Dos años de guerra 01/09/1941

Por Lupulox


Adolf Hitler: el hombre que se encuentra detrás de las victorias de la Wehrmacht.

Camaradas,
Se han cumplido dos años de la guerra desencadenada por las llamadas democracias para que unas cuantas naciones continuasen en el disfrute cómodo y agradable de su predominio en el mundo. Dos años en los que se han sucedido los hechos militares y políticos más trascendentales y sorprendentes de la Historia. Los soldados del Führer han realizado las hazañas más fantásticas. Cada campaña ha sido motivo de nuevo asombro. Hoy la voluntad y la organización alemanas prevalecen en todas partes. Todos los adversarios continentales, todos los aliados y amigos de Inglaterra están ya eliminados. El último aliado, la Unión Soviética, ha perdido ya sus mejores divisiones y algunas de sus regiones más ricas. El territorio conquistado llega casi a un millón de kilómetros cuadrados. Europa entera pertenece al Eje y a sus amigos.


Al comenzar el tercer año de guerra, el mapa de Europa tiende a dar coherencia a una organización de aspecto político, económico y militar frente a la coalición anglo-judío-bolchevique de tipo netamente asiático, que dirigen Churchill y Roosevelt con el concurso de Stalin. Este sencillo mapa convence, mejor que las más elocuentes palabras, del admirable esfuerzo realizado por las potencias del Eje para constituir una Europa afianzada ya de modo indiscutible en gracia a la ininterrumpida serie de victorias militares y diplomáticas de Berlín y Roma, que no es, precisamente, la de Versalles ni la de Ginebra.  Aún así, todavía, vastos territorios permanecen entre las garras del capitalismo y el bolchevismo.

Recuérdese el estado de Europa poco antes de iniciarse el conflicto. Dos potencias querían seguir imponiendo al globo sus normas y sus métodos. De ambas, una de ellas —Inglaterra— era realmente la directora. Francia, a remolque siempre de Londres, desempeñaba un papel secundario y, con Polonia, Bélgica, Holanda y Noruega, principalmente, era el instrumento de la pérfida Albión en el Continente. Si la "Petite Entente" constituida después de Versalles por Checoslovaquia, Yugoslavia y Rumanía se deshacía por exclusión de la primera y a causa también del acercamiento de Yugoslavia a Italia y de las vacilaciones de Rumanía, la diplomacia inglesa trabajaba febrilmente para garantizar la adhesión de Grecia, Turquía y Bulgaria a la política británica.

El Führer preside el desfile de la victoria en Varsovia en 1939.  El primero de muchos que ha podido celebrar.
Al cabo de dos años, Inglaterra ve cómo han fracasado uno tras otro todos sus planes. Su consigna para la declaración de guerra —salvar a Polonia— se vio reducida muy pronto a la nada. "El Ejército polaco, de varios millones de hombres, debería entretener unos meses a Alemania...", éste era el propósito, que las tropas del Reich destrozaron en sólo tres semanas. En Londres se dijo, a pesar de todo, que la resistencia de Polonia había permitido a Francia y a. Inglaterra terminar con calma su movilización. Lo cierto es que para realizarla dispusieron no de tres semanas, sino de varios meses, durante los cuales no se practicaron operaciones militares activas; pero era igual, pues Alemania, pletórica de fuerza, dio comienzo cuando debía a la ocupación de la costa del continente en Noruega y, ya, sin detener su acción, se extiendió a Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia. La campaña fue sencillamente maravillosa. Ante el Ejército germano toda resistencia quedó pulverizada en una serie de capítulos geniales: la división en dos de las fuerzas aliadas; la derrota de Dunquerque; la conquista de París; la ocupación de casi toda Francia y, sobre todo, lo esencial para la acción contra Inglaterra: el establecimiento de Alemania en la costa del Continente desde el Cabo Norte hasta la desembocadura del Bidasoa.

Europa en junio de 1941.

