Pronto seremos viejos.
Llevo un tiempo largo – dos meses – en que no posteo regularmente. Máximo dos cosillas a la semana, y mi idea desde que comenzó este blog, siempre se encaminó a hacerlo a diario. Resultó por casi dos años. Varios motivos personales y no tan personales dejaron fuera de sitio a Tierraliteraria en mi vida. Sin embargo, me encuentro con la grata sorpresa que, en lugar de disminuir los visitantes, aumentan. Me impresiona eso. Algunos furtivos llegan de repente y se quedan. Eso es muchísimo mejor. Quédense. Aguarden. La próxima semana volverá este blogger a colgar diariamente, como era su costumbre. Hoy resulta que son dos años de escribir en este blog. Dos años muy fructíferos e interesantes en mí como creador, escritor, lector y superviviente de este mundo. Tal es el motivo de volver. Volver, retornar al vientre, como diría Bachelard. Regresar dejando atrás los pájaros dormidos. Esto quería anunciar. Más que por ustedes, lo haré por mí. Lo necesito. Los necesito. Necesito este blog. Necesito escribir. He renunciado a mi trabajo. Dos meses más para dejar cosas en orden en mi oficina como ingeniero electrónico y ya está, sanseacabó. Seguramente cruzaré en algunos momentos las calles del hambre de Bukowski, pero no importa. El hambre es necesaria. Hace parte de la existencia, pero sé que a nadie le agrada sentirla. Qué puedo hacer, si para seguir respirando necesito escribir, y mi trabajo no lo permite. Dylan Thomas tenía razón, cuando lo entrevistaron en algún momento para la cadena donde trabajaba, la BBC: "Me pregunta usted si amo la literatura. La respuesta es no. Es más, no estoy enamorado de la poesía. Estoy enamorado de las palabras”. La ingeniería tiene todo, menos palabras. La palabra, señores, para seguir viviendo. Dejar de vivir, y comenzar a sentir. Sentir. La clave está en sentir.