Dostoievsky y Einstein: la historia que no ocurrió pero que hubiéramos deseado que pasara

Publicado el 20 septiembre 2020 por Icmat

En la entrada “Fiódor M. Dostoievski y las geometrías del mal” en Matemáticas y sus fronteras, comentamos como el autor de Los hermanos Karamazov había incluido en su obra varios pasajes sobre las geometrías no euclidianas. La novela se publicó en 1980 y Dostoievski, siempre al tanto de la actualidad, era conocedor de los resultados de Bolyai y Lobachevsky, obtenidos varias décadas antes.

Fiodor M. Dostoievski

Albert Eisntein, cuya teoría de la Relatividad (la especial en su año mágico, 2005, y la general en 2015), consideraba que esta novela había supuesto una de las influencias más imporatntes en su pensamiento. Esto decía el sabio alemán: “Aprendí más de Dostoievski que de cualquier otro pensador científico, incluso más que de Gauss” , según el testimonio de su amigo Alexander Moszkowski.

Esta cita ha provocado muchísimas conjeturas sobre su significado. No es para menos, comparar al escritor ruso con el Príncipe de las matemáticas (quién posiblemente conociera la existencia de las geometrías no euclidianas, aunque no lo manifestó para no incomodar a su amigo Farkos Bolyai, padre de Janos Bolyai).

Einstein nació en 1979, y Dostoyevsky escribió esta obra en 1880, unos meses antes de su muerte, y caundo Einstein tenia un año de edad. Además, según las cartas de Einstein al toxicólogo suizo Heinrich Zangger y al físico austríaco Paul Ehrenfest, se sabe que leyó la novela en 1920.

Aparte de algunos intentos atribuidos a Riemann y al celebrado libro de Hertz, había ya físicos anteriores a Eisntein que suponían que las geometrías no euclidianas tenían un significado físico. Y leyendo el pasaje de Dostoyevsky en su totalidad, queda claro que lo que él quería decir es que nuestro cerebro está armado de tal manera que, aun cuando la realidad física fuera no euclidiana, nuestra capacidad de razonamiento lo es. Esto está de acuerdo con la visión de Kant. O sea, el espacio-tiempo Aristotélico (ni siquiera el Newtoniano) es lo que viene ya de fábrica en nuestro cerebro. En otras palabras, si Einstein quisiera acercarse a una chica en un bar para ofrecerle una copa, su razonamiento incluiría solamente los conceptos clásicos de “abajo-arriba”, “adelante-atrás”, “la recta como camino más corto”, “el tiempo absoluto”, y demás. Lo que Dostoyevsky dice es que la capacidad del hombre para entender a Dios (o, como él dice, para crearlo) tiene sus límites, y esos límites incluyen la geometría euclidiana.

Einstein, Habicht y Solovine

Por lo tanto, deberíamos tomarnos muy en serio la cita de Einstein, o sea, puede que ese pequeño párrafo de Los Hermanos Karamazov haya tenido eco en la mente de Einstein, que podría haber sido debatido en ka Academia Olympia, club de debate fundado por Einstein, Conrad Habicht y  Maurice Solovine en 1902, y que se reunía muchas veces en su propio apartamento (mucho antes de 1920). No olvidemos que Einstein era un gran lector, y que una de las obras que se leyeron en la Academia Olympia fue El Quijote. Y sucede muchas veces que una palabrita dicha al azar por cualquier persona nos haga ver todo un mundo nuevo, o nos haga abandonar nuestras creencias. O sea, podía haber sido posible que Einstein hubiera tomado esa frase pasajera como una revelación vital, mucho más importante (como se dice que Einstein dijo) que toda la obra matemática de Gauss.

Las evidencias no avalan esta tesis, pero que hermosa hubiera sido esta historia.

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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias, Real Academia Galega de Ciencias) y Marcelo Epstein (Universidad de Calgary, Canadá).