Carmen Velasco (Las Provincias): ¿Ha visto aberraciones líricas?
Jonathan Miller: Sí, muchas. La mayoría de las historias que cuentan las óperas son ridículas, nunca las haría ni mucho menos me sentaría a verlas porque dramáticamente son un coñazo y narran historias absurdas y vulgares. Prefiero escribir o leer un libro que asistir a la ópera. Tengo mejores cosas que hacer que ir a la ópera
No hay mejor manera de definir el Don Giovanni de Jonathan Miller que mediante sus propias palabras, dramáticamente es un coñazo y narra una historia, que en sus manos y por increíble que parezca, parece absurda y vulgar, desde luego es mejor escribir o leer un libro que asistir a su puesta de Don Giovanni, hay mejores cosas que hacer que ver su aberración lírica.
Pero es que calificar su trabajo como aberrante es incluso ser demasiado benevolente, ni siquiera encontramos en él algo que nos estremezca, nos sacuda o nos escandalice. Jonathan Miller suelta a los cantantes en mitad de la corrala y cada uno que haga lo que pueda, después se lleva los duros y aquí paz y después gloria.
La orquesta y coros al gran nivel que nos tienen acostumbrados. Mehta defiende como puede una partitura que seguramente no le es muy afín pero con él no hay lugar para el desaguisado, un Don Giovanni acartonado, sin chispa, como muy bien dice Titus, pero defendido con tablas y una sólida técnica directorial, eso lo dice Atticus. Si seguís los enlaces situados en sus nombres accederéis a dos buenas crónicas de lo que función el día del estreno.
¿Y qué pasa con los cantantes? Hubo de todo pero si alguien estuvo realmente bien fue Alexánder Tsymbalyuk y su imponente Comendador. Nicola Uliveri, como Don Giovanni, estuvo ajustado en lo vocal, bonita voz, pero muy monótono en lo expresivo; Anna Samuil me decepcionó como Donna Anna, más por su voz de pito (me recordaba a voz de la actriz aquella de la versión doblada de Cantando bajo la lluvia) que por su canto, Sonia Ganassi mostró un timbre apagado, mate, incapaz de proyectarse en los agudos y con notables pérdidas de impostación en los recitativos, David Bizic, que era Leporello, destacó dentro del panorama de inexpresividad radical de sus compañeros, seguramente con otro equipo hubiera pasado desapercibido, potables el Masetto de Simon Lim y la Zerlina, de atractiva voz, de Rosa Feola. Dmitri Korchak ofreció una de cal y otra de arena, excepcional en "Dalla sua pace" y con algunos apuros de fiato y coloratura en "Il mio tesoro", junto con Tsymbalyuk fue el triunfador de la noche.
Dice Helga Schmidt que lo bueno de la producción de Miller, en comparación con otras más modernas, es que puede reponerse infinitamente sin que pierda vigencia, entre es te Don Giovanni y la Carmen de Saura vamos apañados en los próximos años. Lo que no comprendo es que cómo se hizo de rogar Miller para trabajar en Don Giovanni cuando se hundió la plataforma escénica a la vista de lo que tenía preparado: NADA, o quizás fue precisamente por eso, porque al no poder desplazarse los cantantes sobre el escenario iba a tener que currárselo más. La verdad es que entonces, cuando se hundió la plataforma, tuvo una buena excusa, ahora las cosas son distintas. Y mira que aunque el decorado -tres planos negros con puertas y ventanas a gogo- era soso, podría haber dado lugar a un imaginativo juego escénico a poco que se hubieran aprovechado los aproximadamente veinte huecos abiertos.
Mención especial para el vestuario de Clare Mitchell, que dentro de la absoluta negrura escénica, proporcionaba un toque de vistosidad y color en el escenario.
Menos mal que esto lo han hecho con Don Giovanni , si lo llegan a hacer con una ópera de Donizetti, cuyo interés radica fundamentalmente en el canto, creo que me hubiera dado algo.
Y a pesar de todo salí satisfecho, esta es la grandeza de esta obra maestra de Mozart.
Para amenizar la entrada y no perder la costumbre , aunque nada tiene que ver con Don Giovanni pero sí con Mozart, escucharemos "E Susanna non vien... Dove sono" de la Condesa en Las bodas de Figaro por Mirella Freni, ahora mismo pienso que ni Schwarzkopf pudo hacerlo mejor -ni yo mismo me lo creo, pero da igual-: