DOK.horizonte
Presentada en Hot Docs 2021, donde ha ganado recientemente el Premio Especial del Jurado y el Premio del Público, School of hope (Mohamed El Aboudi, 2021) es una visión del cambio climático desde la perspectiva de los nómadas del desierto de Marruecos, en especial la tribu Oulad Boukais, la última comunidad que permanece con su vida errante a través de un paisaje árido. Con 15 años de sequía constante, los nómadas se han acostumbrado a aprovechar la poca agua que encuentran, muchas veces llena de arcilla, no apta para el consumo. Los miembros de esta tribu estaban acostumbrados a vivir de forma errante, aprovechando la abundancia de agua que encontraban a su paso. Pero las etapas de largas sequías han provocado que tengan que cambiar radicalmente su forma de vivir. Ahora se han convertido en una comunidad sedentaria, instalándose en los pocos lugares donde encuentran agua. Y, paradójicamente, también ha cambiado su perspectiva respecto a la educación, porque antes vivían sin necesidad de ella, pero ahora solo encuentran una perspectiva de futuro para sus hijos a través de la formación.
De esta forma, el director marroquí Mohamed El Aboudi, asentado desde hace años en Finlandia, conecta las consecuencias del cambio climático con la necesidad de la educación en áreas aisladas. En mitad del desierto, a 150 km de la capital, se encuentra una pequeña construcción que se denomina la "escuela de la esperanza", adonde llega un nuevo profesor que forma a los hijos de los Boukais. Cuando pregunta dónde está el baño, el guía que le acompaña señala al desierto. Sin las necesidades básicas, la escuela sin embargo se convierte en la única forma de que los niños encuentren un futuro, de que se conviertan en profesores o médicos, de que aprendan correctamente la lengua para poder abandonar un horizonte inexistente. Esta introducción del tema central de la película, en torno a la educación como instrumento de esperanza, a través de las consecuencias del cambio climático en las tribus nómadas, es uno de los principales valores del documental. Porque, a pesar de las consecuencias que tiene para las tribus nómadas esta permanente sequía, el mensaje que se transmite es de esperanza, a través de algunos momentos que tienen humor, pero sobre todo subrayando la posibilidad de que algunos de estos niños, que asisten a la escuela incluso caminando 12 kilómetros cada día, consigan finalmente continuar sus estudios y tener un futuro diferente. La escuela de la esperanza se convierte así en la escuela por la supervivencia.
DOK.guest Canada
Mencionábamos anteriormente el festival canadiense Hot Docs, y precisamente Canadá es el país invitado de esta edición de DOK.fest, a través de una selección de documentales recientes, entre los que se encuentra Le silence (Renée Blanchar, 2020), que aborda el tema de los abusos sexuales perpetrados por varios sacerdotes en la comunidad francófona de New Brunswick. El planteamiento inicial proviene de una historia personal de la directora, que dedicó su primer documental, Vocation ménagère (Renée Blanchar, 1996) a una comunidad religiosa, y años después comprobó que uno de los protagonistas de este documental, el sacerdote Yvon Arsenault, fue condenado a prisión tras admitir abusos a nueve niños que se produjeron en los años setenta.
La directora reflexiona sobre el silencio que rodea a estos abusos sexuales. En primer lugar, el que han mantenido las víctimas durante muchos años, que no se atrevían a denunciar por temor a no ser creídos o a posibles comentarios en torno a su sexualidad. Pero también el silencio de quienes sospechaban de estas prácticas y nunca lo pusieron en conocimiento de las autoridades. Y, sobre todo, el silencio de la Iglesia Católica, que afrontó el problema encubriendo a los abusadores. La directora ofrece una panorámica de estos hechos a través del testimonio de algunas de las víctimas que son adultos (los abusos juzgados fueron cometidos también en los años setenta), pero que no pueden desprenderse del profundo impacto psicológico que tuvo para ellos acceder por primera vez al conocimiento del sexo a través de las prácticas de sus abusadores.
El silencio que describe el título del documental también reflexiona sobre cómo es posible que en una comunidad tan pequeña como la aldea de Cap-Pelé, hayan podido ocurrir estos hechos sin que nadie supiera nada, o sin que trascendiera hasta décadas después. Porque las primeras denuncias acabaron convirtiéndose en una especie de fichas de dominó que desveló abusos sistemáticos por parte de varios sacerdotes. "Este silencio puede resultar ensordecedor.", comenta la directora. "Revela una dimensión tan oscura de la vida humana y expone una injusticia y una crueldad tan profundas que nada nos gustaría más que taparnos los ojos y los oídos y simplemente pasar de largo, siguiendo nuestro propio y agradable sendero por la vida. Esta reacción puede ser legítima, pero ¿es así como avanza una sociedad? Yo creo que no".
