Lloro un poco. O mucho. Me consuelo pensando que quizá sea bueno para la retención de líquidos. Luego concluyo que todos los años por estas fechas engordo un poquito. Ya vendrán tiempos mejores y más livianos.
Hoy es día para estar contenta. Voy a grabar un reportaje en la finca de Juan José Rueda. Va a contarme algunas claves sobre lo que implicaría la supresión de las ayudas al ganado de lidia que el Parlamento Europeo está estudiando. Lo dice de manera clara y sencilla: una ruina. Sólo sobrevivirían las que lidian en las grandes ferias, y no todas. Toca apretarse los machos.
De vuelta a la redacción, recibo dos invitaciones en mi mail. Una, taurina, a la que no puedo asistir -mi trabajo me lo impide-.
Otra, fashionista, a la que quizá tampoco asista, no tanto por obligaciones laborales, sino sobre todo porque necesito apretarme el cinturón, que me está más justo, sí, pero no precisamente por la contención del gasto. Pero bien sabe Irene que Mitu me tienta. Sus complementos son originales y elegantes. Como la diadema que compré en abril y que aún no he tenido ocasión de estrenar.
Conclusión: hay que salir más. Aunque ahora no es buen momento. Porque lo mejor del día de hoy es un gran comienzo que no puedo desvelar. Sólo diré que salgo de cuentas en marzo. Qué nervios.