Una cosa está clara, la crisis en el aspecto político y organizativo, va a traer nuevos tiempos, y al que no haga como John Reed se le habrá escapado el carro de la historia.
De esto se deduce, pues ni más ni menos que se necesitan nuevos enfoques a los problemas de hoy que diría Don Santiago, y de una cosa sí estoy seguro y es que la base de todo cambio social y político es la organización y esta si se quiere entender como tal tiene que poseer unas estructuras, más o menos flexibles pero estructuras que sirvan para generar política y como he recalcado en numerosas ocasiones, política de lo concreto a lo general, del día a día, en la calle, en la manifestación, en la asociación vecinal, en el sindicato, en el bar y hasta en la piscina.
Si no hay elaboración política se tiende a la espera o a la llegada del mesías, del caudillo o del illuminati de turno, ese que tiene don de la palabra, pero no es más que una cáscara vacía fruto del posibilismo político del momento.
No se puede navegar, y mucho menos llegar a buen puerto, sin poseer una estructura fuerte que sustente nuestras políticas, y no podemos decirles a quien nos va a representar, a nuestros cargos públicos cuando toman posesión de gobiernos locales o pasan a la oposición que digan en sus pueblos y ciudades:
¡¡Esto lo soluciona un proceso constituyente, basado en tal, tal, tal y tal!!
Y les aplaudirán estoy seguro y se formarán frentes para apoyarlos, pero y qué hay de la calle sin asfaltar, el polideportivo sin construir, los recibos del IBI, la tubería rota, el vertido de escombros, la regulación del tráfico o la situación de la vivienda. Digo yo que llevarán un programa político sustentado por una organización política, o todo va a ser fruto de la espontaneidad de la sociedad, quien a estas alturas se crea la espontaneidad de las movilizaciones tiene un serio problema. Esos cargos públicos tendrán que ser formados para la gestión de sus pueblos y la solución de los problemas cotidianos, y llegados aquí damos con la otra piedra angular de lo que debería ser el proyecto político, la formación, entendida esta como la preparación de cuadros política e ideológicamente para transformar la gestión en sujeto de cambio social y político y no como por desgracia ocurre ahora que hay compañeros y compañeras de dentro y de fuera que nos dedican grandes retahílas de citas nombrando a Marx, Lenin o Gramsci y luego no se hace otra cosa más retrógrada que registrar un cuerpo, eso es fruto de quien se ha comido un gran cocido y luego se ha metido en el agua sin hacer la digestión (si es que no hicieron caso a sus mamás sobre las dos horas).
Somos en IUCM muchos y muchas dispuestos y dispuestas a elaborar política, y es mucha política la que se está haciendo, y mucha la que se va a elaborar. No podemos estar diluyendo nuestro mensaje en afirmaciones visionarias de mesías sin dar respuesta política, social y organizativa a todo lo que se está sufriendo. Convergencia si, en programas, políticas, en la sociedad, en los movimientos sociales, vecinales, en los sindicatos, en todo lo que se mueva, en torno a propuestas concretas para el cambio político y social. Con este cambio es por donde avanzaremos en realidades que sean capaces de transformar los actuales métodos de gobierno y formas de gobierno, llegando a los fundamentos mismos del estado, pero como he dicho, en torno a programas y alternativas sociales, no a imaginería pseudopolítica y grandes palabras huecas.
En IUCM SOMOS capaces de elaborar programas para empezar a funcionar al día siguiente de ganar unas elecciones, de echar a la derecha después de 23 años gobernando, hay mucho por hacer y mucho por reconstruir, la clase trabajadora, la sociedad en general si nos vota va a querer cambios visibles en poco tiempo, SOMOS su herramienta, SOMOS su gente, y para que esa confianza se haga palpable en las urnas debemos hacerles saber que SOMOS su organización. Pongámonos a ello.