Raro:
- adj. Que se comporta de un modo inhabitual, extraordinario, poco común o frecuente, escaso en su clase o especie, insigne, sobresaliente o excelente en su línea, extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse, dicho principalmente de un gas enrarecido: Que tiene poca densidad y consistencia.
Sin duda se trata de una consulta extensa, pues así lo requiere el hablar de la personalidad, en especial de sus alteraciones o trastornos, un tema que pertenece a los Psiquiatras, pero que también compartimos los médicos de familia y la propia comunidad.
El trastorno de la personalidad es un patrón permanente del comportamiento que se aparta de la cultura de un sujeto/persona. Este patrón hace que el individuo interprete la realidad de una forma peculiar, existiendo habitualmente alteraciones afectivas e instintivas que le provocan un intenso malestar y dificultades en las relaciones con los demás.
Sufren esta alteración aquellas personas que, por una u otra razón, complican y dificultan su propia vida y condicionan la de los demás. Su consideración como enfermos mentales es difícil o no debiera, al menos como lo entiende la psiquiatría moderna, pero si son personas que sufren y hacen padecer a su entorno próximo ya sean familiares, amigos, conocidos, compañeros de trabajo o incluso a desconocidos que se cruzan en su camino.
Introvertidos en su forma de ser, desconfiados, suspicaces, a veces teatral, inseguros, dependiente, egoísta, rígida, perfeccionista y a veces vanidosa… en cualquier caso rara, peculiar, distinta, excéntrica, a veces insoportable, irritante, difícil, excéntrica, problemática e inaguantable, si bien existen variedades y tipos muy diversos con características también muy dispares.
De los vistos en consulta, voy a presentar los más significativos y si en alguno de ellos alguien pudiera verse reflejado, no es cuestión de asustarse ni de alterarse, sino de acudir al profesional médico, por qué sin duda tanto usted como sus allegados lo agradecerán.
Una de las alteraciones de la forma de ser más frecuente y también más problemática es el llamado Trastorno Paranoide de la Personalidad, veamos como son.
Trastorno paranoide de la personalidad
Son ante todo personas desconfiadas y suspicaces. Algo característico del mundo paranoide es la interpretación maliciosa de todo lo que les rodea. Creen que los otros, todos los demás, quieren aprovecharse de ellos, hacerles daño, engañarles. Pero todo ello sin pruebas ni evidencias, solo meras intuiciones a las que llega por caminos sumamente curiosos y a las que otorga una certeza incuestionable. Ven mal donde no lo hay. Un halago pueden interpretarlo como una burla, una frase aséptica y banal pueden sacarla de contexto atribuyéndole un significado hostil, una mirada acaba siendo un desafío, una sonrisa les parece una mofa, un gesto, una afrenta y hasta una caricia puede ser percibida como una prueba irrefutable del daño que más tarde querrán infligir. Rencorosos e incapaces de olvidar los insultos, ofensas e injurias de los que creen haber sido objeto. Con frecuencia reaccionan de forma irascible y colérica, si se sienten atacados (que es casi siempre) difícilmente darán su brazo a torcer en una discusión, por banal e intrascendente que sea el tema. También suelen ser celosos, por lo que frecuentemente imaginan ser engañados por su cónyuge, sin ninguna prueba (como siempre), solo sospechas, sospechas y más sospechas sin base ni rigor, pero capaces de mortificar a su pareja, llegando a convertir las relaciones afectivas en un auténtico calvario. Cualquier gesto, comentario o ademán puede interpretarlo como una muestra de infidelidad. Si la falda de su compañera es algo corta y el escote moderadamente generoso es que quiere llamar la atención para ligar, sacan todo de contexto con un tinte negativo basado en la desconfianza, el recelo y la suspicacia. Suelen formar parte de grupos sectarios y fanáticos fuertemente cohesionados junto a otros, compartiendo valores y creencias, muchos líderes de sectas destructivas y de grupos terroristas tienen este tipo de personalidad insegura e inmadura que ven en la rigidez y radicalidad de sus ideas la seguridad de la que adolecen.
Trastorno esquizoide de la personalidad
Es otro individuo complicado y de difícil trato, paradigma de la introversión y el aislamiento. Suelen ser fríos, introvertidos, retraídos, aislados del mundo, son esos grandes lobos solitarios, valga la expresión.
Solitario empedernido que disfruta con su soledad y ostracismo, se siente muy cómodo cuando está solo, alejado del contacto de los demás, recluido en su particular y peculiar mundo interno, pasa de los otros, le importan escasamente las opiniones ajenas, le resulta indiferente la imagen que pueda ofrecer al resto de sus congéneres. Su afectividad es fría, distante, con pocos gestos y expresiones faciales, no se encoleriza ni alegra, no se disgusta ni disfruta o al menos no lo demuestran. Sus relaciones afectivas y sentimentales son escasas y suelen durar poco dadas sus enormes dificultades para transmitir y recibir afecto. La mayoría permanecen solteros durante toda su vida.
