Revista Comunicación

Disonancias cognitivas: De incoherencia interna a desmotivación externa.

Publicado el 09 junio 2019 por Manuelgross

De la incoherencia interna a la desmotivación externa.
Por Alexandra Farbiarz Mas.
INED21

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Disonancias cognitivas: De incoherencia interna a desmotivación externa. 


Cuando estudiaba en la universidad, aprendí el concepto de disonancia cognitiva de Leon Festinger que, básicamente, viene a referirse al hecho de cómo las personas se sienten afectadas por convivir con creencias contrapuestas o por una manera de ver el mundo, pero de hacer otras cosas que no se corresponden con lo que se siente.

Esta disonancia genera comportamientos en los que, las personas viven en tensión consigo mismas por esta contradicción o, cuando no somos conscientes de lo que les ocurre, expanden su disonancia cognitiva sin pudor porque ni tan siquiera son conscientes de lo que dicen y de lo que hacen.
Me atrevería a decir que el grado de disonancia cognitiva que se vive hoy en el ámbito político y en muchos ámbitos periodísticos y de las redes sociales es de tal nivel que –socialmente– hemos enfermado de incoherencias que ya no solo no se sostienen psicológicamente, sino tampoco en el ámbito económico y ambiental.
Ciertamente, en la actualidad somos muchos los que podríamos reconocer cierto grado de disonancia cognitiva en mayor o menor medida, puesto que existen muchos factores que no elegimos de nuestro día a día y con los que, sin embargo, debemos convivir sin que, por ello, podamos elegir no hacerlo.
Pero, como en todo, hay grados y grados.

DISONANCIA AFECTIVA


En realidad, la disonancia cognitiva nos lleva a una disonancia más profunda: a la disonancia afectiva. Si no podemos sostener un mínimo de coherencia interna difícilmente podremos mantener un cierto nivel de coherencia afectiva.
Si no somos coherentes con nosotros mismos, nuestra autoestima se verá también afectada.
Y seamos claros, muchas dinámicas sociales se basan en la baja autoestima de las personas. La baja autoestima engorda adicciones de todo tipo, genera conflictos sin entrar en análisis reflexivos, hay quienes les aleja de la empatía, porque al primero al que no le tienen simpatía es a su propia persona.
La disonancia afectiva, a su vez, puede llevarnos, si no hacemos un ejercicio de autoconocimiento o no nos miramos las heridas para aprender de ellas, a otro tipo de disonancia que llamo «disonancia proyectiva».

DISONANCIA «PROYECTIVA»


Defino la disonancia proyectiva como un ‘proceso por el cual, al partir de una disonancia afectiva con nosotros mismos generamos procesos de proyección de soluciones que en realidad no se corresponden con nuestros deseos’.
Por ejemplo, imaginemos a alguien con cierta capacidad crítica que se mueve en un entorno donde le es difícil decir lo que piensa porque sabe que no será escuchada y, si lo es, será ninguneada o, si no, muy criticada.
Puede ser que esta persona, con el fin de no padecer las consecuencias que supone de su entorno, calle y acabe esforzándose en ser «una más» de su entorno para pasar desapercibida.
Esta situación, muy probablemente, le haga sentirse mal, pero su grado de disonancia cognitiva está ya tan asentado e internalizado que ni se plantea otras opciones para tratar de resolverla o transformarla.
Aunque se sienta mal, seguirá haciendo todo lo que se supone que debe hacer para seguir manteniendo sus creencias y las corazas que –con ellas– ha construido. Y esto también le llevará a realizar proyectos que van más en consonancia con su disonancia cognitiva y afectiva que con sus necesidades reales.

