Y es que el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, no acudirá a la cita que tenía con la cancillera alemana (¿de qué pensarían hablar en domingo?) porque seguirá detenido en Nueva York después de que la policía lo detuviera en el avión donde se dirigía hacia París tras intentar abusar de una camarera en el hotel Sofitel donde se hospedaba. Es de prever que el episodio suponga el fin de la carrera política de Strauss-Kahn como candidato socialista de las elecciones presidenciales en Francia de 2012.
La trabajadora del hotel fue valiente, le denunció desafiando el riesgo de posibles acusaciones contra ella por insinuarse o flirtear con señor tan importante. Se indignó, reaccionó y actuó en consecuencia por lo que consideraba justo, por su derecho a trabajar con dignidad. Strauss-Kahn ha sido apartado del asiento acolchado de primera clase del avión por, espero, un duro banco, éste no tan amigo, durante su detención por intento de abuso sexual y agresión. Al Capone, el rey del hampa, fue encarcelado no por sus crímenes y liderar el crimen en Chicago, sino por evasión de impuestos. Bien está lo que bien acaba y, hoy domingo, todos deberíamos trabajar en el Sofitel, mientras ellos están entre rejas o reunidos en despachos.