Diseño de religión en fantasía épica hispana

Publicado el 08 febrero 2016 por Vigilis @vigilis
Así que quieres construir religiones para tu mundo de fantasía épica con referencias hispanas. Bien, has llegado al sitio adecuado ya que no conozco a nadie más que busque un canon diferente al que estamos acostumbrados. Aquí se apuntarán cosas a tener en cuenta para esta tarea.

«No te pego porque te acostaras con mi mujer, te pego porque además era mi hermana».

En el muy concreto tema que nos ocupa hallamos un problema doble: por un lado el género de fantasía épica es puramente anglosajón, por el otro, la obra canónica del género —El señor de los anillosno explicita la religión porque toda esa obra pretende ser simbólica de la religión (de la religión católica, afortunadamente). Así que en principio no hay nada en lo que nos podamos basar. Nada. Se trataría de crear detalles a imitar por obras derivadas en un género que está por inventar.
Si empezamos por el principio —y el principio suele ser un buen lugar para comenzar algo— tenemos que plantear cuál es el cometido de la religión en nuestra historia. ¿Se busca añadir detalles al fondo del cuadro, se pretende hacer orbitar la historia en torno a elementos religiosos o la religión va a tener una función intermedia? Del grado de importancia que tenga se entrará en más o menos detalles. Ocurre aquí con la religión lo mismo que con la geografía, el arte o la gastronomía: el nivel de detalle (y espacio que se le dedique) responde a necesidades de la historia.

No por favor, el mago Merlín otra vez no.

Como regla de oro y debido al formato habitual de la fantasía épica —sagas muy extendidas en el tiempo— mi recomendación es construir el máximo número de detalles posibles. Desde luego que las historias son más importantes que la construcción del mundo pero el autor debe llegar a un pacto entre uno y otro. Si el mismo mundo va a ser aprovechado para elaborar nuevas historias conviene respetar al lector y no cambiarle las cosas de una saga a otra ni engañarle. Un ejemplo visual de engaño lo tenemos en La guerra de las galaxias: las tres segundas películas enseñan unas naves diferentes a la trilogía original sin mayor explicación. También podemos hablar de los midiclorianos. Añadidos que hacen que esas dos trilogías puedan ser historias de universos diferentes.
Historias en las que la religión no es importante

Vestidos del Rus de Kiev.

La fantasía épica debe mucho estéticamente a la idea romántica que se tenía en el XIX sobre la Edad Media cuando muchas cosas atribuídas a la Edad Media realmente eran de la Edad Moderna. Básicamente tenemos ahí funcionando el cóctel de "desolación del norte" más "estética basada en el siglo XVI": caballeros con poco prácticas armaduras —no hay armas de fuego— cayendo en una emboscada de salvajes "escoceses" con la cara pintada que "conocen el territorio" y se acechan en la bruma del amanecer (después de escribir esto me doy cuenta de que así empieza Canción de Hielo y Fuego).
Miremos por donde miremos siempre —generalizo— encontramos el conflicto entre civilización y barbarie. Si nos vamos a unas coordenadas hispanas el conflicto no incluye a "bárbaros salvajes" porque aquí la romanización fue plena (no exactamente plena pero en comparación con la Britania del VI y su retroceso la diferencia en que me baso está clara).  El espacio donde existen los conflictos es compartido y entre pueblos o reinos el sustrato es fundamentalmente homogéneo.

Canecillos de la colegiata de San Pedro de Cervatos, s. XII.

