Don Guerino Reserva Cabernet Sauvignon 2005

Por Manigna

Vinícola Casa Motter Ltda, Don Guerino; Reserva; Cabernet Sauvignon 2005; 13% Grad. Alc; Alto Feliz, Serra Gaúcha, Rio Grande do Sul, Brasil.
La historia de cómo dejaron la ciudad de Tenna en su Italia querida, llegando al Brasil a finales del siglo XIX, los ascendientes de la familia Motter es conmovedora, y muy respetable por cierto. Sólo no concuerdo con la última frase que sirve como colofón al link “história” en su página web:
http://www.donguerino.com.br/
Actualmente los propietarios Roque y Osvaldo Motter, hijos de Guerino, lo veneran, denominando la línea de vinos finos como Don Guerino, por su gran incentivo, trabajo y amor a la vitivinicultura.
Espero encuentren una mejor manera de venerar a aquel señor de quien este vino lleva el nombre. Quizá la culpa de esta amargura momentánea no sea de ellos; había un Gran Reserva Ancellotta en ese anaquel, pero opté por una línea menor de esta casa, un reserva, por recomendación del flaco que ahí atiende (¡te voy a matar brasuca!) siempre muy gentilmente. No conocía esta casa antes de esta botella. A pesar de esta pobre experiencia, las ganas de probar su Gran Reserva Ancellota y también su Gran Reserva Teroldego se mantienen. Con los vinos tintos brasileros hay que tener paciencia; no es que no haya buenos vinos en el Brasil (sus espumantes son tema aparte, esos son su estandarte) sólo que aquellos buenos tintos están a unos precios exorbitantes para un vino brasilero, con los cuales te comprarías 2 ó 3 vinos argentinos o chilenos de calidad asegurada.
El primer detalle que llamó mi atención de forma negativa: al retirar la capucha o cápsula de la botella, se nota de un material diferente, un plástico rústico que, antes del descorche ya sembró una desconfianza. El corcho me hace recordar aquel del Chalise (primer “vino” de este país bebido y reseñado aquí), de ínfima calidad. El color al verterlo no es ese rubí marcante, por el contrario, es algo ocre, lo que hace pensar que está medio aireado, oxidado quizá, las “lágrimas” que forman son mínimas; a este paso no esperaba nada pero hubieron algunas, algo así como un esfuerzo supremo; era yo el que estaba por soltar lágrimas mayores. El olor no es desagradable pero no tiene presencia alguna. En la boca es leve, aguado, sin espíritu, menos aún cuerpo. El sabor no es desagradable, pero mejor estuvo marinando una carne que bebiéndolo.