Reaccionan con pasividad ante las adversidades de la vida, pareciendo como si no fueran con ellos, como si no les afectan, como si estuvieran en otro mundo, en “otra historia”, y es que en cierto modo es así.
Suelen trabajar de la misma forma en que viven, en soledad, sus actividades profesionales giran con frecuencia en torno a la informática (muchos de los adictos a Internet tienen una personalidad esquizoide) y a las ciencias exactas, fundamentalmente matemáticas. También suelen dedicarse a la pintura, la escritura o la escultura. Todo aquello que pueda realizarse en soledad y lejos del contacto con otras personas es de su agrado. Su personalidad le impide o dificulta trabajar como relaciones públicas o agente comercial y si se ven obligados a ello suelen durar muy poco.
Trastorno narcisista de la personalidad
Enamorados de sí mismos, prepotentes, altivos, arrogantes y presuntuosos, se creen el ombligo del mundo. Exagera sus logros y éxitos, menosprecia y devalúa los de los demás. No soportan que alguien esté por encima de ellos, no tolera las críticas, se cree superior, especial, único, diferente e importante, no son como la gente corriente y como tal se conducen y actúan. Siempre esperan un trato especial y si no es así surge el enfrentamiento y la agresividad. Prepotencia y falta de sensibilidad hacia los deseos de los otros les lleva a explotar a su prójimo de mala manera. Auténticos “trepas” no dudan en escalar a costa de los esfuerzos y sufrimientos de sus semejantes. Envidiosos, se creen merecedores de los logros, éxitos y privilegios. Con un comportamiento arrogante, soberbio, altivo y a veces cruel, se consideran de “otra categoría”.
Pero… ¿Qué se esconde tras tanta arrogancia? Casi siempre un concepto de sí mismo bajo y endeble. El narcisista amaga su inseguridad detrás de una coraza de vanidad y suficiencia. Pese a no expresarse tácitamente ni reconocerlo, las críticas los hunden, les humillan y dañan. Débiles, inseguros, inmaduros e intolerantes ante la frustración dan pena más que admiración.
Trastorno histriónico de la personalidad
Histrión significa actor, precisamente su característica fundamental, tienen la necesidad permanente de llamar la atención, de ser el centro o cuando menos intentarlo. Provocador nato, en su vestimenta, gestualmente, hablando y en los silencios. Visten llamativamente y consumen mucho tiempo y dinero en arreglarse. Con un lenguaje ampuloso, pretencioso, exagerado, pero carente de rigor y vacío, se muestran teatrales, dramáticos y llamativos, su objetivo principal es no pasar desapercibidos. Emocionalmente superficiales y cambiantes, pasan de la sonrisa al llanto en un plis plas. Sexual y afectivamente frívolos, con relaciones endebles intentan controlar al compañero a la par que dependen de él de forma anómala, son picaflores como diría mi amigo Mario. También lo son en su ámbito laboral, en el que buscan la novedad y excitación sin soportar la rutina ni el aburrirse. Suelen empezar proyectos con ilusión y entusiasmo, lisándolos con la misma facilidad como los crearon. Lo que hoy es una idea magnífica, mañana es ruinosa y carente de importancia e interés. Muy sugestionables e influenciables, suelen integrarse en grupos sectarios y radicales en donde son los fieles seguidores del líder, al que intentan seducir, resultando al final ser seductores seducidos.
Sufren y hacen sufrir, complican la convivencia, cansando al más paciente, haciéndose insoportables, egocéntricos y muy manipuladores, logrando el efecto contrario al que persiguen quedándose más solos que la una.
Trastorno obsesivo de la personalidad
Se preocupan excesiva e irracionalmente por el orden, el perfeccionismo y el autocontrol.
Rígidos y carentes de espontaneidad, siempre preocupados por las reglas, por los detalles triviales, por la puntualidad y por las formalidades, por todo lo accesorio en detrimento muchas veces de lo fundamental.
Son muy escrupulosos, cuidadosos, repitiendo un trabajo hasta lograr la perfección, perdiendo mucho tiempo y fracasando en su empeño por el afán y necesidad de perfección.
Suele ser un adicto al trabajo para conseguir sus objetivos laborales. Las vacaciones y el descanso suelen vivirlos como una pérdida de tiempo (que les genera cierto malestar). Con una moral estricta, ética sumamente rígida y valores inflexibles. Rígidos con la conducta de los demás, pero sobre todo con la suya propia. Suelen ser avaras y tacañas controlando los gastos e ingresos minuciosamente hasta agobiar, anotándolo todo, llevan cuentas de todo, lo guardan todo, teniendo auténticos museos de ropa en desuso, utensilios rotos, revistas o cualquier otro objeto, suelen decir: “uno no sabe cuando va a necesitar alguna cosa”. Les cuesta delegar o no saben hacerlo por su tendencia al orden y a la perfección, obligando a hacer las cosas personalmente, cargándose de trabajo. Su vida afectiva y sentimental es peculiarmente triste, manteniendo las formas y la seriedad en lo que hacen e incluso en la expresividad emocional, son moderación y represión permanente. Raramente, se comportan espontáneamente, la ternura y la sensibilidad son una rara avis, al igual que la despreocupación, siendo la convivencia sosa y aburrida.