Si la religión no desempeña un papel relevante el esfuerzo recae principalmente en la historia. Recordemos que se trata de fantasía épica: el conflicto debe implicar a la mayoría anónima que no habla en la historia. Esta opción puede que sea la más complicada de plantear porque las leyendas medievales de las que bebemos tienen todas un componente religioso.
Aunque a la historia no le haga falta profundizar en la religión es preciso esbozar algún aspecto religioso pues si el punto de partida mental es cierta idea medieval y en aquella época la religión determinaba aspectos fundamentales de la vida cotidiana, de los horarios y costumbres, en la ficción lo suyo es que también esto sea así. Puede que no estemos hablando de la influencia que tenía la religión en la antigua Roma o de la mezcla entre religión y estado de los imperios que nacen después de la misteriosa oscuridad tras la crisis del bronce (aquellos hiperbóreos para quienes el Dios del Antiguo Testamento era un progre hippy), pero algo tiene que mostrarse.
Historias en las que la religión sí es importante

Uno de los templos de Khajuraho, s. XII.

Estas serán la mayoría, espero. Si pretendemos una fantasía épica que beba de las fuentes medievales hispanas o de la post-clásica raíz común de los españoles de ambos hemisferios la religión tendrá un desempeño esencial. Si el conflicto de escala épica implica choques entre varios "reinos" puede que alguno de estos "reinos" —nunca deben ser dos porque nuestro público no come hamburguesas ni tiene cinco añitos— sea una religión organizada.
Oh, por cierto: religión organizada y religión no organizada. La religión no organizada no puede existir. Y esto es axiomático. Continúo.
La clave del conflicto épico bien puede ser religiosa: el control de una ciudad santa, un rey a favor de la heterodoxia (recordad el XVIII Concilio de Toledo, del que no sabemos nada y por eso podría servir como punto de partida para una historia fantástica), la guerra santa (el único tipo de guerra medieval de escala épica), etc. Que el origen del Gran Conflicto de Trasfondo sea religioso no quiere decir que los protagonistas de la historia estén hablando todo el día de religión. Una vez que hay guerra los motivos íntimos de los personajes que se apuntan voluntaria o involuntariamente a ella pueden ser diversos.

Detalle del templo budista de Wat Rong Khun, 1997.

La guerra suele ser una buena causa de promoción social o de rápido enriquecimiento (el botín es lícito). Recordemos aquellos plebeyos capaces de llevar un caballo a la batalla de su señor que eran recompensados con un título menor o poblaciones que por su resistencia al invasor eran recompensadas con un fuero y pasaban a estar bajo la protección directa del rey. Enriquecimiento y promoción social son tradicionales causas de envidia y resquemor. Las pequeñas rivalidades de ciudades vecinas (o barrios en ciudades grandes) que hoy vemos en el fútbol tiene su eco original en antiguas disputas que podían provocar muertes. La propia Bizancio ardió unas cuantas veces por culpa del fervor de la afición deportiva. Hoy cuando hay un partido de UEFA vemos a alemanes emborrachándose en las terrazas de Sevilla haciendo "la previa" del fútbol. Hace mil años un carro de fulanos del pueblo de al lado era una preocupante cuestión de seguridad que paralizaba una ciudad.
En este punto hay que luchar con la muy extendida y errónea idea moderna de que la religión era utilizada en tiempos pretéritos como "excusa". Según nuestros imaginativos historiadores contemporáneos las guerras de religión tendrían como causa real la búsqueda de unos objetivos temporales y nada religiosos (ventaja comercial, conquista territorial, etc). Nada más lejos de la realidad: la sociedad medieval no era tan prejuiciosa y temerosa de la magia como la sociedad moderna pero sí mucho más religiosa. Si ciertos comportamientos ponían el alma de alguien en peligro se cuidarían mucho de evitarlos. Esto es dificil de digerir pero si no se entiende no se logrará la visión de la historia más cercana a la historia que nos sea posible.

Santa Muerte. A la Legión le gusta esto.

