Distrital 2016: Estrenos mexicanos/I

Publicado el 23 enero 2016 por Diezmartinez
La sexta edición de Distrital inició el pasado jueves por la noche con la presentación del clásico restaurado En Viaje a Italia (Rossellini, 1953) y continuará hasta el próximo 11 de febrero en distintas sedes físicas -Cine Diana, Cineteca Nacional, Cine Tonalá y otras más-, además de varias sedes digitales, pues por vez primera -por lo menos en México- buena parte de su programación estará disponible de forma gratuita en Mubi, Cinema Uno, Cinepolis Clik y Festival Scope.
De hecho, en esta última plataforma estará disponible parte de su programación nacional, pues una de las cartas fuertes -en su extensa selección de más de 160 películas- es, precisamente, la sección titulada como "estrenos mexicanos", conformada por 8 filmes nacionales recientes.
Para ser estrictos, no todos ellos son "estrenos", pues alguno que otro ya pudo ser visto en otros festivales nacionales aunque, eso sí, la selección del festival dirigido por Paula Astorga es un muy poco más afortunada -¿acaso por ser más rigurosa?
En fin: pude ver Plan Sexenal (México, 2014), opera prima del hombre orquesta Santiago Cendejas -director/guionista/editor/músico/coproductor- en Morelia 2014.Estamos en el DF -cuando todavía se llamaba así- y se viven tiempos de caos. Hay golpe de Estado, levantamiento popular, toque de queda, el Corona Capital o todos los anteriores. No hay energía eléctrica tampoco, así que la gente se esconde en sus casas y se duerme temprano. Menos Juan y Mercedes (Harold Torres y Edwarda Gurrola), que gracias a "un inventito", no solo tienen luz en su casa sino que, además, organizan una pachanga que, de todas formas, tienen que cancelar cuando un policía (Noé Hernández) llega a su puerta a advertirles que están molestando a los vecinos. La noche se torna ominosa por las amenazas apenas embozadas del susodicho cuico, porque hay un misterioso vagabundo que se aparece frente a la casa y no se quiere ir, porque alguien rompe el cristal de la ventana con un tabique y porque, además, parece que hay bronquitas no resueltas entre Juan y Mercedes. Sin embargo, cuando uno cree que está viendo la versión nacional de algún thriller paranoico del tipo deLa Noche de la Expiación (De Monaco, 2013) o algo por el estilo, el filme toma un camino claramente dostoiveskiano. Una cinta no del todo redonda, pero siempre interesante.Por su parte, Lucifer (Bélgica-México,2014), tercer largometraje de Gust van den Berghe, pude verlo en el Riviera Maya 2015. El Lucifer del título (Gabino Rodríguez, en película sabática lejos de Nicolás Pereda) llega a un pueblo mexicano a jugar con la vida y el destino de una familia formada por la anciana Lupita (María Acosta), su transa hermano borrachales Emanuel (Jerónimo Soto Bravo) y la nieta de ella, la crédula jovencita María (Norma Pablo).
El guión, escrito por el propio cineasta, está basado en una pieza homónima del siglo XVII escrita por el poeta y dramaturgo Joost van den Vondel. Así pues, en los tres actos en el que está dividido el filme -Paraíso, Pecado y Milagro- vemos lo que provoca Lucifer al empujar a estos inocentes e ingenuos seres humanos a seguir sus deseos, sus impulsos, sus creencias. A seguir, qué remedio, su naturaleza humana.Sin embargo, si la película merece la revisión -y vaya que la merece- no es tanto por la historia, sino por su muy curiosa puesta en imágenes. El director y su fotógrafo Hans Bruch Jr. usaron  un filtro circular creado específicamente para esta película, de tal forma que más que encuadres, lo que vemos son -permítame el neologismo- "enredondos". Así pues, la circularidad de la imagen en movimiento del tondoscopio -así fue bautizado este formato por el propio director- nos remite, inevitablemente, a las imágenes medievales boschianas, lo que resulta perfecto para el tipo de historia que estamos viendo.Por supuesto, cuando pasa la novedad y uno se ha acostumbrado al formato -al tondoscopio, como fue bautizado por van den Berghe-, lo que queda es la historia que, con todo y su carga filosófica y alegórica, debo confesar que no me entusiasmó tanto como la curiosa puesta en imágenes.