Dos rombos

Publicado el 11 julio 2013 por Carmentxu

“El Gobierno trabaja en homogeneizar los dos rombos para las obras audiovisuales”. Por un momento, solo por un momento, he vuelto a la infancia (¡gracias Mariano!), pero no a la infancia feliz del columpio, de las carreras en patines en medio de la calzada y de los donuts (a mí siempre me daban dos), sino a la infancia de blanco y negro que se intuía a través de la pantalla del televisor. Si el mundo era en color en la vida real, al encender la tele se volvía en blanco y negro y, en lugar de emitir en una esquina de la pantalla el anuncio de turno del programa estrella de la cadena, aparecían uno o dos rombos, según el humor del censor homogeneizador de turno.

Casi 40 años después, en pleno siglo XXI, cuando parecía que no había vuelta atrás, salta este titular veraniego por excelencia que no habría pasado de anécdota de no ser por el verbo: trabaja. “El Gobierno trabaja”… Viendo los resultados, el FMI y yo opinamos que mejor que no trabaje si por trabajo entiende ahondar la fosa de la austeridad, aplicar recortes desmesurados en órganos vitales sin tener ni idea de cirugía en un intento vano de curar la economía con sangrías y sanguijuelas sin estirpar la causa del mal, la corrupción, la evasión de capitales, el fraude fiscal y solo empeñados en disimular los síntomas para que el cliente siga pagando la factura.

Y todo esto pasa aquí cuando ya todos estamos inmersos, y aquí no hay vuelta atrás, en la era de Internet, donde la información fluye campo a través como un río desbordado. Y cuando el mensaje ha dejado de ser unidireccional para extenderse en red, hacia y desde infinitos puntos, entre los que se intercambia, comparte y difunde cualquier tipo de datos. En ese momento, al Gobierno de Rajoy le da por trabajar en volver a los rombos. Steve Jobs debe estar volviendo a morir en su tumba, esta vez de risa, por no hablar del gremio de humoristas nacionales y extranjeros. Dos rombos a este Gobierno cuyo único plan B es el de Bárcenas y cuyas emisiones hieren cualquier la sensibilidad de las buenas gentes.