Añadir que no dejamos de estar en el género fantástico y que por lo tanto la magia ocupa un lugar fundamental. Es ya terreno común presentar el mundo mágico de forma velada o en su atardecer. El ciclo artúrico que tanto influye en la fantasía anglosajona suele contarnos el retroceso de la magia druídica frente a la nueva religión cristiana. Este no será nuestro caso porque aquí no tuvimos un proceso de desromanización/descristianización. La magia por tanto no se enfrenta a la religión en un Conflicto Trascendental que se sitúa por encima del Gran Conflicto de Trasfondo. Al contrario, la magia puede ser un poder con el que cuente la religión.
Cuando se trata de asuntos mágicos lo importante es establecer límites, leyes, para evitar esos Deus Ex Machina que arruinan cualquier obra. La magia en ningún caso puede ser todopoderosa (regla de oro: cuanto más se respete la termodinámica mejor). Cualquier escenario hispano contará con cenobios y monasterios, esos lugares de contemplación y estudio que fueron islas de universalismo en un mundo particularista. La apuesta menos arriesgada es establecer una ínitma relación entre magos y monjes. Los monasterios podrían ser escuelas de magia. Y quien dice monasterios dice conventos. Conventos de hechiceras amazonas. O también los monjes ser guardianes de la magia: una magia recogida en viejos pergaminos de los antiguos (sí, de aquel Imperio de los Antiguos que dejaron ruinas en el paisaje y obras de ingeniería que no pueden ser reproducidas porque el mundo perdió su magia).
Conflicto Trascendental

Siempre hay algún griego más listo que tú.

Una forma de darle un regusto épico a una historia es dar a conocer al lector la existencia de un Conflcito Trascendental, es decir, un conflicto que involucre al mundo de lo divino, a planos de realidades alternativas, a dimensiones paralelas, etc. Los pequeños conflictos íntimos y el Gran Conflicto de Trasfondo (que se dirime en una gran batalla final, claro) formarían parte de movimientos de un conflicto todavía superior, de las cosas que van más allá de la comprensión de los hombres. Ejemplo de esto lo encontramos en la mitología griega: los dioses del Olimpo bebiendo néctar y moviendo los hilos mientras Prometeo las pasa canutas.
Como la religión (o religiones) es organizada, tiene existencia institucional y poder temporal, existen muchas posibilidades de que se haya "apartado del camino". Las entidades sobrenaturales (o la) tendrán así una excusa para establecer algún tipo de contacto entre el mundo sobrenatural y el natural. Esta comunicación se puede producir por el habitual método de sueños místicos, plagas, mensajeros alados o avatares.
Dependiendo de qué tipo de Conflicto Trascendental tengamos entre manos el lector y/o los personajes tendrán más o menos información. Puede que la invasión de los infieles sea reflejo de una batalla que tiene lugar en el plano trascendental. La victoria última sobre el invasor y su expulsión definitiva ¯\_(ツ)_/¯ vendría a culminar otra batalla de la que los mortales no son conscientes.

Y aquí un inciso porque si una religión organizada es funcional —y tenemos que suponer que lo es— las prédicas de agoreros y milenaristas no pueden ser puntos clave de la obra. El predicador que actúa solo, es tratado de loco y al final tiene razón... pues al final no tiene razón y efectivamente está loco. Mucho ojo con tomar el camino fácil de imitar la tradición protestante —sobre todo americana— de las pequeñas iglesias independientes. Aquí no ha lugar a eso más que para quitarles la razón, escarmentarlos y reconvenirlos. Enlazado con esto tenemos el concepto de "culto" o "secta", que carece de sentido dentro de nuestras coordenadas.

Diseñando religiones. La población
Ni siquiera en un mundo de fantasia el mundo es una pizarra en blanco donde las cosas aparecen de la nada. Existen múltiples sustratos y capas que van decantando ciertos componentes que llegan hasta el presente. Si en nuestra historia existió un "Imperio de los Antiguos" habrá que determinar hasta qué punto los seres del presente son conscientes de su existencia y qué cosas conocen de él. El pasado, las tradiciones antiguas suelen formar la base del presente aunque la gente no sea consciente. Puede ser necesario diseñar una religión de los antiguos que no será usada en la obra, hay que pensarlo.
La religión también depende mucho del público al que se dirige. Si asumimos que gran parte de la población se dedica a las labores del campo, la religión estará adaptada a la vida en el campo. Aparte de salvar almas (si es que existen en la historia), de explicar el origen y el fin del mundo (si es que los hay), de dar sentido a la vida y de dibujar la moral, la religión tiene un sentido práctico incuestionable: ayuda a medir el paso del tiempo.

