Una película imprescindible, la obra maestra de Sidney Lumet, que funciona como un mecanismo de relojería y que muestra en el transcurso de apenas hora y media como la completa certeza unánime de un jurado puede convertirse en una duda razonable.
Recomendable para todo el mundo. Es una de esas películas que nos deberían proyectar cuando crecemos para comprender que es difícil juzgar a los demás, que las apariencias quizás no tengan que ver con la realidad, que no hay que apresurarse en sacar conclusiones, que las mayorías no siempre son justa e inteligentes y que el respeto a los demás debería regir nuestras vidas pero a menudo somos egoístas, tenemos prejuicios y no pensamos poniéndonos en el pellejo de otros.
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