Circula por ahí un concepto que va cobrando fuerza y que se denomina “happyshifting”, un tanto complicado de explicar. En este artículo escrito por Tino Fernández se sugiere un poco cuál es el significado del término:
http://archivo.expansionyempleo.com/2009/10/09/desarrollo_de_carrera/1255100540.html
Hoy quería hablar de cómo vencer esa monotonía y rutina que muchas personas padecen en su día a día y que les conduce al aburrimiento (boreout), primero, y a quemarse (burnout) después.
- Para los que tienen capacidad para modificar las condiciones de su puesto de trabajo, ¡¡háganlo!! Muchos de los problemas que padecemos se explican por un desajuste entre expectativas y desempeño. Horarios “estándar” que generan incomodidades y problemas o ubicaciones espaciales que no satisfacen a quien debe ejercer en ese puesto son fallos comunes que condicionan psicológicamente al trabajador. Por citar un ejemplo simple: hay personas que entran en la oficina a las ocho en punto porque “es la hora de entrada”. Por culpa de esa premisa “estándar”, puede resultar que ciertos empleados tengan problemas para llevar a los niños al cole (dependan de terceras personas, o tengan que hacer madrugar al niño más de lo debido, o tengan que gastarse el dinero en guarderías matutinas…). ¿Y si esa persona pudiera hacer su trabajo exactamente igual en su empresa entrando una hora más tarde y saliendo, también, una hora después? ¿No creen que este simple traslado de horario mejoraría mucho la calidad de vida del empleado y su satisfacción con una empresa “que no le complica la vida” y se adapta a sus problemas personales? La flexibilidad es una gran solución para muchos males y traslada la impresión (real) de que la empresa valora a las personas como tales, con sus individualidades. A veces no la aplicamos porque, simplemente, no caemos en la cuenta de las cosas que nos suceden y nos dejamos llevar por la rutina de un modelo pensado sin demasiado raciocinio.
- Para los que no tienen capacidad de alterar las cosas (que son muchos, por desgracia), la solución es más complicada; pasaría por poner el punto de mira en los objetivos que se logran gracias al desempeño y olvidarse, en la medida de lo posible, de los inconvenientes de éste. Minimizarlos. Pensar que el trabajo es un medio para alcanzar un fin: ser feliz con la familia, poder darle una calidad de vida, poder disfrutar de ciertos hobbies, tener autonomía económica…; ya sé que estas cosas son más fáciles de decir que de hacer, pero inténtenlo. Puedo decirles que yo atravesé momentos de mi vida profesional en los que no encontraba aliciente en lo que hacía, pero trataba de superar el aburrimiento y la monotonía disfrutando lo máximo de mis seres cercanos el fin de semana y durante las vacaciones. De ese modo encontraba compensación a mi esfuerzo semanal y las cosas cobraban sentido: aunque por la semana estuviera fastidiado, gracias al trabajo podía gozar de ciertos lujos que, de otro modo, probablemente no podría tener. Satisfacción por el resultado en lugar de insatisfacción por el desempeño. Con tiempo y una vez que concentré mi atención en lo primero, traté de corregir lo segundo. Pero insisto, siempre poniendo el énfasis en las cosas que podía hacer gracias al puesto de ocupaba, aunque éste no fuera de mi agrado.
En definitiva, todos somos responsables de mejorar nuestra satisfacción con el trabajo. Unas veces proactivamente (¿es usted un “happyshifter”?) y otras buscando la satisfacción en los resultados, y no el proceso que nos lleva hasta ellos. A los empresarios les sugiero que piensen en lo primero y a los trabajadores insatisfechos que luchen por cambiar su situación al mismo tiempo (remarco: ¡¡al mismo tiempo!!) que aplican la segunda premisa.
Les dejo un video que edité hace tiempo en que se ve un ejemplo de “happyshifting” llevado al máximo extremo.
Buena jornada de trabajo