Siempre que algo nos resulta irrealizable, inimaginable o sencillamente imposible, cuando con nuestros ojos, manos, dedos, con nuestro cuerpo y mente, la vida nos muestra que aquello que siempre se dogmatizó, resulta que se puede realizar, claramente que no es imposible. Nos quedamos poco más que boquiabiertos, como una especie de estado de shok, absolutamente bloqueados con la mente en blanco durante milésimas de segundo, o más tiempo depende de cada persona.
Realmente conforme avanzamos en nuestra existencia empezamos a comprender determinadas cosas que siempre las tuvimos creídas porque en su día así se nos hizo ver y aceptamos las reglas de ese juego. ¿Pero qué pasa cuando decidimos romper esas reglas, y establecer otras acordes a nuestros sueños?. Es justo cuando empezamos a ver todo un mundo de posibilidades, todo un universo que nos está diciendo contínuamente da el paso, porque si no lo haces nunca vas a saber si puedes o no puedes. Y si lo haces, si das el paso, sencillamente estar rompiendo un muro que te ha frenado llamado miedo. El juego es el gran batallón al cual le cuesta más trabajo enfrentarse al miedo y por regla general lo evita a toda costa, porque sabe que va a perder.
Aprender jugando para las personas, para cualquier ser vivo, no tiene ningún misterio, es simplemente dejarse llevar, por el instinto de supervivencia y por las reglas establecidas por la naturaleza. El juego da la posibilidad de aprender a través de la diversión, que es esencial, y a través de la repetición nuestro cerebro retiene la información que han podido ser liberadas gracias al placer que proporciona el juego como emisor de emociones. Aprendemos divirtiéndonos desfogando las tensiones acumuladas diariamente en nuestros trabajos, moviendo nuestros cuerpos alternando el estudio con la relajación, y si a todo ello sumamos la disciplina y sensibilidad que aporta el juego, tendremos recuerdos felices que faciliten nuestro desarrollo como seres humanos de por vida.
Porque realmente aprender jugando no es ni mucho menos una cuestión de niños o jóvenes, es una situación que nos afecta a todos, cuando crecemos perdemos el brillo y el color de la mirada, porque dejamos de jugar, y lo más importante dejamos de divertirnos, y por tanto de tener sueños. Jugando nos divertimos y podemos recuperar aquella mirada limpia e inocente, y lo mejor de todo el placer de soñar y luchar por nuestros sueños haciendo uso de las herramientas que hemos ido aprendiendo en nuestro crecimiento.