Inglaterra quedó así aislada de Europa, pero aún trataría a de ejercer su predominio en los Balcanes para ampliar el conflicto y crear un frente a la espalda de Alemania manteniendo la secreta esperanza de contar un día con la ayuda de Rusia. La movilización soviética, muy adelantada en octubre de 1940; el forcejeo diplomático en el sureste de Europa; el envío de tropas alemanas a Rumania para proteger los pozos petrolíferos y el bajo Danubio; la presión británica sobre Grecia, que se tradujo pronto en la realización de un vasto plan de caminos militares y fortificaciones en la península helénica y el comienzo de las operaciones del Ejército Italiano desde Albania fueron otros tantos jalones que habían de terminar, más adelante, con la expulsión definitiva de Inglaterra del Continente, lo que al fin tuvo lugar en el mes de abril de 1941, cuando las tropas germano italianas, en soberbio empuje y realizando una de las campañas más meritorias que se conocen, ocuparon en doce días Yugoslavia y en otros doce más, toda Grecia. Admirable triunfo que era seguido poco después por el sorprendente de la conquista de Creta.


Detalle de la operación Barbarroja hasta hoy.

Sólo había transcurrido un mes desde la última victoria del Eje cuando se producía el hecho que causó en el mundo la mayor emoción, aunque no sorpresa: la invasión de Rusia, acción prevista, sin duda, en la reunión del Brennero el día 2 de junio último y precedida por el Pacto de no agresión germano-turco, éxito notable de la diplomacia alemana. Se abrió así una nueva fase de la guerra con el objetivo de batir a la coalición anglo-judío-bolchevique, y es entonces cuando, ante Rusia. Europa entera se encuentra a sí misma para defender su civilización y su moral. Italia, Finlandia, Rumania, Eslovaquia y Hungría se consideran en guerra con los soviets; Alemania cuenta con la solidaridad de Bulgaria, Dinamarca, Suecia, Croacia y Francia, que rompen sus relaciones con Moscú; Lituania, Letonia y Estonia se alzan contra el opresor; y surgen los afanes de España, Bélgica y aún de otros países para no verse excluidos de una lucha que tiene como fin destruir las fuerzas comunistas. El sentimiento es general en Europa, salvo, naturalmente, en Inglaterra, que pasa a ser aliada predilecta de Stalin.


Cartel francés.  "La Cruzada contra el Bolchevismo."  El Tercer Reich ha unido a Europa entera en una misma empresa redentora.

Fuera de Europa se producen también hechos importantes: la efímera victoria de Inglaterra en Egipto y Libia que, desarrollada desde Sidi el Barrani a Benghasi, en diciembre de 1940 hasta febrero de 1941, recibe, mes y medio después, una respuesta contundente que lleva de nuevo el frente italo-alemán a Egipto tras de una rapidísima campaña; la fallida agresión inglesa a Dakar; los ataques de los franceses "degaullistas" a Libreville y Port Gentil, que ocupan, en el África Occidental francesa; el levantamiento del Irak en mayo de 1941, dominado tras algunas semanas de lucha; la invasión de Siria por las fuerzas de los generales Wilson y Catroux con el falso pretexto de que el país se hallaba ocupado por tropas alemanas; la tenaz resistencia de los italianos en Abisinia, aislados de su metrópoli y sin esperanza, por tanto, de recibir la menor ayuda; la ocupación de Islandia, como reciente jalón de la política intervencionista de les Estados Unidos, que siguen preparándose para inmiscuirse en los asuntos europeos, tratan de utilizar bases navales en Europa y se hallarán cuando menos se espere en presencia del hecho consumado justificativo de su entrada en la guerra; el acuerdo entre Francia y Japón, que ha permitido a este último establecerse en Saigón y en otros lugares de Indochina, con lo que se ha beneficiado notablemente la posición del Imperio nipón en el Pacífico frente a Inglaterra y los Estados Unidos, que tratan por todos los medios de cercar política y económicamente a la gran Potencia oriental con la ayuda de Rusia y, por fin, la agresión anglo-soviética al débil y pacífico Irán, una nueva guerra por el control del petróleo.


Cartel italiano.  ¡Venceremos!  El Eje y sus aliados triunfarán.

