Dos palabras que me cambiaron la vida (no clickbait)

Publicado el 29 agosto 2024 por Luis Luis Monge Malo @mongemalo

¿Has intentado vender por teléfono? Entonces sabes de lo que te hablo.

Seguro que le pillo ocupado. O comiendo. No creo que haya llegado. Ya se habrá ido. Primero contesto los emails. Mejor le envío un WhatsApp.

No es para sorprenderse, también te pasa al ir al gimnasio.

Tengo mucho lío. Esta semana ya fui. Qué mal día hace.

Ocurre al pedir el cierre. Al hablar de pasta. Al pedir un ascenso. Al cambiar de trabajo. Al hablar con alguien con más pasta. Al presentarte ante un desconocido o al lanzarte a por el beso.

Distinto diálogo mental, misma causa.

Te estás cagando.

Investiga y descubrirás que esas frases solo envuelven otra mucho más potente:

No puedo.

No me preguntes por qué eres tan cabrón de decirte algo así, no estoy aquí para explicar la realidad, solo para contarla.

Si no me crees haz algo que ponga tan al límite a tu cerebro que no le deje construir frases elaboradas.

Corre 3 kilómetros más. Y hazlo más rápido. Ponte 4 kilos más, y cuando vayas por la penúltima repetición, di, 5 más.

Y escucha lo que dice tu cerebro.

Escucha, escucha…

nopuedo

Mira, al acabar la ducha ponte el agua fría a todo lo que dé y aguanta un minuto. Prométete que lo harás.

No mires el reloj.

No mires el reloj.

No mires el reloj.

Mira el reloj.

15 segundos.

Esta la vas a decir en voz alta…

NO PUEDO

Y observa como medio segundo después tu mano cierra el grifo sin tú poder hacer nada.

O como tu voz pide postre.

O como tu culo se queda en el sofá.

O como tus dedos se ponen a contestar emails.

Medio segundo. Ese es el tiempo del que dispones para matar al hijo de puta que habita tu cerebro y toma los mandos cada vez que las cosas se ponen un poco chungas.

Y para matarlo solo tienes que decir dos palabras. Pero insisto, solo tienes medio segundo después de oír el No puedo.

Esas palabras son…

Sí puedo.

Cuando estés a punto de reducir la velocidad, de parar.

Sí puedo.

Y si quieres, añade: Claro que puedo hijo de la gran puta.

En el newsletter enseño a ser creativo a cualquiera.

Creativo, no artista.

La diferencia es que el primero hace dinero y sabe cómo lo hace.

No experimenta, no innova, no se pregunta si funcionará. Sabe qué locuras funcionarán y simplemente las hace.

Y eso es exactamente lo que te cuento ahí.

Destriparé un anuncio muy fino que podrás utilizar para vender lo que sea de una manera terriblemente ingeniosa.

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