Decía del año pasado que podía resumirse como un año de aprendizaje. Este año, sin embargo, no es tan fácil de resumir porque ha sido un año en el que ha habido de todo. Si tuviera que definirlo en pocas palabras, me quedaría con dos: intensidad y enfoque. Intensidad en experiencias y aprendizajes. Enfoque porque, salvo contadas excepciones, he dejado a un lado prácticamente todo lo que no tiene que ver directamente con productividad y eficacia personal y organizativa.
El primer trimestre comenzó tranquilo. Demasiado tranquilo. En enero trabajé a menos del 30% de capacidad y en febrero aún peor, por debajo del 15%, ya que la cancelación de un buen número de clases en el último momento me dejó sin facturar prácticamente todo el mes. Marzo al 25% ponía el cierre a un trimestre especialmente flojo y me dejaba seriamente preocupado por el futuro porque, en aquellas fechas, apenas tenía proyectos a la vista.
Entre lo positivo, mucho y buen networking, por ejemplo, conocer a los colegas chilenos de +people de la mano de David Criado, mi primera intervención en el máster de emprendedores, la reunión con l@s colegas de #redca, la charla que di sobre GTD en el Centro de Estudios Garrigues y un interesante proyecto piloto de mejora de la productividad organizativa con metodología OPTIMA12®. También comencé la búsqueda de aprendiz, proyecto que ha ido mutando de forma desde entonces y sobre el que escribiré con más detalle cuando llegue el momento.
El segundo trimestre empezó algo mejor pero no lo suficiente. Abril no llegó al 40% y eso hizo que mi preocupación siguiera aumentando a pasos agigantados. Afortunadamente, la Semana Santa marcó un antes y un después. En tan solo tres días, del 1 al 3 de abril – lo recuerdo perfectamente – se confirmaron media docena larga de proyectos, la mayoría de los cuales llevaba gestándose muchos meses, y el aspecto de mi agenda cambió radicalmente, poblándose casi por completo para el resto del trimestre. Mayo finalizó casi al 90% y junio anduvo también por ahí. Los dos últimos meses salvaron “por los pelos” la primera mitad del año, aunque este sprint final me dejara agotado.
Entre lo más positivo de este trimestre, otro proyecto piloto con OPTIMA12®, el primer foro de consultoría artesana en Bilbao, las ponencias que impartí sobre productividad en Madrid y Huelva, el buen networking, que continuó, y la aparición en el horizonte de muchos y diversos proyectos realmente interesantes, hasta tal punto que a finales de junio había agotado prácticamente mi disponibilidad de fechas para el último trimestre del año.
El tercer trimestre fue normal. Muy poca actividad las primeras semanas de julio y ninguna en agosto. Es habitualmente la época de recargar las pilas, leer, hacer otras cosas, investigar y desarrollar nuevos materiales. Una de las cosas que quería haber hecho era renovar mi portátil, que en abril había cumplido cuatro años y empezaba a hacer cosas raras de cuando en cuando, lo cual es bastante peligroso tratándose de una de tus herramientas básicas de trabajo. Además, estaba fuera de garantía y no se podía ampliar… Era una inversión importante porque no solo había que cambiar el portátil, sino el replicador de puertos, el monitor, el disco de backup externo… Después de cuatro años, tocaba hacer una renovación tecnológica en condiciones.
Lo malo es que no pude hacerlo. Había una cantidad muy importante de actividades facturadas cuyo pago llevaba muchos meses de retraso y no sabía si finalmente iba a cobrar o no, así que no me pareció prudente incurrir en gastos que, al menos en aquel momento, no me parecían imprescindibles. Fueron varios los proyectos que tuve que cancelar por razones económicas pero este en concreto fue el que más directa y seriamente me iba a impactar en los meses sucesivos.
Este problema me hizo también tomar conciencia de la necesidad de “profesionalizar” los aspectos legales de la relación comercial con partners y clientes. Hasta ahora no había visto la necesidad porque, siendo fiel a la realidad, la gran mayoría de ellos cumple impecablemente con sus compromisos. El caso es que este trimestre dediqué una cantidad importante de tiempo, y de dinero, a elaborar un modelo de contrato de colaboración que me ayudara, en la medida de lo posible, a evitar este tipo de situaciones en el futuro o, al menos, a estar mejor preparado para defender mis intereses en caso necesario. La negociación del contrato ha sido una experiencia realmente interesante, sobre todo con alguno de mis partners. Llama la atención el contraste de paradigmas y la dificultad para entender determinados modelos de colaboración. Los aprendizajes fruto de esta experiencia han sido tantos y tan sustanciosos que daría para escribir todo un post al respecto.
La segunda quincena de septiembre supuso la vuelta a la actividad de forma bastante intensa (90%) y a un ritmo que parecía se iba a mantener hasta prácticamente llegadas las fiestas navideñas. Lo mejor de este tercer trimestre fue, como no, el largo descanso, entendido como cambio de actividad, que no de inactividad.
