“Señora Robinson, está usted tratando de seducirme ¿No es así?”
Todos hemos oído hablar de “El graduado”. La comedia de 1967 que prácticamente lanzó la carrera de un joven Dustin Hoffman y probablemente pionera en la categorización de las mujeres MILF.
Toda una generación de cinéfilos ama hasta ahora su inconfundible estilo artístico y su implícita naturaleza rebelde. Pero muchos se encuentran divididos en cuanto el posible significado de su tan recordado final (SPOILERS).
Algunos dicen que es un final feliz y el comienzo de una nueva aventura después de que la pareja lograra hacerle frente a los prejuicios. Otros dicen que es una triste conclusión para una serie de errores impulsivos. Ahora partiendo desde una opinión totalmente subjetiva como la mía, me gustaría hacer un pequeño análisis. No solo de su final, sino también de todo lo que se intenta decir en la película. (Y naturalmente este análisis contiene SPOILERS)
La historia comienza con Benjamin (Dustin Hoffman), un universitario indeciso sin ningún indicio de lo que quiere hacer de su vida. Lo único que tiene claro es que quiere ser diferente.
Ciertamente su vida rutinaria da un giro cuando una amiga de sus padres, la señora Robinson (Anne Bancroft), le insinúa mantener un romance a escondidas.
Al principio le aterra totalmente la idea. Pero luego de sufrir tantos años la sobreprotección de sus autoritarios padres, el protagonista se da cuenta de lo excitante que puede ser romper las reglas y hacer lo prohibido. Así que se entrega íntegramente a este amorío yendo a visitar a su amante todos los días. Y cerciorándose de que nadie se entere de esta pequeña aventura. Principalmente su esposo.
Poco a poco Benjamin comienza a conocer cada vez más sobre la vida de la seductora señora Robinson. Como por qué se casó con su marido, a pesar de que claramente no se encuentra atraída hacia él. Siendo un embarazo adolescente la razón por la que debe vivir junto a una persona a la que no ama. Con el paso del tiempo, sea por los mandatos sociales o por la lógica diferencia de edades, la relación entre ellos comienza a verse estancada. Esto no preocupa demasiado a Ben hasta que oportunamente conoce a la hermosa hija de su amante, Elaine (Katherine Ross).
Acto seguido, la señora Robinson no duda en prohibirles cualquier posibilidad de encuentro entre ellos. Aunque esto no hace más que unirlos.
Otra vez poniéndose en el papel de rebelde, Benjamin desafía los límites impuestos por su actual suegra y decide seguir viéndose con Elaine de todas formas. Lo que resulta en que se termine haciendo pública la aventura que mantenía con el personaje de Anne Bancroft.
Naturalmente ella no acepta, pero esto no hace más que dejarla aún más confundida y completamente perdida en cuanto a sus deseos en la vida.
Para colmo sus padres la obligan a casarse con un compañero de escuela rico en un intento de alejarla definitivamente de Ben.
Pero cuando Benjamin interrumpe de forma abrupta la boda, Elaine ve la verdadera faceta controladora de sus padres y decide huir para quedarse con Ben.
A las pocas cuadras alcanzan un micro que pasaba por allí y se dirigen risueños hacia el horizonte. Viviendo felices para siempre.
O eso es lo que parece a simple vista
Si la película hubiera terminado con ellos riendo y dándose un gran beso final, probablemente podríamos apreciarla como una simple comedia romántica con una curiosamente excepcional dirección de cámara. Pero hay algo más complejo en el momento en que terminan sentados en silencio mientras sus sonrisas se van desdibujando lentamente. ¿Para qué incluir esto sí supuestamente este iba a ser otro típico final feliz?
Bueno, para eso sería necesario revisar la historia otra vez.
A lo largo del film, los dos enamorados no hacen más que rebelarse a sus despóticas familias, que claramente intentan mantenerlos bajo sus excesivos controles. ¿Pero en qué momento la película nos indica que la decisión final de Ben y Elaine es la correcta?
Miremos la historia desde el punto de vista de la rebeldía adolescente. Podríamos pensar que en vez de hacer algo porque es lo que ellos quieren, lo terminan haciendo porque significaría oponerse de alguna manera a sus padres y a los múltiples prejuicios sociales.
¿En qué momento tiene sentido que Ben quiera casarse con Elaine? Cuando lo máximo que habrá salido con ella sería un día y medio.
