Alicia, recién divorciada y con dos niños, alquila un piso en un barrio sencillo que parece lo que realmente es: un lugar lleno de vida auténtica, de la de verdad. Confusa y agobiada, Alicia no sabe si va a ser capaz de estar tan viva como sus nuevos vecinos. Sin embargo, casi sin quererlo, una sorprendente revolución le espera entre las cajas de la mudanza. Arturo el Anciano, Ángeles la Dispuesta, Fernando el Guapo y Rodrigo el Tímido le van a enseñar a Alicia la Triste que la felicidad es una planta que florece inesperadamente y que, si no estamos atentos, corremos el riesgo de perdernos su perfume.
“Dónde puedo alquilar una primavera” es una novela coral, en la que los protagonistas son los vecinos de una pequeña comunidad, que la verdad, más que vecinos parecen familia y eso supongo es porque son poquitos. Tres plantas y dos pisos por planta. Utilizando como figura central a Alicia, una mujer recién divorciada y con dos niños que se traslada allí a vivir, iremos conociendo a quién habita detrás de cada puerta.
Es fácil reconocer en esta comunidad de vecinos a personas reales y situaciones cotidianas. Es una historia contemporánea que además es fácil situar en el tiempo por la referencia a la tragedia del Madrid Arena.
Aquí todos son gente corriente y la autora nos retrata a todos bastante bien, pero a mí me cuesta imaginar una comunidad en la que todos se lleven tan bien, en la que haya tanta tanta, pero tanta confianza que se sueltan unos discursos (o verdades que no quieren oír) unos a otros que sí, te hacen pensar, que los lees y dices “qué razón tiene”, pero que muchas veces son más largos que un día sin pan y difíciles de creer.
Cuesta imaginar que todos sean tan intuitivos hacia los demás pero no para sí mismos y al final me daba la sensación de estar leyendo un libro de autoayuda. Creo que quiere ser una novela esperanzadora y supongo que en el fondo lo es, pero a mí me ha resultado algo lenta.
FICHA DEL LIBRO: Aquí