AVISO: La siguiente entrada contiene SPOILERS, no lo leas si no has visto el capítulo.
Dejando a un lado la despedida de los Pond, de la que hablaré más abajo, en este capítulo vuelven unos viejos conocidos: los Weeping Angels, terroríficas estatuas que sólo actúan cuando no las mira nadie pero que te pueden matar o enviarte a un lugar indefinido del pasado para dejarte allí por el reto de tu vida. Los ángeles son una creación de Moffat que aparecieron por primera vez en uno de los capítulos mejor valorados del nuevo DW: Blink, cuando todavía estaba David Tennant. Sin duda son uno de los mejores “enemigos” del Doctor por lo difícil que es luchar contra ellos y por los efectos que causan cuando aparecen. A partir de ahora también serán recordados por ser los causantes de la despedida de los Pond.
Los ángeles toman Manhattan y se llevan con ellos a los Pond, Amy y Rory han sido los acompañantes del undécimo Doctor desde que se regeneró y aunque tengo que reconocer que los acogí con cierto recelo al final me he encariñado con ellos, es imposible no hacerlo después de conocer su historia y después de ver todo lo que han vivido.
El vínculo que se crea entre el Doctor y los humanos que le acompañan durante cierto tiempo es muy especial y único, por eso cuando llega el momento de la separación es muy duro y se siente como si arrancaran un trocito de nuestras vidas. Para el Doctor es trágico, una y otra vez a lo largo de su larga vida ha sufrido tantas despedidas que se podría pensar que ya es inmune al dolor, pero no es así, todas y cada una de las separaciones le duelen en sus dos corazones.
Moffat quería un final digno para los Pond y lo ha creado, un final a la altura de esta gran serie que es mucho más que un entretenimiento y esto lo entenderán bien aquellos whovians que viven la serie de la manera más intensa posible.
A diferencia de la etapa de Russel T. Davies, la etapa de Moffat, como muchos sabemos, tiene la característica de dejar cabos sueltos y algunas incongruencias o cosas “cogidas por los pelos” que pueden ser un poco molestas, aunque compensando esto, están algunos capítulos con una carga emocional tremenda como el maravilloso episodio de Van Gogh, el de la primera aparición de Oswin o sin ir más lejos, este mismo que estoy comentando con el adiós de Amy y Rory. Por este tipo de cosas me debato entre el amor y el odio con Moffat, a veces le adoro por hacerme feliz y otra veces le odio por estropear algunos capítulos con incongruencias o con precipitados finales.
En este caso, sí hay algunas incongruencias pero esta vez prefiero no fijarme en ellas, prefiero quedarme con la sensación de haber disfrutado de un capítulo maravilloso que siempre recordaré y con las escenas que más me han impactado. Amy y Rory lanzándose juntos desde lo alto de una azotea, el último adiós de Amelia Pond justo antes de desaparecer sin que el Doctor tenga ocasión de despedirse (reminiscencia de Rose Tyler) y por supuesto ese momento: This is the story of Amelia Pond and this is how it ends con la pequeña Amelia mirando al cielo con esperanza (otra reminiscencia de Doomsday).