Buenas tardes amigos. Ya he iniciado el trayecto de firmas para dar a conocer mi nuevo trabajo:
Cosme y la trucha. Ya lo conocéis y me conocéis: ¡no puedo quedarme quieto teniendo un nuevo trabajo en las librerías! Estuve pensando si hacer las firmas solo para Cosme…, pero al final me decidí que hacen buena pareja los dos y que sería también una buena oportunidad para seguir dando a conocer a La nota…Después de las dos firmas que os voy a comentar hubo unos segundos que me arrepentí de haberlo hecho así. Fue como enfrentar a mis dos “hijos” para ver quién de los dos me arrancaba más firmas. Y esa sensación no me gustó demasiado.
Bueno, la verdad es que no fui yo el que me acerqué inicialmente sino una amiga que lo propuso. Gracias, Mercedes, y gracias también a Javier que tuvo muchos motivos para sentirse orgulloso de como se desarrolló todo por la tarde. Un gran abrazo para los dos.No fue una tarde de firmas como otras que disfruté con La nota que faltaba. Fue distinta, porque la preparamos de manera diferente. Veréis, no quise hacer una actividad para niños. No, no quise hacerlo así. Quise tener un encuentro con las personas que, de alguna manera, tienen que ver o están interesados en la educación de sus pequeños, ya sean hijos, sobrinos o nietos. Hubo de todo.
Quise y busqué tener un rato íntimo con mis futuros lectores o con los lectores que transmitirán mis sentimientos a los pequeños mientras tanto ellos no sean capaces de hacerlo por sí mismos. Buscaba tener un momento como el que tenemos cuando nos acercarnos a esta ventana. Quería hablar, a los que iban a asistir, sobre el escritor que tengo dentro, sobre cómo planteo las historias y, principalmente, que es por lo que vendrían, sobre mis dos primeros cuentos ilustrados.
También les conté que el ser escritor para niños me imaginaba que dependía de la sensibilidad que tengamos, el que se quiere dedicar a ello, dentro de sí y no relacionado con su desempeño profesional. Yo me siento cómodo en este campo y me produce muchas satisfacciones…sobre todo cuando acabas de dedicar uno de tus cuentos a unos pequeños. Sus miradas son inolvidables para mí.
La actividad en Atenea, el viernes 20 pasado, fue distinta a la de San Pablo. Allí se pretendía el “abordar”, en el buen sentido de la palabra, a los que iban entrando en la librería buscando otros asuntos.
Es muy difícil conseguir que los que no vienen con la idea de adquirir un cuento ilustrado lo hagan…pero alguno sí se sintió atraído por mis dos productos. Eso es, si cabe, mucho más gratificante.
En fin, amigos, que la literatura infantil me da muchas satisfacciones y eso lo pude disfrutar en estas dos tardes intensas y llenas de sensibilidad e ilusiones, y hoy os lo quería contar y compartirlo con vosotros. Me gusta hacerlo.