Dolor

Por Arielac
Últimamente hay muchas mujeres embarazadas a mi alrededor. Algunas ya tienen a sus recién nacidos en brazos. Y esto me está revolviendo muchísimo.
Pienso en esa sensación que describen muchas madres de "la primera mirada del bebé" nada más nacer, de sus ojos abiertos por primera vez al mundo. En el primer llanto. En su olor, recién nacidos, en su tacto mojado.
Para mi fue tan diferente. Tan terrible. Valeria no lloró al nacer. Hoy sé que es porque nació asfixiada, pero en ese momento algo dentro de mí me decía que no pasaba nada, que algunos bebés no lloran al nacer. Cuando salió, la pusieron sobre mí mientras cortaban el cordón, pero la pusieron de espaldas, no le vi la cara. No la pude tocar tampoco, ni oler, por supuesto.
Tampoco tuve un parto feliz. Cuando me di cuenta de que había roto la bolsa sentí un terror absoluto, sabía que no nos librábamos de la incubadora, de la separación. No tuve esa sensación de espera tranquila y feliz, una vez que llegas a la semana 37, de desear que se produzca el parto, de estar emocionada con las primera contracciones, al saber que en horas tendría a mi bebé conmigo.
En la habitación estaba sola, sin mi niña. A mi lado tenía a una pareja feliz, con su bebé. Recibían visitas alegres. Yo recibía visitas que no sabían si darme la enhorabuena o decirme que lo sentían.
La primera noche tras el parto, me dormí sin mi hija y al despertar no era un mal sueño. Ella no estaba.
No vi los ojos de mi niña hasta que tuvo 6 días de vida, fue muy emocionante ver su mirada por primera vez
Es duro escribirlo y hasta pensarlo, pero yo no reconocía a mi hija como propia. Racionalmente sabía que era mía, pero emocionalmente no era así. Sentía una distancia tremenda, un muro, una falta de apego. No reconocía a mi cachorro. Tuvieron que decirme cuál era de todos los que estaban en las incubadoras. Una vez me la trajeron para ponerla al pecho y no la reconocí, les dije que ese no era mi bebé... sí era ella, simplemente no la reconocía.
No solo yo sufrí esa pérdida. También papá. Y también Valeria. No creo que me reconociera la primera vez que la cogí en brazos. No creo que sintiera esa necesidad de mí. Tuvimos que ir trabajando en ello poco a poco.
Hay (afortunadamente) pocos casos como el nuestro. Y eso hace que sea una situación difícil de entender. Hay quién me dice que piense en lo que tenemos ahora. Pero no se trata de eso, claro que valoro lo que tenemos ahora, pero eso no impide que sienta una gran falta dentro de mí, una gran ausencia. A mí me dieron un bebé a los 19 días, mi bebé. Pero era un bebé que habían estado cuidando otras personas, sobre el que habían decidido otras personas, tenía que pedir permiso para poder cogerla en brazos y muchas veces me lo negaban, sin otro motivo que el protocolo del hospital. No me sentía madre. Me sentía una extraña para esa pequeña criatura.
Al llegar a casa, en vez de desnudarla y ponérmela en el fular, piel con piel, le puse un pijama y una chaqueta como me dijeron en el hospital, para que no se enfriara. La dejé en su cochecito para no lastimar su cuerpecito frágil. No la cogía en brazos cuando dormía para no molestarla. La dormía en el cochecito para que "estuviera más cómoda". Por las noches dormía en su cuna, no me atrevía a meterla en mi cama por si la aplastaba.
Fue todo tan duro, tan irreal, tan doloroso. Me siento tan, pero tan lastimada, siento esa falta que me asfixia. Me pregunto si todo esto hará que nuestro vínculo sea distinto, que nos queramos menos. Siento tanta rabia, y tanto dolor, y es una pérdida irreparable. Es tan necesario cambiar las cosas, las políticas hospitalarias y es tan difícil que eso pase...
Siento esta entrada, pero llevaba días sintiéndome así. Necesitaba escribirla...