Del año 2012 hay muchas cosas que tengo que borrar para volver a empezar, como la mayoría de los españoles. Pero en otros muchos aspectos se puede decir que estoy más que contento, uno de ellos, cómo ha mejorado mi blog en cuanto a visitas y lectores a pesar de que lo tengo más que abandonado. He llegado incluso a replantearme que tenía que darle un cambio de aires y comenzar a publicar otro tipo de textos y con algo más de asiduidad. Pero para seros sinceros, ni puedo ni me siento en esa obligación. Y por eso mismo, ya que últimamente se me acusa de ser un escritor (yo prefiero junta letras) sin ego, me he planteado una pregunta: ¿Dónde está mi ego? En realidad me he dado cuenta de que sí que está ahí, conmigo, me vigila e incluso de vez en cuando lo oigo respirar (esto es metafórico, no penséis que estoy mal de la cabeza, que igual lo estoy, pero…). Por lo tanto creo que esa decisión forma parte de mi ego y por eso no me siento en la obligación de publicar con la misma reiteración que lo hacen otros. Pero también me he dado cuenta de que le doy un uso muy distinto a esto del ombliguismo, para algo está la sensatez. En primer lugar no soy un profesional, y, aunque lo fuera, ese sentimiento antropológico del yo no debería obcecarme pensando que todo está hecho y que es así como se hace. Porque si algún día llego a ese punto, será el día en que tenga que dejar de juntar letras, porque ya no tendría sentido si soy tan perfecto. Yo pienso, y creo, que el ego debe estar con nosotros y formar parte de nosotros, pero que no debería cerrarnos los ojos. Y para eso está la sensatez, para pararle un poquito los pies y dejarnos ver que, a dos palmos de nuestras narices, existen miles de posibilidades, objeciones, combinaciones y peros que nos permitirán crecer en sabiduría y nos obligarán a exigirnos un poquito más a nosotros mismos. Si logramos controlar ese ego, es cuando de verdad nos volvemos quisquillosos con nosotros mismos. E incluso es el mismo ego quién te obliga a exigirte y progresar porque de verdad quieres hacerlo bien. Pero cuidado, esto también es infeccioso, porque para saber a ciencia cierta dónde tienes que mejorar y porqué, debes usar la sensatez, escuchar un poco a tu ego y no hacer caso a lo primero que te digan tienes que mejorar. De ese modo también te ciegas en seguir unas normas dictadas de ante mano que tampoco te van a dejar llegar mucho más allá de lo que de verdad puedes alcanzar. Tengo ego, como todo el mundo, y seguiré experimentando, combinando, inventando y exigiéndome más en el año 2013, porque eso es lo que me ha enseñado mi ego: a escuchar y aceptar lo que piensen los demás, pero sin cerrarme demasiado los ojos como para no ver qué es lo que hago bien o qué es lo que me gusta o gustaría hacer. Y para todo lo demás, Mastercard. ¡Feliz 2013 a todos y espero que continuéis leyendo a este pobre junta letras de poca Fe! También quiero dar las gracias a todos los que, a lo largo de este año, me han mostrado su afecto, ofrecido su crítica, me han leído y me han compartido. El año que viene más y mejor, espero.
“Tienes tanto ego para pensar que todo es gracias a ti, que luego no te queda nada para creer que algo pueda ser por tu culpa” Frase leída en alguna parte de internet.
Por Daniel Rubio
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