Ojalá gente del neolítico espantando a garrotazos a esta chusma miserable.

La idea del paso del tiempo es un tema vital en la construcción de mundos. En la fantasía épica suele haber personajes muy conscientes del paso del tiempo: historias de miles de años son conocidas y relatadas como sucesos de actualidad. Los mitos son reproducidos a miles de kilómetros de distancia y tienen utilidad práctica para muiy diferentes gentes. Sin embargo el paso del tiempo tiene una faceta mucho más práctica en la vida diaria del campesino estándar: las estaciones, los periodos de siega y siembra, etc. Estas fechas del año siempre se vinculan a la religión ya que la religión tiene una función de holización antropológica (el manto de la religión cubre el calendario, la agricultura, el crimen, la educación, el ocio, etc.).
Nos tenemos que preguntar qué grado de sofisticación tiene una religión: ¿es una religión para un pueblo analfabeto y agrario o es una religión para una liga de ciudades comerciales? ¿Acaso es una religión que sirve a todos igual? Si la religión procura el universalismo (una religión de campesinos, reyes y burgueses) su grado de tolerancia será alto. Existe un compromiso entre lo tolerante que es una religión y la heterogeneidad de las personas que pretende alcanzar. En consecuencia, si se trata de una religión para una sociedad homogénea su grado de intolerancia será alto (ojo, hay excepciones como el tengriísmo mongol).
Habría que explicar cómo es posible la heterogeneidad poblacional y la homogeneidad. Un pueblo protegido por las montañas o un pueblo isleño lo tiene más fácil para lograr una homogeneidad que produzca una religión intolerante. La religión intolerante es un buen motivo para tener una sociedad hostíl al contacto exterior. Sin embargo, aquellos reinos que heredan el territorio del Imperio de los Antiguos tienen un sustrato de universalismo o la "idea" de formar parte de un todo mayor. Ah, pero nunca hay que olvidar que no existen los teléfonos (salvo algún instrumento mágico cuyos guardianes se cuidarán mucho de no revelar). En los reinos homogéneos la homogeneidad hay que trabajarla y ahí la religión organizada cumple una función importante: más allá de lealtades temporales existe una lealtad trascendental y una jerarquía a su servicio. El trabajo de homogeneización se puede lograr mediante reuniones de prebostes religiosos y/o mediante la reproducción de libros canónicos (en el segundo caso habría que dedicar recursos a la persecución de libros apócrifos y quien dice persecución no dice necesariamente censura, sino rdiculización, por ejemplo).

La religión organizada nos plantea un problema de escala. En demasiadas historias de fantasía épica cada reino tiene su religión (y a veces cada reino tiene su religión, su lengua, su paisaje y su raza), pero si la misma religión es compartida por varios reinos los motivos de conflicto no pueden ser religiosos, excepción hecha con las herejías. ¿Qué ocurre si un reino oficializa una herejía? Todos los demás dejarán a un lado sus diferencias para hacerlos picadillo. A mí personalmente me gusta más cuando el conflicto religioso se produce entre religiones inmiscibles. Cuando explicaciones del mundo son tan distintas que no pueden coexistir. Cuando la afirmación de unos supone la negación de otros. Igual que no caben dos soles en el cielo no caben en la tierra Darío y Alejandro.
Cuidado con un problema que puede surgir: si una religión es muy extensa y cubre a gentes muy distintas, su grado de tolerancia puede ser tan alto que no conozca otras religiones que no sean incompatibles. Puede aparecer la aberrante idea de armonía que encontramos en la tradición china o el sincretismo total de la religión romana. Es decir, un reino muy grande no tendrá demasiados motivos para la guerra religiosa.
Diseñando religiones. La ley