El conflicto, que comenzó siendo europeo y se extendió después a África en junio de 1940, con la entrada de Italia en la guerra, está hoy, puede asegurarse, en las cinco partes del Mundo, pues, además de luchar en Europa y en África, se ha combatido en Asia y la tensión creciente en el Pacífico puede extender la guerra a Oceanía, salpicando también a América. Para Alemania, no lo olvidemos, su campaña en Rusia es accesoria. Una variante a la que ha debido adaptar su plan de guerra para oponerse a la coalición anglo-judío-bolchevique y a las ambiciones de Stalin que, no contento con haberse anexionado sin esfuerzo Estonia, Letonia y Lituania, aspiraba también a dominar los Dardanelos y amenazar a toda Europa con su marea roja.


El pulpo británico al fin ha hallado su némesis.

El objetivo principal del Führer, el fin de su campaña, es batir a Inglaterra y destruir el Imperio Británico. Por eso no ceja en su lucha contra la Gran Bretaña y, hasta que llegue el momento de la acción decisiva, la fuerza a soportar ataques terribles de su Aviación, de su Flota y de su artillería costera establecida en el Canal. Somete los puertos, centros industriales y nudos de comunicación ingleses a un machaqueo abrumador y no ceja en su guerra contra las comunicaciones marítimas que, en pleno éxito, ha logrado hundir cerca de catorce millones de toneladas de buques mercantes, cifra impresionante que representa las tres cuartas partes de la Flota mercante inglesa y el 60 por ciento del tonelaje de que disponía la Gran Bretaña después de haber realizado, cual cuatrero naval, numerosas incautaciones de barcos pertenecientes a otras potencias.


La culpa de Inglaterra.  El Imperio Británico, verdadero opresor del mundo, se halla muy próximo a su fin.
Al cabo de los dos años de guerra, las operaciones militares, conducidas a veces a velocidad de vértigo por los mandos alemanes, han logrado decisiones rotundas en todos los frentes de tierra, mar y aire. La Luftwaffe alemana se ha mostrado el arma esencial en cooperación con las divisiones acorazadas terrestres. En el mar sigue roto el mito inglés. La Flota más potente del mayor y más fuerte Imperio del mundo, la que permitió a Inglaterra dominar en mares y continentes, no fue capaz de impedir a los buques germanos su acción sobre Noruega; hubo de abandonar los mares nórdicos como prueba de su fracaso; no ha podido sostener en Creta a la numerosa guarnición de la isla, en una región del Mediterráneo donde aún ejercía preponderancia, y sufre a diario pérdidas considerables que liman sin descanso su capacidad ofensivo-defensiva, obligada como está, además, a imponer un trabajo sin reposo a sus motores y a sus tripulaciones.


" ¿Algo nuevo en la radio, John? ".  "Sí, Churchill dice que todavía dominamos los mares."
Hechos militares sobresalientes y acontecimientos políticos trascendentes consecuencia de aquéllos, que han modificado ya, de modo apreciable, el mapa de Europa y permiten imaginar un futuro histórico para el Continente, bien diferente del acariciado por Londres y Washington. En el Nuevo Orden que se levanta para superar definitivamente a Versalles y Ginebra, Alemania e Italia dirigen la renovación.


Alemania triunfa en todos los frentes.  El Palacio Bourbon, en París, rinde homenaje a las victorias Nacionalsocialistas.
La guerra no ha terminado, pero su final ya no permite grandes dudas. Puede prolongarse, pero la explotación razonable de Europa, incluso de Rusia, hará posible la organización autárquica y la resistencia al bloqueo marítimo. Ni siquiera se puede afirmar ya que el tiempo trabaje forzosamente a favor de los anglosajones. Si éstos consiguen aumentar su preparación bélica, no olvidemos que Europa entera produce para el Eje y que cada barco que sale de los astilleros japoneses distrae fuerzas del Atlántico, donde se decidirá o perderá la guerra. Al cabo de veinticuatro meses de guerra creemos, como siempre, en la victoria definitiva del admirable Ejército alemán, al que el Führer lleva al triunfo al lado de sus aliados sin un sólo paso en falso, sostenido por el espíritu y el ardor de un pueblo que se halla especialmente preparado para vencer.
Es lebe die Achsenmächte!Deutschland und seine Freunde siegen an allen Fronten für Europa!