Distopías sociales en la actualidad cotidiana (3): La quema de libros

Publicado el 08 septiembre 2012 por Ruta42 @ruta42

La novela Fahrenheit 451 nos habla sobre un bombero que por órdenes de sus gobernantes debe quemar libros, así se evita el pensamiento libre, el conocimiento y que el pueblo tenga armas para defenderse.

Esto no es algo precisamente irreal y está claro que Ray Bradbury tomo de referencia las no muy lejanas piras que se hicieron durante el auge del nazismo. No olvidemos que el título salió publicado en 1953 con lo que la caza de brujas que encabezaba el senador Joseph McCarthy estaba a la orden del día, un momento en el que nadie estaba fuera de sospecha y podía ser acusado por su vecino. La paranoia estaba servida y el estado solo tenía que elegir la potencia del fuego de su sarten, los filetes ya saltaban solos dentro.

Es increíble lo que llegamos a hacer por miedo, ignorancia y por ansias de poder. Se buscan formas de controlar a los demás y de arrancar de sus manos el conocimiento que tienen, se arrancan las hojas que forman parte del alma y se borra la tinta que antes marcaba el corazón.

Hoy no se hace esto. Ninguno recordamos que nuestro gobierno haya proclamado que debe hacerse una hoguera de libros y terminar con ellos, no se recluta a gente y nadie nos dice que leer nos impide ser felices. No hay carteles por la calle en los que veamos “¡Obedece! ¡No pienses!” pero sí hay policía que nos golpea si nos pasamos de la raya, algo de lo que se habló en la anterior entrega de esta serie.

Es cierto, no se queman libros, solo se impide que un gran sector de la población pueda acceder hasta ellos y además con la excusa de la situación económica en la que vivimos, y en la que según los que nos dirigen lo que ayuda es encarecer los precios en lugar de justo lo contrario. Seamos sinceros, la puñalada trapera que se ha metido a la cultura (y a más, ya que ahora morirse pasa a ser un lujo) en este país huele a venganza y a intenciones bastante menos piadosas que el lograr una mejoría para todos los ciudadanos.

Las hogueras no inundarán nuestras calles pero si el propósito de las mismas era evitar que la gente accediera a las obras literarias, ¿qué diferencia hay ahora en que el IVA que cargaba este sector (y otros) ha hecho algo más que duplicarse? Pocas opciones hay. Estarán las empresas que decidan ser ellas las que asuman ese coste extra, al menos al principio pero que probablemente les resulte insostenible a la larga, algunos editores sencillamente no podrán con esto y se verán obligados a cerrar (de hecho ya ha pasado) ya que trabajan a un nivel mucho más reducido siendo imposible que hagan nada más que tener que dejar morir las letras.

Hasta hace poco se consideraba que la cultura, la higiene, la muerte (inesperada y siempre mala invitada) y una lista bastante más larga eran hechos básicos, de primera necesidad y que nosotros, el pueblo, teníamos que tener libre acceso a ello para pasar el día a día de nuestra vida de una forma tranquila. Ahora ya no, hay que acostumbrarse a que los lujos son para los ricos, esto son lujos y los ricos son… (introduzca aquí el nombre que prefiera).

Un aplauso. No se puede hacer más. Sin violencia. Sin Fuego. No ha hecho falta.

Doc Pastor

Escribo de cine, cómic y lo que haga falta (ahora un libro divulgativo). Fundador-Director Editorial de Ruta 42, coleo por más sitios. Mi perrito se llama Loki.

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