Título original: Dr. Jekyll and Mr. Hyde
Año: 1920
Duración: 95 min.
País: Estados Unidos
Director: John S. Robertson
Guión: Clara S. Beranger
Música: Película muda
Fotografía: Roy Overbaugh
Reparto: John Barrymore, Brandon Hurst, Martha Mansfield, Charles Lane, Nita Naldi, Louis Wolheim
Dos caras de una misma moneda para caer en lo más profundo.
Basada en la magnífica obra que Robert Louis Stevenson tuvo a bien escribir en 1886, “Strange Case of Dr. Jeckyll and Mr. Hyde”. Con mayor o menor fortuna, la novela ha sido adaptada en multitud de ocasiones al teatro, al cine e incluso para la televisión. Queda patente el gran interés que despierta el eterno conflicto entre el bien y el mal que coexiste en el interior de todo ser humano. La película que nos ocupa es la versión de 1920 dirigida por John S. Robertson, realizador de una notable trayectoria profesional. En su haber cuenta con obras como Beyond Victory (1931) o The Crime Doctor (1934), ambos metrajes de notoria repercusión por aquel entonces.
Resulta sorprendente observar el buen hacer de los cineastas de la época, a la hora de crear cine mediante los limitados recursos que disponían. La hipocresía habitual en la sociedad del periodo victoriano queda descrita de manera contundente. Y el hecho de ser una película muda no es impedimento alguno para dar a entender el claro mensaje implícito: mantener la respetabilidad externa, para en la intimidad rendirse a la más absoluta de las lujurias. La premisa dista mucho de pasar de moda, sólo hay que ver el efecto de ciertas drogas que son consumidas en la actualidad, bajo sus efectos el individuo que las utiliza se torna bastante más sociable y atrevido. Para, con su abuso continuado, llegar a desarrollar algún trastorno de carácter bipolar similar al que padece nuestro protagonista.
El beato Dr. Jeckyll es un palpable reflejo del pensamiento de la burguesía occidental a finales del siglo XIX. Retraído y timorato, encuentra una fuente inagotable de placer al dar rienda suelta a sus instintos más bajos, por mediación de su alter ego, el conocido como Mr. Hyde. John Barrymore, un experimentado actor teatral, que también cuenta con diversos trabajos en cine como Grand Hotel (1932) o Maria Antonieta (1938), interpreta de forma magistral a los dos personajes. Pero dando vida al malicioso Hyde es cuando sale a relucir todo su talento. Se muestra histriónico, obsesivo y es capaz de resultar espeluznante aun hoy en día.
Londres, postrimerías del siglo XIX. El doctor Jeckyll está convencido de poder separar el bien y el mal que toda persona lleva dentro. Por mediación de un nauseabundo brebaje que el mismo ingiere, se transforma en un ser de gran perspicacia y maldad. Jeckyll siente que a través de Hyde es capaz de conseguir todo lo que se proponga. Aunque pronto descubrirá con horror, que el doppelgänger se está apoderando de su endeble personalidad.
Sin lugar a dudas, una de las mejores adaptaciones para el cine de esta novela que en su tiempo causó un gran revuelo y que todavía hoy es motivo de debate, dado lo actual de su argumento. Cualquier espectador con un atisbo de curiosidad disfrutará viendo como se producía cine de terror hace casi 100 años.
Firma: Sergio Bosch.