El cuarto trimestre ha sido agotador y podría haberlo sido algo más o un poco menos, según se mire. Lo cierto es que octubre terminó al 100% de capacidad, es decir, sin un respiro. Noviembre iba por el mismo camino y diciembre algo menos pero una cancelación de última hora de un montón de cursos por parte de un cliente hizo que noviembre se quedara finalmente al 60% en lugar de al 100% y diciembre al 40% en lugar de al 70%. Esta pérdida repentina del 40% y del 30% restantes supuso un descalabro económico muy importante, no solo para mí sino también para mi partner, que había invertido un buen número de horas en aquel proyecto.
Indignante la reacción del cliente, negándose a abonar la penalización por cancelación injustificada bajo la amenaza de no volver a trabajar con ellos nunca más. Un nuevo aprendizaje para mí, ya que de no haber un partner de por medio mi decisión sobre cómo gestionar la situación habría sido bien distinta y, desde luego, mucho más contundente. Me parece el colmo del cinismo presumir de tu programa de RSC y luego incumplir tus compromisos y acuerdos legales con tus proveedores y chantajearlos aprovechando la situación económica. Me quedo con las ganas de contar toda la historia, porque me parece impresentable y creo que estas situaciones hay que denunciarlas, pero por ahora lo voy a dejar aquí por respeto a mi partner.
Para añadir “un puntito más” de estrés, este último trimestre ha venido plagado de problemas técnicos. ¿Recuerdas ese ordenador que quería haber remplazado en verano? Pues bien, fue llegar finales de septiembre y comenzar a fallar a base de pantallazos azules cada dos por tres, cada vez con más frecuencia y en los momentos más inoportunos. La Ley de Murphy suele cumplirse y este es un buen ejemplo de ello. Es en estas circunstancias cuando uno realmente valora usar GTD, porque te salva la vida. Literalmente. Saturación de carga de trabajo, viajes casi todas las semanas, problemas técnicos que echan por tierra tus planes y destrozan tu productividad, negociación multibanda de contratos, cancelaciones, impagos… Todos los ingredientes para una sobredosis de estrés. Es precisamente ahí, en esos momentos clave, en los que tomar buenas decisiones sobre qué hay que dejar sin hacer se convierte en crítico. Porque la realidad es que llegas a donde llegas, no a donde querrías llegar. Y gracias a GTD, aunque este último trimestre he desaparecido de las redes sociales, al menos he seguido publicando regularmente en mi blog; he enviado propuestas, facturas y evaluaciones de curso con retraso pero todos los cursos han estado preparados al 100% en su fecha…
Entre lo mejor de este trimestre, otro par de pilotos de OPTIMA12® y un proyecto muy atractivo y de alcance, basado en esta misma metodología, que ha surgido para 2014. Otro hito importante ha sido la realización de un practitioner en PNL, que llevaba tiempo queriendo hacer y que completaré con un taller intensivo de coaching para equipos en el primer trimestre de 2014.
También el hecho de que 2014 se presenta con muy buenas perspectivas, en contraste con lo que fue el inicio de 2013. De hecho, son tan buenas que se están convirtiendo en un problema, ya que estoy empezando a perder oportunidades de trabajar con clientes interesantes por no disponer de fechas libres. Esta situación me llevó, a principios de este último trimestre, a buscar ayuda en mi red. No fue fácil porque buscaba a una persona que no solo fuera experta en GTD sino que además reuniera una serie de requisitos tales que permitieran al cliente disfrutar de una experiencia de usuario equivalente. La persona finalmente elegida fue Antonio José Masiá.
Conocí a Antonio José a través de mi blog. No exagero al afirmar que la mitad de los comentarios en mis posts sobre GTD corresponden a conversaciones que he mantenido con él a lo largo de los últimos años. A raíz de aquello, tuvimos ocasión de desvirtualizarnos en las primeras jornadas GTD en Barcelona. La relación continuó avanzando hacia una gran amistad. Hoy no solo somos dos amigos que comparten enfoque sobre en qué debe consistir la formación en productividad personal sino también compartimos un formato de cómo hacerlo. Además, Antonio José y yo compartimos formación y maestros, tanto en coaching como en PNL, disciplinas que aplicamos intensamente en nuestra actividad profesional. Gracias a todo ello, y al margen de los estilos personales de cada uno, creo que hemos logrado que la experiencia de usuario de las personas que asisten a nuestros tallereres puedan ser equivalentes.
2014 se presenta como otro año intenso y lleno de oportunidades. Me gustaría terminar el proyecto de modernización del blog. Sé que exteriormente aún no se nota pero seguimos avanzando entre bambalinas. Hay decisiones, como migrar a un servidor dedicado, que están retrasando el tema. También quiero seguir avanzando en tejer redes, entre ellas una de aprendices. Por otra parte, siento que por fin estoy preparado para aportar algo relevante al mundo de la productividad y la eficacia personal. Creo que GTD es hoy por hoy irremplazable como el mejor y más potente método de eficacia personal pero eso no implica que no sea mejorable. El reto por tanto es cómo mejorar GTD permaneciendo fiel a su esencia. Presiento que 2014 va a ser también un gran año para OPTIMA12®, metodología cada vez más madura y en cuyo potencial transformador tengo absoluta confianza. Definitivamente, esta todo por hacer…
Feliz 2014 también para ti, querid@ lector/a, y que sea un año del que puedas disfrutar con plena salud y un montón de buenas oportunidades.
Muchas gracias por suscribirte a Optima Infinito.
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