Joseba Morales + Doc Pastor
La teórica democracia en la que vivimos está cada vez más cerca de un hondo precipicio y no parece que ninguno sepamos escalar. La libertad, que no libertinaje, de actos y pensamientos se ha convertido en una de las mayores mentiras de nuestro mundo y que ha demostrado solo ser permitida mientras no se moleste demasiado.
La Policía del Pensamiento aparece en la novela 1984 de George Orwell, pido perdón por usar nuevamente esta obra pero es la más conocida y popular de las distopías sociales, con una referencia bastante directa a lo que fue la Gestapo y otras formaciones policíacas en las que no siempre estaba la defensa del ciudadano como directriz y más bien el hecho de salvaguardar los intereses de El Estado (con mayúsculas) que a fin de cuentas formamos todos y por tanto son los mismos que los nuestros, ¿no?
Desde hace algo más de un año todos hemos asistido a una cada vez mayor relevancia de manifestaciones, de quejas que venían por parte del pueblo y calles que de cuando en cuando se llenan pero solo tienen relevancia cuando esto sucede por el fútbol. Si hay un partido de estos llamados clásicos o de importancia mundial, para el que la tenga ya que para otros no es más que un juego, entonces hay mucha más repercusión, los medios no tienen problema en decir que todo el país salió a las calles y es triste decir que es cierto que parece que importa más un pase con un balón que la ausencia de derechos para algunas personas.
Ya no importa que alguien no tenga un lugar para vivir o para comer, para los mandatarios lo que suceda con su pueblo es algo que no está en la lista de prioridades. Sí, alguno dirá que esto no es así pero será que yo soy muy tonto y no logro entender que en un momento en que los salarios (los que tienen) amenazan con desaparecer ya que lo que importa es que el empleo aumente pero no las condiciones del mismo, un momento en que la gente cada vez puede gastar menos en cuestiones que no sean necesarias, un momento en el que es totalmente incomprensible que la decisión del gobierno (con minúscula que no se merece otra cosa) sea aumentar el IVA para incentivar el consumo. ¿Os ha quedado claro? No, a mí tampoco. Usaré la frase de Quino de “Famalda, ¿podés venir un motenmito?”, pues eso.
Pero lo peor es que se ha permitido que la policía, esa fuerza del orden que debe servir y proteger (¿a quién?), se convierta en un perro de presa que golpea primero y pregunta después. Un mundo en el que si te quejas eres un rojo o un sociata, o apelativos peores que intentan denigrar a la gente por sus ideas y sentimientos, precisamente por esos pensamientos que hacen que se decida que lo que está pasando es indignante es por lo que se golpea, se hacen brechas en la cara y en el alma mientras en su butaca de cuero alguien sonríe disfrutando del espectáculo.
Por suerte todo tiene su límite y esos mismos galgos han decidido que ya bastaba, al menos algunos, y han plantado cara a sus amos, han mordido la mano que les daba de comer. No solo ellos, militares, bomberos, funcionarios y un largo suma y sigue que deja claro que de momento queremos seguir siendo personas, que nos importan los demás y que en el fondo de nuestros corazones nadie va a manejarnos.
No todo es bueno y también, al igual que todos nos hemos convertido en un enorme Gran Hermano también nosotros mismos somos esa Policía del Pensamiento. Parte de la popularización de las redes sociales ha conllevado que de pronto estemos concienciados, seamos solidarios y nos apoyemos entre nosotros aunque en realidad solo sea sentados desde nuestra casa, escribiendo en nuestro ordenador y sin tomar mayor implicación. Nos creemos salvadores de la humanidad y estamos muy lejos de ser siquiera parte de ella en el momento en que hemos decidido que es mejor una relación virtual que el vernos cara a cara. Esto ha conllevado que además nos creamos jueces y ejecutores de las opiniones de los demás, que cuando alguien no esté conforme con nosotros lo demonicemos, intentemos convertirlo en un paria y no respetemos una idea que puede estar o no equivocada pero que es igual de válida que las nuestras propias.
El cerebro humano pesa 1400 gramos. Un salmonete también.
Doc Pastor
Escribo de cine, cómic y lo que haga falta (ahora un libro divulgativo). Fundador-Director Editorial de Ruta 42, coleo por más sitios. Mi perrito se llama Loki.
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