, ha sido “una farsa”, como la “solemnísima firma de un acuerdo falto de relevancia”, que en tono jocoso llegó a comparar con “una página de la historia de dimensiones sólo comparables al Pacto de los Toros de Guisando”, por la que Isabel la Católica fue nombrada heredera al trono de Castilla y que Mariano cree que “los niños estudiarán en las escuelas con el Compromiso de Caspe y los Pactos de la Moncloa”; en ese mismo tono, lo descalificaba por hablar en su discurso ayer en favor del diálogo y así, reprochándole que no quisiera hablar con él, le recordó los insultos que le ha dirigido y que ahora dice el candidato socialista que quiere desterrar; y, así, Mariano hizo un relato burlesco del viaje de Sánchez a Portugal “para aprender como se retuerce un resultado electoral en beneficio propio”. Terminó Rajoy subrayando la “zona de sombras” a la que el candidato socialista ya ha llevado a España sólo con su candidatura, ya ha provocado la congelación de inversiones y ofertas de empleo por el miedo al “extremismo económico, social y nacionalista”, y su programa ruinoso es “devastador para la economía", disolvente para la confianza y catastrófico para el empleo”.
Por su parte, el discurso de investidura de Pedro Sánchez fue de poca altura parlamentaria y sin la exigencia necesaria para ganar nuevos aliados; no desarrolló ninguna propuesta nueva y atractiva, ni una «idea principal» que realmente mostrase un proyecto creíble, viable y apto para sumar votos. Su intervención estuvo plagada de coletillas vacías: «...un Gobierno del cambio, progresista...»; no ofreció ni una razón convincente, para votarlo, evidentemente, su discurso no iba dirigido a los diputados del Congreso, era el de un perdedor que sabe que no va a conseguir los votos necesarios y se ve obligado a salir del paso sin ideas articuladas, ni argumentación de consistencia para formar ese futuro «gobierno del cambio». Así pues, es realmente inexplicable la causa por la que el PSOE no consigue, o no quiere, alcanzar esa mayoría, que supondría su investidura. Sólo hay una, y es que esa mayoría no existe y no está por el cambio tan cacareado, y, de hecho, algunos de los partidos están radicalmente en contra. Por tanto, los socialistas han de reconocer el hecho de que no disponen de votos suficientes, aparte del intento de aislar y apestar al PP.
La solución está en el pacto a tres, como hemos dicho desde el principio, pero los insultos y los obsesivos y repetitivos noes de Sánchez llegaron al colmo del encono y ahí está el perjuicio para la Nación; deben sentarse, en un retiro tranquilo, cuatro parlamentarios de cada uno de los tres partidos, PP, PSOE y C's. y, poniendo sobre la mesa los puntos que les unen, ponerse de acuerdo en el resto esencial de cuestiones y, de una vez, salir de este bloqueo, atender el crecimiento económico, asentar la confianza inversora y crear empleo y prosperidad para los jóvenes, los parados y los fatigados por la escasez.
C. Mudarra