¿Cuál es la razón por la que Elaine pasa de odiar a Ben después de enterarse del romance con su madre, pero luego huye con él al ver a sus padres intentando impedírselo?
Los dos se encuentran tan concentrados en lo que NO quieren, que terminan decidiendo un camino en su vida que probablemente no sea el que ellos realmente desean. Y todo esto solamente en un día y medio.
Quizás en esta dichosa escena, la pareja se da cuenta finalmente de lo que acaban de hacer y del compromiso que acaban de tomar. Y cuando no hay más figuras autoritarias contra las que luchar, lentamente comienzan a cuestionarse si de verdad eligieron el camino correcto.
Otro dato interesante es que casualmente la famosa canción “The Sound of Silence” suena en tres momentos específicos dentro de la película. ¿Nunca se preguntaron por qué?
La primera vez se la puede escuchar al comienzo cuando Benjamin vuelve de la universidad, la segunda durante el amorío con la señora Robinson y la última en el final cuando escapa con Elaine.
Si nos la ponemos a escuchar más detenidamente, “The Sound of Silence” (El sonido del silencio) no es precisamente una canción alegre. Es más, habla sobre el vacío que nos rodea muchas veces y la sensación de ahogo que nos genera. Y es por eso que en las tres ocasiones en las que se la puede escuchar en la película, Ben se pregunta si se siente feliz o miserable con su vida.
Recordemos que el protagonista es un chico recién recibido de la universidad, con toda una vida por delante y sin embargo ninguna pista de lo que quiere ser. Sus únicos amigos son las amistades de sus padres, los cuales tienen menos interés en su futuro que el que tienen en sentirse prestigiosos en las altas esferas de la sociedad.
Ben nunca hizo nada arriesgado en toda su vida. Así que la primera vez que se le aparece algo distinto, algo prohibido, algo nuevo, algo emocionante, lógicamente se entrega con su todo su ser.
El protagonista confunde este desahogo con su verdadero destino, con lo que realmente quiere. No como una acción impulsiva producto de sus frustraciones. Y es que se encuentra tan emocionado con esta inyección de adrenalina en su vida que termina convenciendo a Elaine en el día de su boda, que ella debería sentir la misma pasión que él.
Entonces, cuando terminan huyendo al final de la película ¿Realmente están enamorados?
Bueno, ellos piensan que lo están pero ese vacío en sus vidas todavía los acompaña. Ese mismo sonido del silencio del que habla la canción que suena de fondo. Aunque esta vez, a diferencia del comienzo, en vez de tener miles de posibilidades para elegir, los dos se encuentran atrapados. Y sea por el orgullo o el miedo, los dos escapan seguros de que no tienen salida después de lo que hicieron. Al igual que la señora Robinson.
Recordemos que ella también cometió errores solo por rebeldía, y tuvo que pasarse el resto de su vida lidiando con las consecuencias. Para luego irónicamente, mientras más intentaba evitar que Ben y Elaine cometieran las mismas equivocaciones, más los incentivaba a terminar la misma manera.
¿Eso significa que los padres siempre tuvieron razón? Realmente no. Todavía siguen siendo excesivamente sobreprotectores y manipuladores para con sus hijos. Pero tampoco significa que los dos enamorados estén haciendo lo mejor para ellos.
Ambos luchan tanto por su independencia que nunca pudieron preguntarse detenidamente qué hacer luego de lograr esa tan preciada liberación.
Así que realmente no hay ni buenos ni malos en esta historia. Sería una representación de lo que sucede cuando la rebeldía de los adolescentes no es debidamente explorada a su debido tiempo. Muy parecido a lo que sucede también en “Romeo y Julieta” con el amor prohibido.
En definitiva, Benjamin y Elaine parecen condenados a repetir los mismos errores que la señora Robinson y su marido cometieron en su momento. Demostrando que demasiado control y responsabilidad pueden resultar en demasiada libertad y malas decisiones.
De esta manera, “El graduado” no deja de ser un recordatorio de como a veces es mejor pensar con detenimiento cuáles son nuestros objetivos en la vida, en vez de perseguir de forma apresurada una meta de la que no estamos completamente seguros.
Porque pelear demasiado rápido por nuestra independencia puede resultar en que luego no podamos escapar de nuestras malas decisiones. Como Walter White en “Breaking Bad”.
Quizás fui demasiado pretencioso con esa comparación.
Por Nicolás Feldmann
2014-10-26 Nicolás Feldmann