El domingo me voy al cine, a una sesión que comience a las 6 de la tarde y termine hacia las 8. Esto que parecería una noticia pueril, una vacuidad innecesaria, tiene un significado oculto que pocos entenderán. Solo los iniciados de determinado grupo, uniformado con rayas rojas horizontales, sabrán el oculto mensaje que se esconde tras tan intrascendente decisión. Éste grupo o logia ataviada con tal vestimenta es conocedor de una verdad inmutable: Una vez más, el Granada CF se enfrenta al desafío extremo y, como el mal estudiante, ha dejado sus obligaciones para el último día. Su desidia, su exceso de confianza, su apatía, y por qué no decirlo, su incompetencia, le ha situado con los pies muy juntitos delante del abismo. Un hondo pesimismo recorre la ciudad y nadie cree que estos hombres sean capaces ni de ganar a un equipo de abuelitas, sentadas sobre el césped, haciendo ganchillo Hace dos años sucedió lo mismo en un partido a vida o muerte contra el Rayo Vallecano y, como soy animal de costumbres y algo supersticioso, voy a repetir el mismo ritual de entonces. Lo primero es dejar escrita esta entrada, que a buen seguro importará un bledo a la mayoría de los que pasan por aquí, pero que a mí me vale como parte fundamental del ceremonial, para exorcizar los demonios del fútbol. Lo segundo es acudir al cine para no sufrir, para enajenarme de los nervios de un deporte que es pasión para muchos e indiferencia supina para otros. Dos años atrás acudí a la proyección de "Los vengadores" y ahora, para no adulterar este sinsentido supersticioso, veré otra producción Marvel, como es "Amazing Spider-Man 2". Con tal proceder me ahorraré un espectáculo como el que comenzará el domingo a las 6 de la tarde, un Valladolid-Granada, en el que ambos conjuntos se juegan algo más que unos puntos en litigio, su permanencia en la Primera división y, dado a que soy adicto al sufrimiento y también al cabreo injustificable, sobre todo si perdemos, voy a poner pies en polvorosa y me alejaré del mundanal ruido, de los transistores y de las pantallas de bares y hogares. No es que no sopese la tragedia que se les avecina a los aficionados del Valladolid, pero el conjunto de Pucela a buen seguro subirá en uno o dos años, mientras el Granada tiende más a acomodarse en el infierno. De hecho, la última vez que bajó de primera, se encontró tan cómodo en las calderas de Satán que se pasó 35 años en ellas. Un auténtico abismo que en nada tendría que envidiar a los nueve círculos del infierno de La Divina Comedia de Dante. Es por eso por lo que no quiero saber nada hasta que la gesta o la tragedia se haya consumado. Después saldré de la sala de cine, como la marmota que predice el final del invierno, desconfiado y a la expectativa, esperando escuchar el sonido de la victoria y rogando no encontrarme con el sepulcral tañido de la derrota. Podéis llamarme cobarde, que lo soy por supervivencia, pero mi salud está por delante de un juego, hermoso, grandioso, épico y a veces decepcionante, pero un juego. He echado el resto durante todo el año, animando y sin perderme un minuto de fútbol, pero ahora me niego a contemplar tal agonía. Así que, mientras veo los fotogramas de un superhombre arácnido, espero que los jugadores de mi equipo se comporten como hombres.