Dos monjas muy pesadas

Publicado el 28 mayo 2015 por El Sol De Madrid Rubén Olmeda @elsoldemadrid

Hablo con conocimiento de causa, conozco muy bien el papel de una monja en el mundo, y lo conozco desde los dos extremos: desde la clausura y desde la actividad plena en la calle.

Tengo dos familiares que son monjas y no digo ni dónde ni cómo para que no se las vincule conmigo, una persona polémica, que es todo lo contrario a lo que son ellas. Personas dedicadas al servicio común sin estridencias y sin protagonismos, unas vidas dedicadas a Dios y a los demás sin afán de aparecer en ningún sitio salvo donde se las necesite.

Por lo tanto puedo hablar de esas dos monjas, familiares mías y también de otras muchas que he conocido estos años. En ningún caso podría hablar mal de ninguna, solamente podría decir cosas buenas. Tendrán sus problemas como todos los seres humanos, tendrán sus inquietudes y sus errores, no digo que no. Pero nada más allá de los propios derivados de la vocación de servicio.

Y también conozco a otras dos monjas, esta vez por sus constantes apariciones en los medios de comunicación (diarias incluso), que son muy pesadas, de verdad, muy muy pesadas y muy “cansinas”. El titular de este artículo bien podría haber sido “las monjas cansinas”, pero decidí ser más directo. Estas dos monjas son Sor Lucía Caram y Sor Teresa Forcades. Sor Lucía Caram es argentina (Tucumán) y catalana por insistencia, mientras que Sor Teresa Forcades es catalana, nacida en Barcelona.

Sor Teresa Forcades tiene un pasado de prestigio en la investigación y se hizo “famosa” por sus críticas a la vacunación de la Gripe A y su lucha con las farmacéuticas, pero lleva unos años en los que se dedica a promover el independentismo en Cataluña, hasta el punto de que está planteándose dejar los hábitos y ser la nueva Ada Colau en el Parlamento catalán. Que una monja de tal prestigio internacional se dedique a estas tonterías, indica el proceso de involución que está sufriendo. Se puede observar también en la plataforma que ha creado, Procés Constituent a Catalunya, donde aboga por la independencia y el fin del capitalismo.

Pero la que es realmente pesada, la que es aparecer en la pantalla de la televisión y pensar “buf, que cansancio me está entrando” es Sor Lucía Caram. Esta monja hace de todo menos lo que tiene que hacer. Sor Lucía es una dominica contemplativa, ¿y qué hace una monja contemplativa? os preguntaréis… pues bien, una monja dominica con su vida de oración, de silencio y de penitencia, da testimonio de que Dios existe, que Dios vive, que vale la pena seguirlo, que Dios planifica y hace felices a los seres humanos.

Según la propia web de las dominicas, una monja contemplativa “Tiene la tarea de buscar a Jesucristo en el silencio, pensar en El e invocarlo, de tal manera que la palabra que sale de la boca de Dios no vuelva a El vacía, sino que fructifique en aquellos a quienes ha sido enviada.”

“El silencio, el recogimiento, la vida fraterna en comunidad, el espíritu de penitencia y la austeridad, nos ayudan como buenos instrumentos para vivir agradando a Dios”. Silencio y recogimiento…¡justo lo contrario que hace esta monja!.

Esta monja dedica su día al programa Canal Cocina, con su espacio “Sor Lucía”, también colabora en Las Mañanas de Cuatro (poniendo a parir al Gobierno siempre), escribe libros y es activista social. “Activista social” en Cataluña, como entenderéis, es igual a “arrearle a todo lo que no sea el independentismo”. Y por si fuera poco para una monja de clausura, también tiene un programa de radio en RNE (Radio 4) llamado “el punt de trobada”.

Por lo tanto de silencio nada, de recogimiento nada y de penitencia y austeridad…menos.

Ahora el Vaticano parece que ha puesto su mirada en ellas y sus actividades y se rumorea que podrían ser expulsadas de sus órdenes. Sinceramente no lo creo, en todo caso serían ellas las que buscasen la forma de dedicarse a la política y salir de la orden.

En cualquier caso lo que quiero constatar es que estas dos monjas son una anomalía en el normal discurrir del papel de las monjas en la Iglesia, en el mundo. Hay monjas que se quedan en aldeas africanas para ayudar a los desfavorecidos, a sabiendas de que las pueden violar, matar, torturar o secuestrar. Hay monjas que atienden a los pobres, otras hacen de sicólogas en los pueblos y las hay que enseñan el conocimiento, bien a través de colegios, bien en hospitales. Podríamos decir que las monjas tienen un papel fundamental en nuestra sociedad, en concreto en España, y que nunca interfieren en la política ni generan polémicas. Su papel es pasar desapercibidas ayudando, ¡que no es poco!.

Me quedo con las dos monjas de mi familia, que no son pesadas, que no se meten en política, que no discriminan a nadie por su ideología, que no tienen afán de protagonismo, que no aparecen en programas de televisión para mayor gloria personal y que no generan polémica.

Señora Caram, señora Forcades, no sean tan pesadas, por favor.