Segundo concierto a cargo de la segunda organista del Festival 2011 en el antiguo instrumento "heredado" de Sto. Tomás de Avilés, órgano de registros peculiares con mucha tubería de zinc que le otorga un sonido potente y muy adecuado al repertorio elegido, aunque diese algún pequeño problema que la intérprete guipuzcoana solventó con profesionalidad y la ayuda inestimable de José Mª Martínez, Chema, conocedor como pocos de "su antiguo instrumento" ejerciendo de auténtico asistente.
Enmarcado dentro de las fiestas locales de San Isidro y en plena campaña electoral con megafonías variadas, lo cierto es que no molestaron y pudimos seguir bastante bien el desarrollo del concierto, ayudado además por la proyección en pantalla que asombró a más de uno que contemplaban por vez primera cómo se toca el instrumento rey, si bien algunos pudieron acudir al de Heinrich Walther el 16 de abril pasado, como me relataron a la salida del sabatino, pero sin verlo, lo que es doble espectáculo.
De las obras interpretadas en Oviedo añadir cómo cambian las sonoridades de un instrumento a otro, además de no haber dos iguales (las diferencias aquí eran incluso mecánicas) lo que no restó calidad alguna, tal vez algún desajuste en los volúmenes del pedalero en las primeras obras hasta que la intérprete guipiuzcoana se "hizo" con ellos a medida que avanzaba el concierto.
algo exagerada aunque propia de la obra, y continuó con la Fantasía 8 toni del belga Peeter Cornet (1575-1633), donde los flautados resultaron mejor empastados entre los teclados y pedalero.
Donde el instrumento pareció rebosar en volúmenes que por momentos dejaron algo opaca la mano izquiera fue en la Fantasía chromática del holandés Jan Pieterson Sweelinck (1562-1621), pues los tutti llegaron a tapar la parte fugada y una mano izquierda muy exigente que en el órgano queda algo más diluída que interpretada al clave. Pese a todo, una interpretación pletórica de los difíciles cromatismos que ya se indican en el título y perfectamente solventados por la organista de Andoain.
Nuevamente serían los compositores alemanes las estrellas del programa, con la Ciacona in E minor, BuxWv 160 de Dietrich Buxtehude (1637-1707) al que Ana Belén García exprimió en su totalidad nuevamente desde una calidad y madurez interpretativa increíble, con un despliegue de registros aún mayor que en San Tirso, pese a las diferentes de color los flautados y plenos de ambos instrumentos pero siempre al servicio del gran Dietrich.No me cansaré nunca de Bach ni de esta obra estrenada en mi recordado Dresde: la Pasacaglia and fugue in C minor, BWV 582, otro examen sonoro y técnico para instrumento e intérprete, desde el ostinato del inicio en pedalero que sonó plenamente "alemán" e impresionó al público al comprobar el dominio de pies, coordinado con las manos en los teclados, hasta el desarrollo de las 20 variaciones del primer tema, que desembocará en la doble fuga, derroche tímbrico y virtuosístico en un órgano que respondió a esta "joya" de El Kantor.
La Sonata en La M. de las seis Organ Sonatas Op. 65 (1845) del alemán Mendelssohn (1809-1847), primer valedor de Bach y casi apóstol de su "paisano" en Leipzig, admiración que se nota en esta obra plenamente romántica de la que escuchamos la tercera, inspirada en los corales luteranos de la BWV 38 con dos movimientos (Con moto maestoso y Andante tranquilo) aplaudidos por separado y perfectamente diferenciados en todos los planos, resultando exquisito el flautado del segundo, y felizmente ejectuada. Añadir que no debe influirnos el nombre "sonata" porque podría haberse titulado Suite, y la sexta "sonata en Re m." utilizará la BWV 416 que resultarán "Coral y variaciones: Andante sostenuto, Allegro molto, Fuga y Finale: Andante", por lo que no es una forma clásica como pareciese indicar el título.
Por supuesto gracias al Festival y la tarea de recuperar órganos que deberá continuar independientemente de lo que suceda con fusiones bancarias o devenires políticos, siendo los conciertos parte de nuestra cultura y la mejor forma de mantenerse vivos los órganos de nuestras iglesias. Por lo menos un órgano nuevo como el de Santo Tomás de Avilés permitió trasladar y restaurar el viejo a este municipio que se ha incorporado al circuito organístico asturiano.