Doce campanadas y un beso es una secuela de Bésame y vente conmigo. Una historia corta en la que nos reencontramos con personajes como Celia, Álvaro, Nico, Max y, sobre todo, mi favorito, el abuelo Cele. ¡Qué encanto de hombre! También aquí jugará un papel muy importante en cierto momento. Un rol que nos sacará una sonrisa, sin duda alguna. Sin embargo, a pesar de la aparición de estos personajes, los protagonistas de esta novela son Diego y Vanesa.En la boda de Celia y Álvaro uno de los invitados no parece disfrutar del momento... Diego ha vuelto a Tarabán para empezar de nuevo. Viudo y con dos niñas, es demasiado joven para vivir de recuerdos pero su trabajo como veterinario rural y su agotador día a día de padre en solitario no le dejan ni el tiempo ni las ganas de volver a enamorarse. El mismo día del enlace más esperado en el pueblo, tropieza con una rubia agente de la guardia civil con muy malas pulgas y muchas ganas de poner multas, que pondrá su vida del revés. Vanesa es un soplo de aire fresco, desafío y pasión, suave como una mariposa y dura como el acero. El amor llega como un regalo inesperado pero Vanesa ha escogido una profesión de alto riesgo. Diego ya sabe lo que perder a la mujer que amas, y el miedo a tener que pasar de nuevo por lo mismo pondrá las cosas aun más difíciles. Aunque, quién sabe, quizá hay que creer en la magia de la última noche del año...
Todo comienza con la boda de Celia y Álvaro, a la que Vanesa no puede asistir por cuestiones de trabajo. Y será eso mismo, el propio trabajo de la chica, lo que hará que los protagonistas se conozcan de una forma más que cómica; con una multa. Y es que una infracción de tráfico de él y un poco de exageración con tintes de mal humor por parte de ella, será el escenario de ese primer encuentro. Los personajes son complicados, como cualquier ser humano, y llevan tal peso sobre sus espaldas que temen dar un paso en falso, algo que será un gran problema en determinado momento. Todo se complicará, y ahí será cuando entre en escena el entrañable abuelo Cele, dispuesto a hacer su magia de nuevo. ¿Hay algo que este hombre no pueda conseguir? Desde luego tiene ideas muy tiernas y completamente acertadas. Planes que consiguen el objetivo que tienen.
Al llegar a la plaza, Diego fue directo en el mesón y salió de allí con un vaso de tubo en la mano. Se apoyó en una esquina solitaria y se dedicó aobservar al personal. El baile estaba a reventar de gente. No le costódistinguir a la mayoría de guardias jóvenes del cuartel. En realidad sus ojosbuscaban a Vanesa que, entre risas y bromas, empezó a perrear con otroguardia jovencillo en cuanto comenzó a sonar una canción de DaddyYankee. Con tanto contoneo y refriega, aquello era lo más parecido a unadanza del apareamiento. Diego dio un trago sin dejar de mirar a Vanessa,tenía gracia para moverse. La Naturaleza en estado puro, pensó por defectoprofesional. Instinto animal: la hembra se ofrece y el macho se encela porcubrirla. Con algo muy similar a la rabia bulléndole en la boca del estómago, Diego entornó los ojos y desechó de manera tajante las comparaciones zoológicas.Olivia Ardey nos tiene acostumbrados a historias simplemente geniales que están cimentadas con mucho, mucho humor. Y en Doce campanadas y un beso no iba a ser menos. Veremos calamares clavados en la puerta de la casa, declaraciones que nos sacarán una sonrisa y alguna que otra carcajada...Juegos de palabras y adivinanzas que no son lo que en un primer momento parecen.
Los personajes son complicados, como cualquier ser humano, y llevan tal peso sobre sus espaldas que temen dar un paso en falso, algo que será un gran problema en un determinado momento sobre todo. Todo se complicará, y ahí será cuanto entre en escena el entrañable abuelo Cele, dispuesto a hacer su magia de nuevo. ¿Hay algo que él no pueda conseguir? Desde luego es innegable que tiene ideas muy tiernas y efectivas. Consigue siempre lo que se propone.
En definitiva, se trata de una historia corta en la que vemos la huella literaria de Olivia. Su estilo es palpable página tras páginas. La vemos en las respuestas ácidas que se dan, en la cuidada narrativa...La narración es brillante, adictiva. Una novela que no podremos dejar hasta acabarla. Un claro ejemplo del motivo por el cual la autora se está convirtiendo en una de las escritoras más importantes del panorama romántico de nuestro país.