La conexión con su propia experiencia tras descubrir que había filmado a un abusador sin saberlo, exponiendo las virtudes de la vida católica sin saber que ocultaba terribles secretos, la convierte también en co-protagonista de su propio documental, tratando de conectar con el pasado y también de conocer la versión de los abusadores que, por supuesto, no quieren participar en el documental. Y realmente tampoco es necesario. Algunas voces es preferible que permanezcan en silencio.
Best of Fests
También canadiense es la película Wandering, a Rohingya story (Mélanie Carrier, Olivier Higgins, 2020), que estuvo seleccionada en la Seminci 2020 y consiguió el Premio del Público en el Festival de Quebec 2020. Los directores se acercan al mayor campo de refugiados del mundo, el de Kutupalong, en Bangladesh, que hasta 2017 acogía solo a 34.000 refugiados, pero la persecución contra los rohingya, pueblo de creencia musulmana, y el genocidio de más de 24.000 muertos provocó el exilio de 700.000 personas desde Birmania, haciendo que Kutupalong pasara a tener, en 2018, casi 600.000 refugiados. La crisis, mal gestionada por la presidenta de Birmania, Aung San Suu Kiyi, premio Nobel de la Paz, ha acabado en una crisis política que desembocó en un golpe de estado el pasado mes de febrero que supuso el final de la transición democrática.
El documental muestra Kutupalong en su momento de mayor afluencia de refugiados, y se alimenta del trabajo del fotógrafo quebequense Renaud Philippe, que ha documentado tanto el propio campo de refugiados de Kutupalong como los refugiados de Sudán en Uganda o la ciudad de Barpak en Tíbet. Junto a Olivier Higgins, Renaud Philippe se encargó de la fotografía de la película, mostrando una mirada diferente, de una estética extraordinaria. Los directores huyen de los habituales reportajes informativos en torno a los campos de refugiados, y ofrecen una visión más cercana de la vida diaria, pero también más elaborada, cercana a la poesía cinematográfica, que consigue una atmósfera especial, una experiencia mucho más inmersiva.
Esta cercanía también se consigue a través de las palabras de Kalam, uno de los refugiados que, sin embargo, no tiene un protagonismo personal, sino solo a través de sus palabras, que tienen también una cierta textura poética, en la que describe sus pesadillas habitadas por fantasmas amenazadores. Sin aparecer directamente en pantalla, sus palabras sirven para introducir a los personajes y para describir situaciones complicadas, como la necesidad de vigilancia que deben tener los padres con sus hijos, muchos de ellos secuestrados por las mafias del tráfico de seres humanos. Kalam, que trabaja para la organización Save the Children, fue el guía y traductor de los directores en el campo de refugiados, y también ayudó en el sonido y las entrevistas, por lo que su trabajo es fundamental a pesar de no estar directamente presente en las imágenes. Incluso los textos que escribió no están leídos por él mismo sino por Mohamed Shofi, líder de la comunidad rohingya en la ciudad de Quebec, ya que las condiciones del campo de refugiados impidieron captar con la atmósfera adecuada para grabar las palabras de Kalam.
Pero esta ausencia, que al mismo tiempo es una constante presencia, no reduce el impacto de sus palabras. Se consigue así un documental que es ante todo estético, de una belleza formal arrebatadora, que al mismo tiempo consigue captar la existencia casi irreal de quienes son apátridas, sin pasaporte, ni identificación, ni posibilidad de abandonar el campo de refugiados.
DOK.focus Empowerment
En 2019, cuatro estudiantes universitarios que vivían en Saint-Denis, decidieron poner en marcha un desfile del Orgullo en el propio barrio, considerado zona de conflictos raciales en la periferia de París, y mayoritariamente habitado por emigrantes, principalmente provenientes del Norte de África. La organización de este Pride está documentada por los directores de La première marche (Hakim Atoui, Baptiste Etchegaray, 2020), conectándola con el reconocimiento a la celebración del Orgullo inspirada por los acontecimientos de Stonewall, pero trasladada en esta ocasión a una zona aparentemente hostil. En los últimos años se ha producido en Francia una especie de movimiento de reivindicación de la dignidad de las zonas de la periferia a través de películas dirigidas por habitantes de estos barrios, como en Divinas (Houda Benyamina, 2016) y sobre todo, Los miserables (Ladj Ly, 2019). Dentro de esta tendencia se puede englobar este documental que tiene mejores intenciones que resultados, desarrollándose en un término medio entre la producción amateur y un cierta mirada sin complejos.
