Doblepreguntas y doblepensamientos

Publicado el 13 diciembre 2013 por Vigilis @vigilis
Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado, pero a la mitad de los grupos del Parlamento de Cataluña eso les da igual. Se reúnen "de urgencia" en uno de sus fastuosos palacios para poner cara de hombre de Estado y afirmar gravemente que la gente empadronada en Cataluña va a poder quitarle un derecho a quienes no lo están. Porque sí. Porque ellos lo valen.

Qué andares, qué pelazo, qué corte del traje que le disimula la barrigola.

Tan ilegal sería si contaran con el apoyo del 100% de la cámara e incluso con el 100% de la población (caso que daría pie a otros análisis, aún dentro de esa ilegalidad). CiU, que tantas veces ha pactado mayorías parlamentarias con los gobiernos de España de uno y otro color, puede que tenga las cosas sólo un poco más claras que los altramuces de las CUP y los psico-veganos de ERC. La formulación de la doblepregunta del doblepensar coincide punto por punto con lo que dicen en su propaganda: ir hacia el "estado propio". A un lado por tanto se queda la reivindicación de secesión de ERC.
La formulación de la pregunta —en el caso escocés, al ser pactada entre Londres y Edimburgo la elaboraron con tiento— responde por tanto a las aspiraciones de CiU: juegan con que salga el estado propio y si sale la independencia, de carambola, también ganan. ¿Y qué es el estado propio? Nadie lo sabe. Esa indefinición de quinceañera es el signo de este tiempo político.

La tele catalana tiene que ser una juerga. Pumba y zasca y dale y venga. Momento histórico tras momento histórico. Un no parar.

Ya sabéis que el doblepensar se formulará con una primera pregunta: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado (guiño, guiño)? a la que sigue una segunda pregunta ¿En caso afirmativo quiere que sea un Estado independiente (guiño, guiño, guiño, codazo)? Soy gallego y cuando pienso cómo podría responder a algo así, me sangra la nariz, me dan vahídos y caigo desplomado al suelo. Ni entre los politólogos que conozco encuentro solución al dilema planteado a puerta cerrada por estos gualdrapas cleptocráticos.
Y entre todas las reflexiones que sugiere el tema, hay una muy curiosa que aparece a lo lejos. La idea de que soporto mejor a un secesionista claro que a un semi-secesionista. Es similar a lo que me pasa con los ateos y los agnósticos. Yo me puedo tomar un café tranquilamente con un ateo: ambos sabemos dónde están nuestras fronteras mentales. Sin problema. Pero un agnóstico que me intenta camelar con un sí pero no y con un "hablemos de ello". Sólo me sugiere golpearle un ojo con el azucarero.

Ah, ser hombre de estado. Qué mal pagado viaje.

En esto están los del partido comunista. Para ellos, la doblepregunta del doblepensar "visibiliza" a quienes desean un estado federal o confederal. Pasemos por alto que los vecinos de Cataluña no pueden decidir sobre la configuración elemental de España, detengámonos en la cacharrada de la "visibilización". ¿Qué oportunidad de visibilización le dan a quienes quieren que desaparezca la autonomía catalana? ¿Dónde está la visibilización para quienes quieren que Barcelona sea una comunidad autónoma? Solamente quieren visibilizar lo que les interesa. Me parece políticamente legítimo, pero que no jueguen. Bastante agradecidos deberían estar con que se les permita ser un partido legal. (Esto último no lo digo gratuitamente: sigo las conferencias que dan por toda España los comunistas y en ellas hablan abiertamente en términos golpistas, contra la Constitución y el "sistema representativo". Ya avisaron algunos en su día que en momentos de crisis los totalitarios aumentan sus apoyos).

Ese leve guiñar los ojos, vislumbrando un mañana hermoso. La voluntad de un pueblo empujándote hacia un destino maravilloso, hacia una promesa, hacia un éter.

