Disney acaba de anunciar la compra de Lucasfilm, la fábrica de sueños de uno de los grandes Midas de la historia del cine, George Lucas. Una transacción comercial que, además de la inmortal saga de Star Wars (La Guerra de las Galaxias) -la más taquillera de la Historia-, incluye el resto de las franquicias y negocios de los estudios que creó George Lucas en 1971.
La noticia ha servido de auténtica bomba de relojería para los millones de incondicionales de Star Wars en todo el mundo: Disney anunció nuevas —al menos tres— entregas del incansable combate entre los caballeros Jedi y el Lado Oscuro. La primera de ellas, el episodio VII, llegará a los cines en 2015. De hecho, en un vídeo difundido por la propia Lucasfilm en Youtube, la presidenta de la compañía, Kathleen Kennedy, asegura que se encuentran en la fase "más divertida": "Estamos sentados a una mesa con dos guionistas proponiendo y buscando ideas para las nuevas películas".
Bob Iger, presidente de Disney, ha confirmado, en una llamada telefónica a sus inversores, que esta séptima entrega (de la que ya hay un tratamiento o borrador escrito) se verá seguida de una octava y de una novena, completando así los nueve episodios a los que Lucas hizo alusión en más de una ocasión cuando puso los cimientos de su magistral criatura de ciencia-ficción. El estreno llegará de forma escalonada cada dos o tres años.
El visionario realizador, guionista y productor George Lucas posee el 100% de Lucasfilm, compañía de la que era su único presidente hasta la fecha. “Lucasfilm refleja la extraordinaria pasión, visión y capacidad narrativa de su fundador” fue el halago pronunciado por Bob Iger, presidente de los estudios Disney. “La compra combina una cartera mundial de contenidos que incluye La Guerra de las Galaxias, una de las mejores franquicias dirigidas a la familia de todos los tiempos, con la creatividad sin igual en todas las plataformas y mercados de Disney para generar un crecimiento sostenido y a largo plazo”, ha añadido.
El anuncio ha pillado a la industria por sorpresa, aunque sigue la reciente política de los estudios Disney de aumentar su mercado adquiriendo los principales sellos relacionados con la industria del espectáculo dirigido a las familias como principal audiencia. Una política que Iger puso en marcha con la compra de los estudios Pixar y que aumentó con la adquisición de los estudios Marvel.
En el caso de Lucas, el realizador de American Graffiti siempre fue una figura peculiar de Hollywood, cambiando el lenguaje cinematográfico cuando apostó por llevar el género de aventuras al espacio, algo inusual hasta la llegada de la primera entrega (la cuarta en la saga) de La Guerra de las Galaxias. Peculiar también a la hora de hacer negocios, dado que, contra todo pronóstico, Lucas consiguió retener en su poder todos los multimillonarios derechos del merchandising o productos derivados de sus películas, mientras los estudios Fox se encargaban únicamente de la distribución de sus filmes.
Sin embargo, últimamente Lucas había dejado claro su deseo de pasar a un segundo plano en la compañía con sede en San Francisco, como demostró cuando contrató a la productora y amiga Kathleen Kennedy para dirigir la empresa. La compra hecha pública esta semana convierte a Kennedy en la presidenta de Lucasfilm, con Lucas como consejero creativo. El mago de California ha manifestado su intención de dedicarse ahora “a la filantropía y al cine experimental”. “Durante los últimos 35 años uno de mis mayores placeres fue ver cómo La Guerra de las Galaxias pasaba de una generación a otra”, ha indicado Lucas con un adiós también a la realización de nuevos episodios. “Es el momento de pasar mi saga a otra generación de realizadores”, ha puntualizado, y zanjado: “Siempre creí que La Guerra de las Galaxias me sobrevivirá en el tiempo”.