Trastorno de la personalidad por dependencia
Se caracteriza por la necesidad enfermiza de que los demás tomen las decisiones que debería tomar el propio sujeto. La sumisión hacia los otros es enfermiza, preocupante y patológica. Por ejemplo, no saben qué camisa ponerse, qué coche comprar o simplemente qué comida preparar. Tampoco saben elegir sus amistades, ni sus trabajos, ni siquiera su lugar de residencia. Necesitan siempre del otro – padre, esposo, amigo o amante – para poder vivir.
Se sienten tan inseguros e incapaces, solos que tragarán carros y carretas antes de mostrar su desaprobación o disconformidad, por miedo a perder a la persona de la que dependen, por miedo a perder a su valedor. Algunas mujeres que sufren malos tratos un perfil de personalidad de este tipo, lo que en cierta manera fomenta y mantiene la situación vejatoria.
Son personas que adolecen de confianza en sí mismos y necesitan el apoyo de los demás para empezar cualquier tipo de actividad por intrascendente que sea. Su necesidad patológica de dependencia es tan intensa que muchas veces rechazan determinadas actividades que saben hacer por miedo a ser incompetentes y perder el apoyo y auxilio que hasta ese momento tenían.
Están dispuestos a soportar cualquier cosa (agresiones, humillaciones, insultos, malos tratos…) con tal de no ser abandonados por su “protector-protectora”. Lo aguantan todo. Todo menos el desamparo y la soledad.
En el plano amoroso y afectivo, si la relación se trunca, enseguida buscan otra que les proporcione el cuidado y apoyo que creen necesitar de forma enfermiza. Esta creencia ilógica, absurda e irracional de necesidad de protección les lleva a agarrarse a un clavo ardiendo y empezar muchas veces relaciones condenadas de antemano al fracaso.
Estas personas con una personalidad dependiente en exceso suelen ser pesimistas, inseguras y con una autoestima por los suelos. Buscan ser dominadas por los demás, pues solo así se sienten más o menos felices y seguros. En el trabajo rechazan cualquier tipo de ascenso que signifique mayores responsabilidades y en consecuencia mayor capacidad de decisión. No quieren ascender ni promocionarse. Están bien en puestos discretos, fáciles de gestionar. No quieren brillar, eso les hace sufrir. Que sean otros los que asciendan, avancen o mejoren en su nivel profesional. No les importa, ellos están muy a gusto siendo dóciles y grises.
Para acabar, si alguien cree reconocerse o reconocer a alguien cercano en las descripciones anteriores o se ha visto reflejado en alguna de ellas, es conveniente iniciar cuanto antes un tratamiento para intentar modificar los rasgos más conflictivos de su personalidad, una tarea árida pero posible. El trabajo es duro, pero compensa, no hay que desanimarse, intentarlo con energía y decisión, querer es poder como todo en la vida es la clave. En todo caso, si no es capaz de cambiar su forma de ser, al menos puede aprenderse a vivir con ella, a aceptarse y ser razonablemente feliz.
Un poquito más de información
- Nadie tiene una personalidad absolutamente perfecta y equilibrada. Todos presentamos rasgos anómalos que se entremezclan y pueden complicar nuestras relaciones y niveles de comunicación.
- Se produce un trastorno de personalidad cuando dichos rasgos son tan rígidos, estereotipados y pertinaces que dificultan gravemente nuestras relaciones con el entorno o con nosotros mismos.
- En ningún caso se debe confundir un trastorno de personalidad con la enfermedad mental. Una cosa es ser paranoide, es decir, muy desconfiado y suspicaz, y otra muy distinta ser paranoico, esto es, tener ideas delirantes (falsas e irrebatibles) referentes a la fidelidad del cónyuge o de cualquier otro tipo.
- La forma de ser, aunque tiene hondas raíces genéticas, también se configura en función de las relaciones que se establecen entre el individuo y su entorno, siendo, por tanto, modificable.
- Para llevar a cabo una psicoterapia que intente cambiar la personalidad, y en consecuencia la conducta, hay que invertir tiempo y ser constantes. No se trata de ir a contar nuestras penas y calamidades a un terapeuta, sino de trabajar sobre nuestras equivocaciones y traumas y de esta forma dominarlos, modificarlos o simplemente soportarlos y aceptarlos mejor.
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