Pero lo cierto es que, aunque creo que cada vez deberíamos ser más racionales, más tolerantes con las opiniones contrarias a la nuestra, últimamente me cuesta reconocer esa tolerancia incluso en gente con la que siempre ha sido un enriquecedor gusto discrepar.
La pasión en las discusiones es buena y sana. El respeto y la amplitud de horizontes para tratar de entender que hay quien no piensa como uno es necesaria. No me gusta discutir cuando noto que el que tengo en frente piensa que soy idiota por pensar lo que pienso.
Últimamente me doy cuenta de que a la hora de afrontar una conversación sobe temas encontrados la gente se vuelve más y más pasional con la edad. Yo creo que debería ser al revés ¿no? A más edad, más miras, más sabiduría, más tolerancia...
Quizás soy yo que ando cabreada porque el viernes cumplo un año más y francamente: no me apetece nada.