Esta tarde mis padres se han quedado con el niño durante dos horas y nosotros hemos salido sin él. Después de un montón de días enfermos (varios fines de semana incluídos) y con nuestras vacaciones a la vuelta de la esquina, teníamos un montón de cosas que hacer y les dijimos a mis padres que no podíamos quedar con ellos salvo que quisieran venir a casa, quedarse con él y nosotros irnos por ahí. Al fin y al cabo, al que quieren ver es al nene, ¡de nosotros pasan bastante!. Lógicamente mis padres accedieron, están loquitos con el niño, para ellos una semana sin verle es una depresión total, así que nosotros aprovechamos para salir.
Al principio salimos de casa súper contentos, besándonos por las esquinas como si tuviéramos quince años. Pero yo me desinflé al llegar al coche. No tener que subirle ni meter su silla en el maletero, no escuchar su parloteo mientras vamos hablando nosotros... Uff, ¡qué cosa más extraña!.
En el supermercado sentía que me dejaba algo. Cada vez que un niño gritaba miraba para todos lados y eso que conozco su grito más que de sobra y obviamente no era él. Si mi marido se separaba de mi, buscaba un carrito de la compra que tuviera un nene rubio dentro. Y en todos los pasillos iba pensando en cosas que le gusta comer, cosas que hay que comprarle...
Ya sé que dos horas son poca cosa y más en un supermercado, que no es que sea la fiesta padre, pero la experiencia no me ha terminado de convencer. Es verdad que salir con el niño, más en días como hoy en que no había dormido apenas siesta, es un verdadero esfuerzo, pero incluso dando guerra, lo prefiero. Si me tocara la lotería, haría como algunas de estas famosas, que van con todos sus hijos y una niñera, todos juntos. Así no te tienes que separar de ellos y puedes cuidarlos a tu estilo pero contando siempre con alguien para que te eche un cable y te ayude en las tareas de más faena.
Mi marido no paraba de decir "la verdad, no sé por qué no le hemos traído"...
Entre unas cosas y otras, al final hemos hecho la compra a la carrera y nos hemos dejado la mitad de lo que tenía en mente. Estábamos deseando volver y yo incluso me sentía culpable por haberles dejado a mis padres tanto trabajo con el niño.
¡Vaya dos echando de menos al nene!.