Hoy muere la persona, pero su memoria y el recuerdo de su inquebrantable lucha por la Sanidad pública, el derecho a una muerte digna y contra los embates privatizadores en la Sanidad, perdurarán en el tiempo mucho más que las ofensas y el nombre de quienes intentaron desprestigiarlo, con una campaña de linchamiento moral e injurias, para derribar a través de su persona un modelo público sanitario.
Ante la altura moral y profesional del doctor Montes, la expresidenta Esperanza Aguirre (apartada de todo cargo por sus relaciones con la corrupción) y su mamporrero Manuel Lamela, exconsejero de Sanidad, (en empresas privadas como premio por laminar lo público) quedarán en esta infamante historia como autores materiales de unas acusaciones falsas y la cacería de brujas que tuvo que padecer el Jefe de Urgencias del Hospital Severo Ochoa por oponerse, desde sus convicciones y su dignidad, a los arrebatos neoliberales de unos gobernantes sin escrúpulos para privatizar los servicios y prestaciones públicos, como la Sanidad.
Descanse en paz este médico leal que ejerció al servicio de los ciudadanos y al que la Justicia reconoció, demasiado tarde como siempre, que no había actuado mal.