Pues con estos ingredientes, tres iluminados a puerta cerrada pretenden decidir el futuro de todos los españoles. Poco importa el tecnicismo de la consulta que desean. Una vez situados en la ilegalidad pueden contar los votos como les de la gana. Perfectamente pueden decidir que los votos del "no" sean considerados nulos. Al estar en la ilegalidad se mueven en el "momento cero". Un momento sin leyes ni nada que se pueda dar por seguro.
Es cierto que los partidos turnistas se oponen frontalmente a esta consulta ilegal. El presidente del gobierno se muestra firme frente a la secesión. No tanta firmeza o claridad se le ve cuando se trata del asunto del "Estado propio dependiente". Del líder de la oposición se sustrae todavía una mayor indefinición: ¿acaso alguien piensa que si el PSOE necesita a ERC en el Congreso no cederá hasta los calzoncillos? Viendo la emergencia del Frente Popular y la descomposición de los turnistas, el escenario político nos lleva nuevamente al mercadeo persa: una financiación autonómica bilateral con Cataluña que incluya una docena de vírgenes y un camión de miguelitos para el Junqueras. El espacio para negociar en estos términos es infinito: un tribunal constitucional ad hoc para Cataluña, ceder competencias en pesos y medidas, llevar a un representante de la Generalitat a las cumbres internacionales... Todo dentro de la legalidad. ¿Alguien lo duda? Como alguien de una comunidad autónoma que necesita el aporte del resto de España para que las viudas de Lugo no se arrastren por el fango, no puedo sino denunciar este cachondeo. Y al mismo tiempo soy incapaz de comprender la camaradería de mis convecinos secesionistas con los secesionistas catalanes. ¿Desconocen quién va a pagar toda esta juerga? Las viudas de Lugo.

Esto es muy raro. ¿No es una muñeira?

Una última duda que suscita la última eyaculación de la cleptocracia catalana es qué ocurre si el resultado del referéndum es anormal en algunos lugares. ¿Les darán a ellos la capacidad de hacer su propia consulta o no? Sospecho la respuesta.
El elefante en la sala
Sería incauto e irresponsable desconocer que al margen del movimiento político, e incluso teniendo en cuenta el ascenso de Ciudadanos, una parte muy importante de la sociedad catalana está cortando amarras con el resto de España y del mundo occidental. Dicen que los problemas que no tienen solución no son problemas. En este caso al haber soluciones sí se puede identificar este desapego como un problema.

No hablaré de los afectos ni de la tradición de convivencia —que en no pocas ocasiones incluyó derramar juntos sangre frente a un enemigo exterior—, pero sí hablaré del sorprendente y paradójico hecho de que Cataluña sea la región con más nacidos en otras regiones de España. Si buscáramos la pureza de sangre en Cataluña nos quedarían cuatro tipos en zonas remotas de la montaña. Dentro de esta contradicción se establece el terreno de juego.
¿Qué hacer por tanto al margen de la respuesta legal? ¿Cómo cambiar la opinión de la gente? Se tiende a pensar que movimientos demócratas-constitucionalistas tensarán la cuerda y radicalizarán las posiciones (no olvido que en Cataluña a ciertos partidos ya les atacan las sedes y a ciertos políticos ya les revientan sus actos). Si hay que ser pragmáticos —y en política hay que serlo o si no se corre el riesgo de fabricar hermosas estatuillas de jade que nadie comprará—, lo único que queda es apoyar a quienes no están dentro del conchabeo secesionista. Esto deja al margen a PP y PSOE, siempre dispuestos a negociar con ERC o CiU. Serán otros partidos, asociaciones y fundaciones los que tendrán que aumentar su presencia en ciudades, pueblos y medios de comunicación. ¿De qué sirve tu programa y tu pragmatismo si careces de medios para que te hagan caso? Dinero, afiliación, presencia. He ahí el secreto. Y desde fuera ¿qué hacer? Ser más pesados que los pesados.

"99 cosas que tenemos que aniquilar si queremos ser independientes". Un libro fresquito y desenfadado. De humor. Jijí y jajá.

Veo a gente que lleva décadas diciendo lo mismo, incansablemente. Al final, por pesados, esos son los que ganan. Las apuestas seguras. La inversión a largo plazo que siempre es la más rentable pese al espejismo de la especulación en corto. Y cómo no, dado que tenemos un problema con nuestros políticos en toda España, también dar pasos para la reforma institucional (en particular lo de que cada comunidad sea responsable de sus ingresos, e incluso eliminar alguna autonomía). Una pena que la gente más valiosa esté en el sector privado y tenga que dedicar tiempo a pagar la hipoteca. Porque eso nos deja con una capacidad de elección reducida. Pero no desconozco que en política los frontrunner son lo de menos: cuando tienes organización y financiación, tus frontrunner son intercambiables.
En resumen, cambiar la opinión de la sociedad. Esto se hace participando en el frente político, en el mediático y en el asociacionismo de toda clase (los comunistas esto último lo tienen muy claro: tienen asociaciones de una o dos personas que a su vez forman parte de otras asociaciones para así dar la impresión de contar con un amplio tejido asociativo). Cada uno en la medida de sus posibilidades tendrá que tomar partido.
—Yo no quiero tomar partido.
Tú mismo, otros lo harán en tu nombre sin preguntarte.