Donna Leon encara la intriga con gran ritmo y sin estridencias macabras. La acompaña del color local de una Venecia fuera de ruta turística en la que no faltan estupendos platos elaborados por las manos de la esposa del comisario, Paola, y las ya habituales quejas sobre el deterioro de la serenisima.
Una ciudad invadida por el turismo de masas y que mira con recelo a las nuevas oleadas de inmigrantes, cada vez menos amistosos, mientras se desmorona a ojos vista.
El comisario tendrá que moverse entre los archivos del pasado y los hechos del presente para hacer encajar las piezas, que desmenuza en una investigación intensa.
Guido Brunetti, sus hijos, su esposa, sus suegros, el vicequestore Patta y la signorina Elettra, nos esperan.