Dirección: Richard Shepard.
Intérpretes: Jude Law, Richard E. Grant, Demian Bichir, Emilia Clarke.
SinopsisDom Hemingway (personaje interpretado por Jude Law) es un experto ladrón de cajas fuertes, que sale de la cárcel tras haber cumplido su condena.
Pleno de energía y con ganas de resolver todas las cuentas pendientes que tiene, Dom tratará de cobrar lo que se le debe por haber guardado silencio y no delatar al señor Fontaine (personaje interpretado por Demian Bichir), adinerado mafioso y cómplice de alguna de sus últimas fechorías.
Al mismo tiempo y con muy poco tacto, el protagonista tratará de recuperar la relación con su hija (a quien da vida Emilia Clarke), de la que apenas conoce nada.
CríticaGracias a nuestros amigos de SensaCine, a quien desde aquí le volvemos a agradecer la invitación, la semana pasada pudimos asistir a un pre-estreno de la comedia británica de Richard Shepard, Dom Hemingway, en lo que supone nuestra vuelta al cine tras más de dos meses "en el dique seco", por una intervención quirúrgica que nos ha tenido enclaustrados en casa, sin poder acercarnos a una sala de proyección. Evidentemente, no sin cine casero, sólo faltaría...
La oportunidad brindada nos acerca a ver al excéntrico y desfasado personaje interpretado por Jude Law, para el cual ha tenido que atiborrarse a hamburguesas y helados rebosantes de calorías (posiblemente también a pasar por la peluquería), dado que luce un considerable sobrepeso. La gordura y el peinado le ayudan a dar vida a este ladrón/vividor lleno de vicios poco saludables y cuya salida de prisión es toda una explosión vital, en busca del cobro de los favores realizados, a la vez que persigue una segunda oportunidad junto a "los seres queridos". En esta ocasión, tratando de reconciliarse con una hija a la que apenas conoce y con la que no ha establecido ningún lazo (personaje al que da vida la popular "Madre de Dragones", en la famosa serie de la HBO, Game of Thrones).
La cinta se convierte en todo en desfile de excesos, tratándose de acercar al más puro estilo de Guy Ritchie (incluso a Quentin Tarantino). No obstante, podemos decir que para nada lo consigue y que no deja de ser un flujo de potente energía mal canalizada, cuyos picos de potencia (esos excesos a los antes hacíamos mención) no tienen justificación alguna; incluidas las gratuitas dosis de violencia, así como la extensa retahíla de improperios sin justificación alguna, que los convierten en soeces y en vulgares. Ninguna brillantez en los mismos y empleados sin razón de ser y sin apenas apoyo argumental que los soporten, lo que les hacen rozar el mal gusto (y empleamos el verbo rozar con excesiva benevolencia).
Al final, nos queda la sensación de que estamos ante una historia de segundas oportunidades, tan "machacada" en la gran pantalla, que no consigue aportar nada nuevo. Su única originalidad trataba de apoyarse en la sobre-estimulación y en el recargo visual y de sus diálogos. Obviamente no lo consigue y las formas empleadas para alcanzar las metas pretendidas, lejos de ayudar a la película, la desvirtúan aún más.
Sin querer alargarnos mucho más, podemos concluir que cero autenticidad, burdo entretenimiento e incluso excesivo metraje. Estos son los posos que nos deja. No obstante, ya saben, la vuelta al cine reconforta, aunque la película no haya acompañado. ¡El cine siempre es buena opción!
Nota general: 1,5 sobre 10.
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