Como acabó de comentar, la película dirigida por Gary Shore, nos narra como Vlad acaba convirtiendose en Drácula. Vlad, es un príncipe que se ha visto obligado desde niño a luchar al lado de los turcos. Ya en su madurez, se retira a sus tierras para tener familia, y reinar en cierta paz a su pueblo. Todo, hasta que los turcos vuelven a aparecer, y se ve obligado a firmar con sangre un extraño contrato que le da ciertos superpoderes que le permitirán derrotar a los turcos. Pero no podía faltar la letra pequeña, y es que tiene que resistirse durante tres días a la sed de sangre, y así no se convertirá en el monstruos que todos deseamos de ver.
Una película que no merece dar mucho más que hablar, y que funciona mejor como producto de serie B entretenido, que como una sería película de Drácula. Ni la puedo recomendar, ni puedo decir que no la veáis, tiene un visionado.