OZZY NO DEJÓ HACER FOTOS, ASÍ QUE NOS QUEDAMOS CON ROB HALFORD POR ALFREDO RODRÍGUEZ
Ozzy Osbourne y Judas Priest. Solo estos dos nombres juntos ya significan un montón de cosas, de manera que es fácil imaginar cómo fue y cómo sonó el apabullante cierre de la tercera y última jornada del Download Festival Madrid. Volumen brutal, decibelios de sobra, himnos del metal, camisetas negras, calor y refrigerios diversos para las 36.000 personas que se dieron cita durante el sábado en La Caja Mágica.
El colofón al festival lo puso Ozzy seis años después de su última visita con una sucesión de clásicos que arrancó aullando literalmente a la luna con Bark at the moon. Respaldado por el salvajismo del guitarrista Zakk Wylde, la brutal pegada de Tommy Clufetos, el bajista Rob 'Blasko' Nicholson y el teclista Adam Wakeman, lo cierto es que el vocalista de Black Sabbath cumplió con creces con su habitual dominio escénico, aparentemente torpe pero sobrado de magnetismo y sonrisas. Y de voz también estuvo notable.
Clásicos del metal y el rock duro como Mr Crowley y I don't know pusieron del revés al Download, que también lo gozó con Suicide solution, la grandilocuencia de War Pigs, I don't wanna change the world, No more tears o Fairies wear boots. "¿Podéis escucharme?", pregunta Ozzy, quien en el tramo final encadena Crazy train, Mama I'm coming home y un apoteósico cierre con Paranoid, uno de los temas esenciales en la historia del heavy. Concierto notable con una escenografía como de costumbre oscura con una gran cruz presidiendo. Digamos que uno de los inventores de todo esto sabe lo que se hace.
Justo antes, otro icono indiscutible del género se desgañitó durante algo más de una hora en el segundo escenario. Rob Halford, puro divismo metalero saliendo y entrando del escenario para cambiarse de ropa, comandó a sus Judas Priest en una actuación consistente, compacta y atronadora. Otros clasiquísimos del heavy metal, en su caso con el bajista Ian Hill como único fundador allá por 1969. Como Ozzy, otro de los inventores de lo que sea que ha congregado este sábado a 36.000 fans tan entregados como para obviar una vez más el pestilente olor que provoca la depuradora al lado del recinto.
Firepower, Grinde, Sinner, Lightning strike y, sobre todo, Turbo Lover, encumbran una actuación en pleno anochecer que tiene también puntos culminantes en You've got another thing coming y otras canciones tan coreadas como Painkiller, Metal Gods, Breaking the law y el final en plan karaoke con Living after midnight. Seguro que Judas Priest tenían que estar en el escenario principal, pero también es cierto que el segundo lo hicieron suyo por derecho, por decreto y por historia.
TERCERA JORNADA
Tres días seguidos de potencia descontrolada podrían acabar con cualquiera, pero no con el público del Download Festival Madrid, que en plena sobremesa llenaba ya considerablemente el recinto para meterse entre pecho y espalda dos buenas raciones de Shinedown y Baroness. Eso, bajo un sol de justicia, es indudablemente afición y amor a los colores. Militancia pura que, de hecho, es una de las señas de identidad de este festival al que el público acude en su mayoría a verlo todo. Sin postureos de más, sin el 'hay que ir'. Esta gente está aquí por los motivos correctos.
Como el cantante de The Hellacopters, Nicke Andersson, que estaba en el concierto de Ozzy disfrutando como un chiquillo. Cuatro horas antes estaba en el escenario comandando a su banda con el guitarrista Dregen en otra arolladora actuación de garage rock con mayúsculas y temas tan aplaudidos como Toys and flavors o By the grace of god. Estos suecos son ideales para marcar siempre el conveniente punto de inflexión a partir del cual ya se circula sin frenos. Y a media tarde hicieron exactamente eso.
Con toda su elegancia y su músculo, los daneses Volbeat también destacaron en la última jornada del Download con su sonido clásico pero contemporáneo y variado. Punta de lanza de la nueva generación del metal, están ya más que asentados entre el público, que recibió con gozo canciones como The devil's bleeding crown, Dead but rising, 16 dollars, Sad man's tongue (con el vocalista Michael Poulsen preguntando a la concurrencia si les gustaban Elvis y Johnny Cash, tal es la variada oferta del grupo). Para rematar la faena, Seal the deal dedicada al recientemente fallecido Vinnie Paul y Still counting en un ambiente de convincente reconocimiento.
Con muchas ganas de aún más se quedó el respetable a pesar de la sucesión de Shinedown, Baroness, The Hellacopters, Volbeat, Judas Priest y Ozzy Osbourne. Por eso aún siguió entregado a la causa con el punk de las chicas L7, el puntazo AC/DC que tienen '77 y la caña total de Madball, Carcass o Angelus Apatrida ya bien entrada la madrugada.