Comunicación intergeneracional de mitos, rituales de socialización, aproximación a las verdades (conocimiento) por revelación,... La religión cumple muchas funciones pero donde más impronta deja es en la formación de una moral. Códigos de conducta no escritos que son leyes aceptadas por la gente. Si está "bien visto" dar limosna, los mendigos pedirán limosna (si no, no habrá mendigos pedigüeños). Si está "bien visto" curar a los enfermos, los enfermos no serán repudiados.
Realmente aquí hay poco que decir porque asumo que el autor —por muy rebelde que sea y al margen de lo que crea que cree— come sopas de moral católica a dos cucharas. Si se quiere buscar el exotismo habría que acudir a referencias que nos son extrañas: una moral basada en la economía nacional (que sea moralmente deseable que el reino no contraiga deudas), una moral basada en la superioridad de un tipo de persona sobre el resto (la mujer sobre el hombre, por ejemplo) o una moral que compartimentalice a la sociedad y que cada miembro sea muy consciente del lugar que ocupa y lo que se espera de él (moral marxista).
Aquí las normas de conducta derivadas de la religión tienen mucho que ver con el tipo de sociedad que queramos diseñar. Para una sociedad basada en la rapiña será virtuoso hacer campañas de ataque y botín (norteños). En una sociedad esclavista será virtuosa la lealtad del esclavo hacia su amo (Roma). Etc.
El comportamiento moral sólo destaca en oposición o comparación a otro comportamiento moral. Lo que para unos es lo esperable para otros es aberraciíon a evitar. Esto tiene implicaciones muy interesantes a la hora de jugar con los personajes. A mí me gusta mucho la figura poco explorada del malo que no tiene maldad. Hace cosas que son malas pero que para él no son malas en una escala que va desde los insectores del Juego de Ender hasta el dios ciego e idiota Azathoth de la mitología Lovecraftiana. En demasiadas ocasiones nos encontramos con personajes malvados que no tienen sentido, para evitar esta infantilización innecesaria acudimos a la construcción de morales (excepción hecha cuando no existe una moral, como en el caso de Azathoth).
No confundir el enfrentamiento entre morales incomunicadas con la escala de valores que en cada momento y lugar son cambiantes. Una moral se puede basar en varias virtudes y las personas siendo conscientes de estas virtudes desarrollar una escala de valores o de comportamientos más deseables que otros. La diferencia en la escala de valores lleva a conflictos dentro de la sociedad homogénea (incluso dentro de la sociedad que forma la tripulación de un barco). Es más, los valores pueden cambiar con el tiempo: un personaje que en su juventud buscaba evitar conflictos, en su madurez puede aceptar el conflicto y meterse de lleno. Muerto el viejo rey, el nuevo rey (elegido por la corte, no heredado, recordad que nos basamos en la Edad Media) puede tener unos valores diferentes.
Diseñando religiones. La estética

Paradójicamente lo menos importante es a lo que más importancia se le da en las guias anglosajonas de construcción de mundos. Símbolos, nombres, colores, ropas, arquitectura y ritos realmente son lo de menos. Estas cosas vienen determinadas por los recursos naturales disponibles (granito, madera, adobe, lino, lana, algodón...), el nvel tecnológico (poleas, ruedas, grúas, hornos...), el mestizaje (zona geográfica, reaprovechamiento de tecnología antigua...) y la necesidad (sacrificio de exceso poblacional, de inútiles, etc).

Aquí nos podemos hacer algunas preguntas: ¿la clerecía tiene poder temporal (signos externos de opulencia, templos-palacios)? ¿El grado de introducción en una religión conlleva signos personales externos (los musulmanes que completan el Hajj pasan a tener un sobrenombre y hay frailes que llevan tonsura)? ¿Los templos tienen alguna función astronómica (el momento del año suele determinarse por la posición de las estrellas y el sol (o soles))? ¿El dios o los dioses de la religión tienen forma humana? ¿Se pueden representar? Como digo, esto es lo de menos y ya responde al criterio estético que se busque.