“El Gobierno trabaja en homogeneizar los dos rombos para las obras audiovisuales”. Por un momento, solo por un momento, he vuelto a la infancia (¡gracias Mariano!), pero no a la infancia feliz del columpio, de las carreras en patines en medio de la calzada y de los donuts (a mí siempre me daban dos), sino a la infancia de blanco y negro que se intuía a través de la pantalla del televisor. Si el mundo era en color en la vida real, al encender la tele se volvía en blanco y negro y, en lugar de emitir en una esquina de la pantalla el anuncio de turno del programa estrella de la cadena, aparecían uno o dos rombos, según el humor del censor homogeneizador de turno.
Y todo esto pasa aquí cuando ya todos estamos inmersos, y aquí no hay vuelta atrás, en la era de Internet, donde la información fluye campo a través como un río desbordado. Y cuando el mensaje ha dejado de ser unidireccional para extenderse en red, hacia y desde infinitos puntos, entre los que se intercambia, comparte y difunde cualquier tipo de datos. En ese momento, al Gobierno de Rajoy le da por trabajar en volver a los rombos. Steve Jobs debe estar volviendo a morir en su tumba, esta vez de risa, por no hablar del gremio de humoristas nacionales y extranjeros. Dos rombos a este Gobierno cuyo único plan B es el de Bárcenas y cuyas emisiones hieren cualquier la sensibilidad de las buenas gentes.