Aunque ya sabíamos de la presencia de salamandras en Oviedo desde hacía mucho tiempo, desde que en 1928 el biólogo José Bernardez recogió unos ejemplares en los taludes de la estación del vasco y los envió a Alemania para que los clasificaran, no fue hasta hace unos pocos años cuando nos pusimos a trabajar en serio con ellas.
Tras los primeros muestreos comprobamos que lejos de ser una especie rara en un ambiente aparentemente tan inhóspito como la ciudad, las salamandras eran muy abundantes y prácticamente no había apenas jardines o parques en los que no hubiera una población de esta especie. Tras siglos de urbanización, las salamandras habían sobrevivido al crecimiento urbano. Incluso dentro de las murallas del casco antiguo, entre las paredes de la catedral y del monasterio de las Pelayas, las salamandras habían llegado hasta nuestros días y se habían adaptado perfectamente a un hábitat muy distinto al que originalmente habían ocupado.
El hecho de que estas salamandras fueran capaces de parir crías completamente metamorfoseadas, que no necesitaban pasar por una fase acuática, como ocurre en la mayoría de las poblaciones de esta especie, habían contribuido sin duda a asegurar su supervivencia en la ciudad.
Hace unos meses, tras ponernos en contacto con la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo para comentarles la historia de nuestras salamandras, surgió la posibilidad de realizar un documental en el que explicáramos la historia de estos increíbles animales y su relación con la ciudad. Y finalmente la idea a llegado a buen puerto y nos han concedido un proyecto para realizarlo con la productora Documentazul S.L., así que os puedo adelantar que dentro de unos meses estará listo y en abierto para que todos los podáis ver.
El guión ya está prácticamente terminado y aprovechando que el otoño es la época de máxima actividad de las salamandras ya hemos comenzado a grabar, tanto en exteriores como en estudio. Con el fin de obtener algunas escenas en las que resultaba necesario utilizar técnicas de aproximación hemos construido un pequeño estudio simulando un pequeño trocito de su hábitat.
El primer paso fue "cortar" un parche de prado, y ponerlo sobre una mesa de jardín. Las hojas y las flores de azafrán silvestre (Colchicum sp.) le daban el toque otoñal que buscábamos. Solo faltaba completar el decorado con algunas piedras y llevarlo todo al estudio, donde sería más fácil controlar la iluminación.
Después de colocar unos focos y unos pantallas translúcidas para difuminar la luz y simular un ambiente de penumbra, comenzamos la grabación. No resulta sencillo, porque al trabajar con una iluminación tan suave y con objetivos macro, es muy normal que los "actores" se salgan del plano, por lo que lo mejor es dejarlos tranquilos y esperar a que sean ellos los que se comporten naturalmente.
Armados de paciencia y después de varias horas conseguimos los primeros planos de una de las hembras con dos de sus crías recién nacidas. Como podéis comprobar, las crías son réplicas en miniatura de los adultos y completamente independientes desde el momento del nacimiento.
Pero como ya he comentado, no todas las poblaciones de salamandra común paren crías completamente metamorfoseadas. En la mayoría de su área de distribución, incluso en muchas poblaciones cercanas a Oviedo, las salamandras paren larvas que necesitan pasar por una fase acuática antes de salir a tierra firme.
Estas larvas acuáticas, al igual que ocurre con las de otros anfibios urodelos, como los tritones, tienen branquias externas con las que son capaces de respirar el oxígeno disuelto en el agua. Asimismo, como podéis comprobar en los dos fotogramas anteriores, están muy poco pigmentadas. Después de un tiempo variable, que depende del estado de desarrollo en el que hayan nacido, las branquias se reabsorberán y abandonará el agua.
En los próximos días continuaremos con la grabación de exteriores. Ya os iré contando los progresos.