SILENCIOS SOCIALES


Así es como se construyen muchos silencios sociales, sufridos íntimamente, pero que, sin embargo, pueden ser cuestionados tanto socialmente como personalmente…si bien es necesario, muchas veces, de un apoyo externo para que las personas den un paso hacia un cuestionamiento propio de revisión de valores, creencias y conductas que les apoyen más, en lugar de dañarles y perjudicar también al entorno.
Así pues, la disonancia cognitiva lleva a una disonancia afectiva que acaba repercutiendo en una disonancia proyectiva, que es lo que hacemos en la vida, que, además de mermar la autoestima, puede generar una gran desmotivación externa, tomando forma de apatía, de enfado con cualquiera que le recuerda su disonancia o con su alrededor, y, en el peor de los casos, convertirse en víctimas de personas maltratadoras.
Efectivamente, las mujeres maltratadas son un claro ejemplo de este tipo de procesos: muchas de ellas creen que el hombre que tienen a su lado en realidad es una buena persona que no se da cuenta de algunas cosas, pero que cambiará, integran esta disonancia cognitiva como cierta.
Con el maltrato recibido, llegan a niveles de autoestima bajo mínimos… de las que es difícil tener fuerza para salir de ella, entre otras cosas porque se siente sola, mal y aterrada, y porque sigue sosteniendo su propia disonancia cognitiva a través del proyecto de convivencia que tiene con su maltratador.
La disonancia afectiva ha afectado a su propia vida y a los proyectos que podría desarrollar en ella.
Pero existen ejemplos que no son tan claros socialmente, porque, a menudo, no se comparten. Por ejemplo, el del estudiante de ingeniería que por no decepcionar a sus padres estudia esta carrera cuando en realidad sus intereses son otros totalmente distintos.
veces, no es ni por los padres sino por lo que socialmente se ha estipulado que estudiar x o y es garantía de trabajo futuro. Estas personas llegan a sentirse frustradas años más tarde, porque no se dieron la oportunidad de escucharse e invirtieron mucho tiempo en cosas que no les interesaban realmente.
Y, sin embargo, siguen el camino que les trazan esos estudios y realizan proyectos profesionales que no se corresponden con su sensibilidad, por más que socialmente se les aplauda. Estas personas sufren y, a veces, su frustración la expanden hacia otras personas.
Con la crisis hemos visto que hay quien ha podido reinventarse, los hay quienes han hecho o han podido hacer un ejercicio de autoconocimiento y han identificado sus propias disonancias internas y cómo se han visto reflejadas externamente y han podido transformarlas en nuevas iniciativas o manejarlas desde una actitud más acorde con su propia visión del mundo.
Pero hay otras que no tienen las herramientas ni el acceso a las mismas para poder hacer estos cambios.
Y hay quien sigue negando su propia sensibilidad y contradicciones y lo traduce con comportamientos hostiles o de provocación estériles… porque, en realidad, gritan hacia fuera lo que no pueden callar dentro por más que lo tapen con muchas capas de justificaciones que no le conducen a ningún lado y acaban convirtiéndose en sus propias presas.
Las contradicciones forman parte consustancial al ser humano, la cuestión es saber hasta qué grado pueden mantenerse y a qué precio pueden llegar tanto en términos personales como en términos sociales… y qué ocurriría si nos enseñaran a gestionar mejor nuestras propias disonancias, a balancear las que se pueden aceptar de las que resultan perjudiciales.
¿Has invertido tiempo y recursos para conocer tus propias disonancias?
Igual te ayudaría a sentirte mejor y elegir mejor aquello que haces en función de lo que sientes.
Alexandra Farbiarz Mas
04 junio 2019

Alexandra Farbiarz Mas

Es coach, facilitadora en mejora de habilidades y comunicóloga ambiental.
Licenciada en Sociología por la Universitat de Barcelona, Master en Comunicación Científica por la UPF, Diploma EU en Psicología Aplicada a las Organizaciones por la UOC y Máster en Coaching Personal por la Escuela Coach Creativo (Málaga), Certificado de aptitud pedagógica (UPC), Formación en Risoterapia y juego expresivo (Escuela de Risoterapia y desarrollo humano Enrique Aguilar).
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Fuente: INED21
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De la misma autora: Alexandra Farbiarz Mas



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