Y ahí se volverán a enfrentar los dos Hernando. Rafael y Antonio, portavoces del bipartidismo, hoy más unipartidismo que otra cosa. Son chicos muy majos. Rafael, santo y seña del chulismo y la provocación pepera, capaz de insultar y despreciar a quien se le ponga por delante, y Antonio que hoy será su amigo, su compañero, el nuevo doctor Jeckill y Mr. Hyde, ayer defensor absoluto del “NO es NO”, y mañana máximo exponente del viva “la Abstención”. Sin duda, un macarra y un mercenario.
Dos elementos de cuidado que coinciden en apellido y que en la próxima sesión de investidura, también tendrán el mismo líder: Mariano Rajoy. Los dos defenderán que el rey de los corruptos vuelva a ser presidente del gobierno, con el apoyo del "gran Albert".
Ayer enfrentados, parecían más que adversarios enemigos. Lo que se dijeron en la investidura última de Rajoy fue más que duro, rocoso. Hoy, amiguetes de toda la vida, con los mismos deseos: “Que D. Mariano vuelva a los altares”.
He de reconocer que siendo un camorrista chabacano, Rafael Hernando, es, al menos, más coherente que su homónimo Antonio. Al menos siempre ha defendido, aunque haya sido de forma fascistoide y totalitaria, la misma opción. No se puede decir lo mismo del otro Hernando, el que dice ser socialista (claro que desde ahora lo de ser socialista puede quedar restringido a los del PSC y algunos sueltos que mantienen el tipo y no se han cargado a quien eligieron las bases).
Porque lo de Antonio Hernando es de traca. Es una función esperada. Este mercenario es capaz de defender justo lo contrario con tal de que no le cesen, se ve que Susana le ha leído la cartilla y el chico se la ha aprendido. La jefa andaluza quería coser el partido y, mira por dónde, ha encontrado la aguja Hernando, que vale lo mismo para un roto que para un descosido. Algo que no ha pasado con Oscar López, el que era portavoz del Senado, y ha sido cesado por no querer defender la abstención a Rajoy.
En fin, será un investidura digna de verse. Los dos amigos Hernando tirándose pullitas a sabiendas de que pretenden (tratando de disimular) el mismo objetivo. A mí, francamente, me interesa más lo que dirá Antonio, porque aunque sea un artista de la verborrea va a tener siempre un enemigo para comparar a la vista: él mismo cuando defendió el NO en la última investidura, mientras le observa Pedro Sánchez con el puñal clavado en la espalda.
Ya se sabe, un mercenario defiende los colores que le pagan. Y mientras que Rafael tiene, inexplicablemente, un buen asiento en su poder, el pobre Antonio tiene que trabajar dando tumbos ideológicos para mantener el suyo. Esto es así, la vida es dura y si no que nos lo digan a los que tenemos que aguantar a estos elementos, que dicen ser portavoces de los representantes de los ciudadanos. Si no fuera por lo serio que es el tema, este circo sería para descojonarse.
Salud y República