Esta es una obra de teatro que mi hijo fue a ver el año pasado con el colegio. Cuando le he nombrado el título, para comprobar si se acuerda y/o le causó algún impacto, me ha sorprendido que recordara perfectamente su argumento. No es que sea muy complicado, todo hay que decirlo, pero corroborar que las obras y eventos a los que les llevamos conservan un hueco en sus cabecitas, durante unos cuantos años, y quién sabe si toda su vida, me crea una cierta responsabilidad sobre todo lo que le muestro, especialmente la televisión.
Volviendo a la obra en cuestión, se basa principalmente, en el lenguaje, y no precisamente verbal. Nos enseña, precisamente, que incluso sin hablar un mismo idioma, podemos comunicarnos con los demás y llegarles al corazoncito.
Así, nos encontramos con una vaca que dice cua-cua, como un pato, un gato que muge, un perro que maúlla y un pato que ladra.