Lo más interesante de la película es su acercamiento a una reivindicación que va más allá de la temática homosexual, pero que por el contrario está inspirada en el deseo de unidad y de comunidad. La estructura del documental vacila entre la descripción de los preparativos, que es lo más interesante, y el retrato de cada uno de estos jóvenes que ponen en marcha el desfile. Hay en ellos sentimientos que tiene relación con la aceptación de la homosexualidad en países como Marruecos, pero también con la educación como instrumento para despertar en ellos estas inquietudes de activismo. Pero realmente los acercamientos personales son demasiado tibios, y parecen recursos de relleno más que parte del contenido.
Resulta mucho más atractivo el seguimiento a las actividades de organización de la marcha, y sobre todo su confrontación con una realidad que a veces juega más con las apariencias. La escasa respuesta que tiene la presentación del Pride en un acto en la Universidad, o las entrevistas agresivas en Europe 1, que está considerada como la Fox News de Francia, emisora de gran audiencia entre los sectores más conservadores, proponen un escenario más hostil para la manifestación que el propio barrio de Saint-Denis, aunque algunos presagian que la marcha puede sufrir ataques por parte de los sectores musulmanes más radicales. La iniciativa de esta nueva generación de activistas y el éxito masivo de la manifestación demostraron que los prejuicios impiden el desarrollo de estas zonas periféricas. Es este mensaje optimista lo que mejora el interés de un documental irregular en su desarrollo.
DOK.music
Los documentales centrados en el seguimiento de estrellas de la canción durante varios años plantean siempre algunas dudas sobre la honestidad de la propuesta, y el grado de implicación personal de sus protagonistas. Hace unos meses se estrenaba Billy Eilish. The world's a little blurry (R.J. Cutler, 2020) y ahora llega 7 years of Lukas Graham (René Sascha Johannsen, 2021), que acompaña la explosión internacional del grupo danés encabezado por Lukas Forchhammer, a partir del momento en que consiguen un contrato con la multinacional Warner Bros. y graban el primer disco bajo su protección, Lukas Graham (2016, Warner Bros.) que incluía la canción "7 years" que les llevó a conseguir tres nominaciones a los premios Grammy. En realidad, el director quería grabar al grupo desde el comienzo de su éxito en Dinamarca, pero por entonces un familiar de Lukas Forchhammer ya estaba grabando un posible documental que finalmente no se desarrolló.
René Sascha Johannsen ha grabado algunos videoclips del grupo, por lo que su implicación personal es evidente, lo que se ve reflejado en estos siete años de grabación que han pasado por momentos importantes en la trayectoria vital del cantante del grupo, como la muerte de su padre o el nacimiento de sus dos hijos. Pero da la impresión de que se trata de un documental "fandom", especialmente destinado a los seguidores del grupo, que un acercamiento realmente interesante al mundo de la música o la personalidad de su protagonista. Se destacan los rasgos "positivos" de Lukas Forchhammer, al que se convierte en único protagonista (el resto de los miembros del grupo son meros comparsas), como el hecho de querer mantener un contacto directo con sus fans hablando con ellos después de los conciertos, algo que se hace cada vez más difícil conforme su fama se engrandece.
También se abordan aspectos tópicos del esfuerzo y el trabajo que supone mantener un ritmo de conciertos y apariciones públicas, que realmente no aportan nada nuevo ni especialmente interesante. Hay algunos apuntes hacia temas que podrían haberse desarrollado más, como la presión que ejerce Warner para conseguir un sencillo que se convierta en un éxito, o este distanciamiento cada vez mayor respecto a los seguidores motivado por la fama, pero son retazos que se quedan solo apuntados, como si el director no quisiera (o no pudiera debido a las restricciones de la filmación) abordar estos aspectos más complejos. También hay algunos momentos en los que, por fin, el protagonista parece no ser consciente de que está siendo grabado, como cuando se muestra molesto por no haber conseguido ningún Grammy de los tres a los que estaba nominado. Pero son escasos destellos de realidad, porque hay una consciencia palpable a lo largo de la película de los momentos en los que se están grabando las escenas. . De forma que 7 years of Lukas Graham se queda en un documental que puede ser interesante para los seguidores del grupo pero que es intrascendente para el resto de los espectadores.