Drogadictos, ellos, allí, lejos.

Publicado el 14 agosto 2010 por Bonhamled
Vivimos una sociedad que quiere destilarse, autodestilarse para quedarse químicamente pura. Personas bellas, sanas, jóvenes, inteligentes, apetecibles como un melocotón maduro. Jóvenes eternos: tintes, cremas, botox, cirugía, ejercicios sin fin, enormes sonrisas, aún vacías, riqueza pertinente y mucha actitud pequeñoburguesa. Detrás, lo oculto: vicios privados, la fealdad de un cuadro escondido en lo alto de un desván a lo Dorian Gray. Una actitud teatral para un mundo de tragicomedia.Luego está la verdad, la realidad, lo que todos somos, ese cúmulo de imperfeciones. Enfermos, deprimidos, sucios, pobres, inválidos, drogadictos, dependientes, sesgados, arrebatados, locos, suicidas. Y en esta otra legión, la de los malditos, nos encontramos todos, a veces siempre otras veces solo por temporadas pero es la parte que nos mantiene más vivos y, al tiempo, libando humores tóxicos nos acerca más a nuestra Némesis final.Todos tenemos un estigma del que queremos huir como una lacra, como una lepra social, como una maldición que se convierte en anatema terrible si los demás, todos somos "demás", lo detectan y nos señalan.Hoy pensaba en las víctimas de la droga mientras leía este artículo sobre los drogadictos. Todos aquellos que vivieron una generación quemada, destruida, eliminada, perdida de finales de los setenta y comienzo de los ochenta, la epifanía de las drogas en España. Muchos de ellos se acercaron a las drogas como un paraíso artificial de entrada y salida gratuita, ni siquiera la primera mitad fue verdad. Y cayeron quemados de ese fulgor interior y terrible: unos en flashes de sobredosis, otros en enfermedades diversas, desde el Sida a mil mas, otros en enfrentamientos con la policía, con las mafias, con los vecinos y muchos más en el olvido de las cárceles, la soledad o el abandono. Yo lo observé con la suerte de que fuera mi última infancia o primera adolescencia y, por tanto, con muy poco de lo que correr y mucho menos de lo que huir. Hoy, con el tiempo pasado y las tumbas bastante llenas, creo que fue solo un espejismo de libertad atravesado, un grito sin voz, una eco sin palabra, una muerte en apnea.Todos ellos murieron crucificados y clavados en tres jeringuillas, la primera, iniciática y párvula, todas las demás y la de la muerte, abandonándose a la falsa libertad de la esclavitud química. Todos ellos murieron inocentes pero terriblemente prejuiciados por la sociedad como subhumanos, como esclavos voluntarios, como amenazas andantes, como angustias sin fin. El resumen es que fueron apartados de la sociedad y marcados con un estigma sin fin, que actuaba, y actúa, como un abismo que les absorbe a ese mundo, a esa vida, a esa crónica anunciada y les niega no solo el futuro sino, incluso, la categoría humana. Y pocos, muy pocos parecen concernirse de esa discriminación terrible sin color, ni sexo.Hoy me acuerdo de ellos, de todos aquellos que cayeron jovencísimos y tontos, lindos y destruidos, buscando un mañana que no era cabalgar un caballo sino resistir la crisis, la falta de futuro, el aburrimiento y el spleen nada polético ni delicioso. No pudieron, quizás nosotros, los que quedamos, tampoco.
Fundación de ayuda contra la drogadicción: http://www.fad.es/HomePlataforma drogológica: http://plataformadrogologica.wordpress.com/drogologia/
Imagen: http://www.telecinco.es/informativos/sociedad/noticia/1032868/1032868Despierte el alma dormida, avive el seso e despierte. A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar. Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.