Actualmente, el mundo sufre el azote de dos pandemias: una es causada por el contagio de un virus, la otra, es el contagio masivo de las mentes de millones con desinformación, amarillismo, conspiranoia y tergiversaciones. En ambos casos, el agente infeccioso (fisiológico y cultural) es potencialmente letal. Es difícil asegurar que una es más nociva que la otra, pues en realidad van de la mano, haciendo que la probabilidad de aumentar el número de contagios de manera exponencial (e irresponsable) sean cada vez más altas. Basta con mirar las manifestaciones en EEUU contra la cuarentena (fomentadas por Donald Trump), que deberían tener el récord del año en ser la acción colectiva más evidentemente estúpida; o la reciente emisión del noticiero estelar de TV Azteca, en México, llamando a desobedecer e ignorar las conferencias que ofrece la Secretaría de Salud todas las tardes, basándose en fake news sobre el subsecretario de salud y en generalidades cuestionables de un gobernador (y con fuertes sospechas de un conflicto de interés por parte de Grupo Salinas); o las afirmaciones del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, alegando que los trabajos deben mantenerse por encima de la seguridad de los ciudadanos.
Los ejemplos de bulos, desinformación, escándalos, medias verdades, amarillismo y oportunismo pueden multiplicarse fácilmente por cientos. Para tener alguna noción del problema tan solo en México, según investigadores de la UNAM, el país es el segundo lugar con más fake news compartidas por redes sociales. Las personas obviamente están deseosas de información, se encuentran preocupadas por la pandemia y esperan que pronto acabe. Pero muchas veces, ya sea por coincidir con prejuicios y sospechas personales o por puro miedo, las personas no distinguen entre notas con información seria y aquellos fraudes que se viralizan causando aún mayor miedo y sospechas que terminan transformándose en las acciones perjudiciales arriba citadas.
Sabemos bien que, entre personas que ya creen en teorías de la conspiración, el presentar datos que etiquetan como "oficiales" será un ejercicio inútil. Pero no podemos dejar de insistir en verificar las fuentes, juzgar críticamente y siempre de acuerdo al mejor conocimiento científico disponible, y por esta razón, les comparto algunas páginas basadas en la ciencia que llevan doble esfuerzo: por un lado, informan sobre lo que científicamente sabemos sobre el COVID-19, y por otro, hacen la titánica labor de desacreditar bulos y fake news.
Autoridades sanitarias
Como una obviedad, las mejores fuentes que se pueden consultar son los portales de las agencias, instituciones, hospitales y demás autoridades en salud pública, quienes están dando un constante seguimiento a la pandemia y a los últimos datos en materia de epidemiología, virología, higiene y recomendaciones.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) cuenta con la sección en su portal llamada "Rolling updates on coronavirus disease (COVID-19)" junto a su versión en español "Brote de enfermedad por coronavirus (COVID-19)"
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), ofrece "COVID-19 Respuesta", una sección en su plataforma con una perspectiva humanista, desde donde puede darse seguimiento a las propuestas científicas y educativas a nivel global para paliar la pandemia, junto a la iniciativa #NuestraCienciaResponde.
Divulgación científica
La divulgación científica cumple un papel vital en tiempos de una epidemia, al ser la principal fuente confiable y sintetizada tanto de la comunidad científica como de las autoridades sanitarias que basan sus recomendaciones y datos en las investigaciones que día a día se continúan publicando. Las personas ajenas a la investigación científica suelen no poder identificar entre una fuente confiable de divulgación científica y una que puede mezclar algunas verdades, o simplemente espacios fraudulentos.
La revista Nature, probablemente la más prestigiosa en el medio científico, tiene una colección de artículos divulgativos y periodísticos llamada "Coronavirus and COVID-19", que informa de manera sencilla los resultados de los múltiples estudios que se encuentran publicando en relación al nuevo coronavirus.
Tampoco pueden faltar los canales de YouTube que sí han logrado mantener a un enorme número de personas (principalmente jóvenes) informados de manera adecuada. El físico de partículas español, Javier Santaolalla, creó su "Diario de Cuarentena" dentro de su canal Date un Vlog, en donde compartió maravillosas reflexiones sobre el COVID-19, la situación de España y Latinoamérica, y la desmitificación de mitos sobre el coronavirus, como su supuesta creación en un laboratorio o su relación con las antenas 5G.
Amyad Raduan es un médico y divulgador de la ciencia español que ha dado un seguimiento demasiado cercano a la pandemia y el desastre sanitario en España, y de eso y más nos cuenta en su canal GlóbuloAzulo, recomendado para información general sobre medicina.
Cazadores de estafas y fake news
El Center for Inquiry (CFI), la asociación escéptica y humanista más grande del mundo, ofrece su colección de artículos "Coronavirus Resource Center", donde explica que, "El Center for Inquiry, basándose en nuestra experiencia única de nuestro Committe for Skeptical Inquiry, está listo para hacer lo que mejor hacemos: confrontar y exponer la pseudociencia y la desinformación."
El blog del Dr. Edzard Ernst, el mayor crítico de la pseudomedicina en la actualidad, cuenta con varias entradas sobre el oportunismo de los curanderos en su intento de vender soluciones mágicas en plena pandemia.
Hasta aquí, cada que tengo una duda sobre la pandemia que nos está tocando sufrir, suelo recurrir a alguna de estas fuentes, todas con calidad, supervisadas y/o escritas por expertos en la materia, ofrecen información públicamente corroborable, libre y gratuita, siempre necesaria para desmentir en Whatsapp a tu tía la panista, o por Facebook a tu tío boomer, ansiosos por propagar la desinformación.
Fuera de broma, como vimos en los ejemplos descritos al inicio, la desinformación puede venir de cualquier parte, incluso desde la Casa Blanca, desde medios de comunicación masiva y desde los prejuicios de nuestros familiares y amigos. La desinformación, el fraude y el negacionismo terminarán cobrándose varias vidas en esta contingencia mundial, y lo mejor que podemos hacer es protegernos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos, evitando que caigan en la última estafa en redes sociales o en el nuevo chantaje político de algún empresario mezquino.