Dicho así suena un poco fuerte pero es la pura realidad. En mis largos años en el Tercer Sector a la pregunta de qué si hay muchas ONG, mi respuesta siempre era (y sigue siendo la misma): NO, no hay muchas. Todo lo contrario debe haber muchas más porque es un indicador de una buena vertebración social. En algunas vacas sagradas que pertenecen a grandes ONG, la aparición de pequeñas iniciativas que la mayoría de las veces nace de las inquietudes que comparten un grupo de personas, es visto con cierta altivez. Y si hablamos del resto de entidades de una dimensión similar, la iniciativa es vista con recelo.
Esto representa una gran debilidad del sector, y si nos centramos en Galicia en que un altísimo porcentaje de las entidades es incapaz de generar recursos propios supone una defensa del minifundismo solidario. Este concepto, creo que acuñado por mí, lo podemos ejemplificar de la siguiente manera:
El minifundio A, produce patatas y toda la producción es comprada por una administración. Se instala un minifundio B que produce con métodos innovadores lechugas. La administración que compra sólo patatas (porque es lo que hay hasta ese momento) se da cuenta que para mejorar la dieta de la población puede comprar también lechugas, y reparte su presupuesto de compras entre las patatas y las lechugas. El minifundio A que siempre había defendido que realmente cultivaba patatas como labor social en lugar de alegrarse de que la dieta de sus vecinos mejore se “caga en la madre que parió” al minifundio B.
Otra diferencia entre ambos eventos es que al de la mañana llegarán autobuses (como en años anteriores) llenos de universitarios, a los que aconsejaron pasar la mañana en el Palacio de Congresos y así completar aforo. Mientras que a la tarde no seremos más de cuarenta…pero interesados.
Y lo peor de todo….tendré que seguir el partido de España, vía Twitter.