Puede que para el registro civil sólo exista un Doctor Mabuse pero ¿cuántos personajes puede encarnar este experto de la mimesis y la manipulación mental? Psiquiatra, marinero borracho, magnate de las finanzas o lo que le venga en ganas mientras siga suelto y su único obstáculo (el procurador fiscal Wenk) no alcance a apresarlo (es decir unos dos tomos cinematográficos)
Estamos en la primera posguerra alemana: las orgías son instituciones, las niñas prostitutas y los homosexuales parte del paisaje, las peleas callejeras casi un deber y el Doctor Mabuse el Enemigo Público Número 1. Regentea una pandilla de delincuentes, actúa científicamente (hipnotizando, secuestrando, usurpando personalidades), el único que sospecha de su misterio – sin razones, dilemas ni amores- es un tipo (Wenk) que no despierta demasiadas simpatías porque no tiene más motores ni objetivos que representar la moral y la ley; y sus dos lemas (los de Mabuse) son terminales: riqueza y poder hasta la locura.